domingo, octubre 30, 2016

Rufían, tuits, mayeútica y la vergüenza socialista.


Con todas estas idas y venidas del engendro político español he aprendido algunas cosas. Y una de ellas es a calibrar la importancia, o quizás sería mejor decir el peligro, que determinadas cosas tienen para el emporio político del inmovilismo bipartidario en virtud de la rapidez con la que reaccionan contra ellas los medios que se empeñan en sustentarlo.
Pues bien, El País, esa publicación que antaño fue un diario de información y hoy es otra cosa que ni siquiera puede llamarse panfleto propagandístico porque no tiene el valor de reconocerlo, tardó exactamente veintidós minutos en reaccionar a la intervención de poco más de siete minutos de Gabriel Rufián, portavoz adjunto de ERC en el Congreso de los Diputados.
Así que debió ser muy importante o muy peligrosa.
"Se pasó de frenada", afirma el opinador en El País en una reacción tan rápida que suena a historia preparada de antemano. Pero lo cierto es que es una falsedad del calibre de una moneda de dos euros con la cara de Franco. No pudo pasarse de frenada porque no dijo nada.
Dejadme que me explique.
Rufián es sin duda alguna para mi el orador más estimable que ha pisado el hemiciclo desde Indalecio Prieto, Calvo Sotelo y Hazaña - y si no les han leído en sus intervenciones parlamentarias es muy recomendable que lo hagan-. Ha sido capaz de desarrollar un estilo que se halla entre el monólogo y el discurso, que integra el lenguaje y los referentes de la calle, que está perfectamente diseñado para fluir en las redes sociales y que los mastodontes que se sientan a un lado y a otro del hemiciclo tardan demasiado en procesar como para poder reaccionar a tiempo.
Pero ayer no dijo nada. Su discurso osciló entre la mayeútica y el sarcasmo, entre la pregunta retórica y la aliteración, dolió y escoció, pero no eran sus palabras. Y él lo sabía, por eso sabía que dolerían y escocerían.
Los que hablaron ayer eran los militantes socialistas, los que se sentían traicionados eran ellos. Dos tuits, leídos con ese tono de Rufián de Marco Antonio en el funeral shakesperiano de Julio Cesar, sirvieron para que Eduardo Madina perdiera la  compostura porque no podía acusar a Rufián de nada, no podía echarle en cara nada. No estaba hablando él, estaba hablando su gente.
Rufián no se pasó de frenada porque cuando acabó con lo que decían los socialistas, los militantes socialistas, no esa suerte de conspiración de los Idus de Marzo en la que se han convertido las estructuras de ese partido, empezó con las preguntas.
La emprendió con la aliteración continua de la vergüenza -¿No les da vergüenza...?-. Esa pregunta retórica, que debería haber tenido como respuesta sí pero tenía de respuesta el silencio, no era una pasada de frenada del orador, era la constatación de la pasada de frenada que estaba protagonizando el PSOE con su abstención.
No hubo un solo espontaneo "no, nos da vergüenza" en las bancadas de ese partido que otrora fuera socialista. Rufián les dio todas las oportunidades retóricas que quiso y no los hubo, todas las pausas dramáticas que se antojaron y no los hubo. Incluso se lo preguntó directamente, espero y no los hubo.
Así que sí, les daba vergüenza. Lo dejó claro, meridiano, cristalino.
Manejó el hemiciclo para que aquellos que le escuchaban enviaran el mensaje que sabía que si pronunciaba él sería rechazado por catalán, por independentista, por lo que fuera.
Y logró. Lo logró hasta el punto de que se vio que tenía muy claro que le interrumpirían cuando se refirió a Susana Diez, la convidada de piedra en esta sesión de investidura, como "una cacique". Y los socialistas cayeron, se indignaron de nuevo y permitieron que la palabra cacique siguiera resonando en el hemiciclo y en los oídos de quienes veían y escuchaban la intervención, incluso que Rufián tuviera que repetirla al reanudar su intervención.
Por todo eso, porque la única afirmación que hizo Rufián -"El bipartidismo ha muerto"- era incuestionable, El País tuvo que salir a interpretar todo aquello como una pasada de frenada para que ninguno de sus lectores tuviera tiempo para pensar por su cuenta, para plantearse la razón que encerraban los tuits de militantes socialistas leídos por el parlamentario catalán, para que ninguno pudiera responder por su cuenta a las preguntas retóricas de la aliterada vergüenza lanzadas por el portavoz de ERC.
Y como no pueden echarle nada en cara porque él sí está ahí siguiendo el mandato de sus votantes, oponiéndose a un gobierno que les niega la posibilidad de decidir sobre su futuro político como pueblo y como nación, tiraron de ese pobre argumento de que se "pasó de frenada" y que logró unir a los socialistas en el hemiciclo y que los populares los defendieran.
¿De verdad creen que Rufián esperaba algo diferente?, ¿tan poco acostumbrados están ya los analistas parlamentarios de los medios bipartidistas al ejercicio de la oratoria política que no se dan cuenta de ello?
El portavoz del PP gastó su intervención en una aguerrida y encendida defensa ¿de quién?, ¿de su candidato, al que se había definido como el gobernante más retrógrado de Europa? No, de la dignidad y el sentido de Estado de los socialistas por apoyarle.
Y le aplaudieron a rabiar... los suyos y los socialistas. 
Así que el rocambole final dio toda la razón a la última frase de la intervención del político catalán, esa que no se pudo escuchar: "El bipartidismo ha muerto, ya no hay PSOE y PP. Solo hay un partido".
De modo que Rufián no se pasó de frenada. Fueron los falsos socialistas que ocupan los escaños los que se pasaron al no tener respuestas para su militancia ni excusas para su vergüenza, fueron los que ocupan los escaños del PP los que se pasaron de frenada al defender a ultranza la pérdida de principios a cambio de la obtención del poder.
Gabriel Rufián no habló ayer en el Congreso. Fue la realidad. 
Lo único que pasa es que los que le escuchaban y los que opinan y escriben sobre política en los medios afines al bipartidismo hace demasiado que no veían a la realidad pasarse por el hemiciclo y les asustó mucho que entrara por allí sin anunciarse.


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