sábado, noviembre 05, 2016

Simple y llanamente porque decidieron intentarlo


Hace unos días tuve una de esas enganchadas vittuales en el Libro de Caras. Una de esas que mantengo a despecho de quienes leen y escuchan. Y esta última iba de memoria.
De esa memoria de nuestra historia que unos quieren mantener para sus fines y otros desean borrar para los suyos; de esa que escuece tanto a los que curiosamente se empeñan en mantener el recuerdo del sufrimiento y la muerte de un solo hombre suspendido de unos maderos hace un par de milenios, pero luego pretenden que se olvide lo que ocurrió en el patio trasero de su casa hace tres cuartos de siglo.
Mientras estaba en ese pugilato dialéctico me llegó una foto de alguien a quien quiero, la foto de un homenaje a unas personas en un pueblo olvidado de Madrid: la foto de una calle dedicada a Las Brigadas Internacionales que combatieron por la República Española.
Y pensé: "ellos sí, ellos sí se merecen la memoria, ellos sí se merecen el recuerdo"No por aquello que hicieran en los campos y frentes de una guerra civil sangrienta y fratricida, sino por el motivo que les trajo hasta aquí.
El recuerdo no de para qué vinieron, sino de por qué vinieron.
Porque cada uno de ellos hizo lo que no sonotros no sabemos hacer, no queremos ni siquiera pensar en hacer. Escuchó un grito de ayuda y acudió, oyó una petición de auxilio y respondió.
No esperaron a que sus gobiernos combatieran por ellos; no aguardaron escribiendo tuits indignados o post incendiarios, a que otros vinieran a ayudar, a que otros se pusieran en riesgo en su nombre.
Desde Fracia, Alemania, Yugoslavia, Canadá, Austria, Costa Rica, Abisinia, Polonia, Albania, Checoslovaquia, Hungría, Bulgaria, Suecia, Suiza, Holanda, Rumania, Argentina, Colombia, Chile, México, Nueva Zelanda, Cuba, Gran Bretaña o Italia, 59.000 personas hicieron eso que hemos olvidado hacer por los motivos por los que nosotros no queremos hacerlo: pelear por los demás, ponerse en riesgo para ayudar a aquellos que no pueden pelear solos. Aunque nos vaya la vida en ello.
Uno por uno, sin esperar que otros hicieran lo mismo, sin ampararse en ese escudo nuestro de la pregunta que se convierte en excusa del "¿qué voy a hacer yo solo?", cogieron lo único que tenían, sus vidas y su riesgo, e hicieron lo que nosotros eludimos hacer hasta para el más mínimo de los riesgos, hasta para la más evidente de las injusticias. Eso que negamos poner en práctica para que cambie el mundo: intentarlo.
Vinieron de paises lejanos y a los que nada les iba en esta guerra, vinieron de lugares donde también había problemas propios, dejaron su cotidiana seguridad para afrontar la diaria inseguridad de otros, solamente porque otros lo necesitaban, porque creían que era lo justo, porque hacia falta que alguien luchara.
Así que sí, se merecen el recuerdo y la memoria. Y da igual qué bandera siguieran, qué ideas les movieran, en qué bando lucharan. 
Cualquiera que decida por sí mismo arriesgarse cuando puede evitarlo para ayudar a otros se merece un lugar en la historia. Ellos se lo merecen.
Y nosotros necesitamos que lo tengan para que cada vez que miremos a otro lado para no arriesgar el puesto de trabajo cuando vemos una injusticia de un jefe tengamos 59.000 pares de ojos mirando fijamente nuestro miedo hasta matarlo; para que cada vez que veamos a alguien sufriendo injustamente pobreza o discriminación tengamos 59.000 ceños fruncidos cuando pasemos de largo; para que cada vez que sepamos de alguien maltratado o humillado tengamos 59.000 dedos apuntando a nuestro rostro, acusándonos por nuestra cobardía, nuestra complicidad y nuestra desidía.
Para que cada vez que le digamos al espejo nuestra excusa de "¿qué voy a hacer yo solo?" tengamos 59.000 voces susurrando tranquilas al oído la respuesta que no queremos oír: "intentarlo, como lo hice yo, intentarlo".
Y si a alguien le escuece esa memoria por que no tienen sus ideas o porque no le gusta la bandera bajo la que combatieron, que se aguante.
Hay veces que resulta preciso recordar para que otros no se vean obligados a aprender. ¡Recordad Malditos!

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