domingo, septiembre 25, 2016

Pitt, Jolie, el FBI y el insulto a 18 millones de niños

Desayunando un día en el porche de un bar de New Orleans escuché a una matrona de Lousiana, excesiva siempre en palabras y carnes como buena matrona de cualquier sitio, explicarle a un niño de tres años que esas caras de niños que salían en los bricks de leche eran una colección "de niños buenos que hacían sus deberes". Todos sabíamos que no, pero el chaval no sabía leer y esa explicación le dejó tranquilo.
Y esta historia me viene a la memoria porque en Estados Unidos desaparecen 2.000 niños al día, porque las unidades de desaparecidos del Federal Boreau of Investigación, esas que hizo famosas Anthony LaPlaglia en Without Trace, están saturadas, agotadas en inames ante esa realidad.
Y se atreven a poner a investigar a una unidad a ver qué le dijo o le dejó de decir Brat Pitt a uno sde sus hijos en un avión privado, a gastar ese precioso recurso de trabajo y entrenamiento en servir de peritos a un divorcio que a nadie le importa y en el que solamente se dirimirá qué parte de qué fortuna va a parar a qué cuenta en qué paraiso fiscal.
Que el FBI investigue ese caso es un insulto a cada niño que ahora yace escondido al arbitrio y libre disposición de un pederastra, a cada niña que está en un carguero camino de vete tu a saber qué destino decidido por una rede de prostitución o trata de blancas, a cada cadaver de menor que está oculto o enterrado después de esquilmar sus órganos para que otros niños hijos de quienes tienen dinero para pagarlo puedan sobrevivir a sus enfermedades.
Porque, claro, Angelina Jolie y Brad Pitt son embajadores de Unicef, son personajes mediaticos, son personas que han encendido las redes con esta historia, con el típico argumento de maltrato a los niños usado para garantizarse una buena posición en el divorcio y no se puede permitir que se de una mala imagen, que sean los servicios sociales, saturados de casos reales de maltrato y abusos infantiles, cada vez más inoperantes por la falta de fondos, los que hagan el trabajo.
Si es un niño de un barrio marginal de Chicago, sí; si es una niña en el atrasado y rural middle west en Iowa o Indiana, también; si es quien sea en el profundo sur de Lousiana o Missisipi, por supuesto. En esos casos se puede hacer un informe y olvidarlo en un cajón o un sheriff de rayban y dedos en el cinto puede archivar el caso con una leve reprimenda del timo "contente Tim, que vas a matar al chaval" o "Tranquila, Sara Lee, que vas a desgraciar a la muchacha y así no encontrará marido".
"Había bebido y hubo una discusión entre él y Angelina. Él no golpeó a su hijo en la cara. No hizo eso. Puso sus manos sobre él, sí, porque la confrontación fue una espiral sin control". Si esta declaración activa al FBI, si eso es un delito federal, que las autoridades estadounidenses se preparen para decretar el Estado de Excepción y forzar a todos sus universitarios a alistarse en el FBI porque si no lo hacen, cada padre, cada madre, cada niño de los 2.000 que desparecen al día y de los 18.000.000 de niños que sufren algún tipo de abuso o maltrato dentro de las fronteras de La Unión tendrá derecho a pedir, a exigir, lo mismo que el hijo adoptivo de Angelina Jolie y Brad Pitt.
O quizás no porque para los gritos de Brat Pitt en un avión hace falfa el FBI, hace falta la imagen de profesionales de la investigación con su traje y su placa preocupándose por el asunto porque todos queremos ver el morbo, porque todos queremos que los ídolos caigan. Porque hay que dar espectáculo. 
Esto es Hollywood y el show tiene que continuar.

http://elpais.com/elpais/2016/09/23/estilo/1474618813_177977.html?rel=lom

Esos locos que en Siria luchan por la paz

Tardaron unas elecciones, un recuento de votos y unas rúbricas en conceder un Premio Nobel de La Paz a Barack Obama. 
No se sabe si por ser negro y presidente, no se sabe si por prometer que iba a acabar con Guantánamo y no cumplirlo, no se sabe si por firmar un tratado de no proliferación de armas nucleares que solamente suponía deshacerse de lo inútil y anticuado, pero se lo dieron.
Hoy hay otras gentes, otros hombres y mujeres, nominados a ese premio y ya hay gente que empieza a protestar, a quejarse, a torcer el gesto porque no les parece bien.
No lo ven bien porque esos nominados cada día se levantan, buscan una dirección y clavan la cabeza en el suelo para orar a su dios. No es útil, es anacrónico y probablemente sea muy cansado. Pero no hace daño a nadie.
Protestan porque todos los días alzan su voz contra Francia, contra Rusia, contra Estados Unidos, contra el régimen títere y marioneta de El Asad y, claro, para aquellos del evangélico "el que no está conmigo está contra mi" son enemigos. Como todo vasco que quiera ser independendiente es un terrorista etarra, como todo musulman que hable de justicia es un yihadista, como toda mujer que no se conforme es feminista radical y todo hombre que no de la razón en todo a las mujeres es machista.
Y aquellos que no lo ven bien y que protestan no saben o se niegan a saber que esas personas han sido bombardeadas por todos los que arrojan sus cargamentos de furia, venganza y muerte sobre Alepo; que esas gentes han sido ametralladas por todas las facciones imaginables de todos los que en su locura, su ira vengativa y su crueldad comabten en Alepo, Palmira y todas las ciudades que ya casi ni existen del antiguo y verdadero califato.
Son la Defensa Civil Siria.
Cada mañana se levantan, se arrodillan y rezan a su dios porque algo tienen que hacer para mantener la esperanza. Y salen a las calles de las ciudades sirias a quitarles la razón a aquellos que dicen que su religión es guerra, sangre y muerte.
Buscan en los escombros, rescantan combatientes heridos de uno y otro bando, evacuán civiles. Hombres, sean musulmanes o no; mujeres, lleven velo o no. E insultan y llaman asesinos a gritos a los que han acabado con la vida de los niños cuyos cadáveres se ven obligados a transportar. No importa que el asesino sea Al Qaeda, Rusia, Isis, Francia, Estados Unidos o El Asad. 
Reclutados por un gobierno que ahora les da la espalda, adiestrados por unos servicios secretos que ahora les dan caza cada vez que protestan por la muerte indiscriminada, las matatanzas o las limpiezas étnicas que se ocultan tras supuestas ofensivas contra Isis, estas gentes de paz solo tienen un amigo, su pueblo, y muchos enemigos. Lo mismo que su gente, lo mismo que su país. 
Cada mañana se levantan, se ponen un casco en la cabeza y un chaleco antibalas alrededor del pecho y salen a las destruidas calles a quitarnos a todos los occidentales átlanticos la razón.
Por que ellos no creen que "no haya otra forma de luchar contra el terrorismo", porque ellos no creen que el sufrimiento civil, la muerte por hambre del asedio o las bajas colaterales de un bombardeo sean necesarias, sean imprescindibles.
Porque en una guerra que iniciamos hace siglos y que ahora nos estalla en nuestros parques y nuestras casas, en una guerra que cuenta sus bajas por millares, por millones, ellos se esfuerzan por cada vida.
No piensan que una sea despreciable, que una sola bomba no importe, que un bombardeo "accidental" a un hospital o un cuartel de la Defensa Civil pueda quedar impune. Porque ellos no suben una foto de un niño muerto a Twitter mientras otros miles mueren de hambre y de enfermedades y luego pasan la página del periódico para ver porqué se han divorciado Angelina Jolie y Brad Pitt o qué le ha pasado al Real Madrid en Las Palmas donde solo ha podido empatar.
Así que todo aquel que crea que defender la guerra es defender los principos occidentales de libertad; todo aquel que cree que cerrar mezquitas, amedrentar a mujeres musulmanas por llevar velo o mirar a otro lado mientras millones de personas son masacradas por nosotros y nuestros enemigos en Irak, Siria, el kurdistán turco, Yemen... que se plante a una de las devastadas sedes de la Defensa Civil Siria.
Que se ponga un casco en la cabeza y un chaleco en el pecho y mientras les ayuda a rescatar a moribundos de entre los escombros y llevar cadáveres de niños a las morques también bombardeadas les diga que "ese es el camino para acabar con el terrorismo yihadista", que "es la unica manera de evitar la islamización de Europa" o que "la culpa es de los yihadistas que nos han obligado a eso".
Por suerte para la falsa conciencia colectiva occidental y por desgracia para la Defensa Civil Siria el jurado del Premio Nobel de La Paz no está fomado por Montesquieu, Joshua ben Jusseff, Quincy Adams, Diderot, Juasn Bautista, DÁlambert, Muhamad, Thomas Paine y Ṣalāḥ ad-Dīn. Porque si asi fuera desde los padres del estado de derecho hasta el mesias cristiano, desde los padres del estado liberal hasta el profeta del desierto les darían el Premio Nobel de La Paz o lo declararía desierto porque nadie salvo ellos está luchando por la paz, no por la victoria, en Siria.
Y que se lo demos nosotros no vale. Nosotros somos unos de los que les están matando.

sábado, septiembre 17, 2016

Sigue así Antonio Cañizares, sigue así.

He conocido a muchos hombres y mujeres religiosas -y eso significa de varias religiones, que religiosos no son solo los católicos-. Entre ellos algunos me enseñaron a pensar por mi cuenta, otras a poner el foco en lo que somos y no en lo que queremos ser, otros que dios, se crea en él o no, no es ni puede ser excusa para nada. 
Como de los no religiosos, de los ateos, de los agnosticos y de los antiteistas que compartieron conmigo lo que sabían y lo que creían saber, estoy orgulloso. Fueran redentoristas, ácratas, mitzvotitas, jesuitas, comunistas, socialistas, franciscanos, sufíes o masotis, estoy orgulloso.
También conocí a Antonio Cañizares, hoy arzobispo de Valencia, ayer mano derecha doctrinal de Benedicto XVI, otrora sacerdote en una parroquia de barrio en Aluche. Y cada declaración que hace, cada noticia que de él aparece en una pulbicación, estoy menos orgulloso de haberle conocido.

Hoy Antonio, La Audiencia ha archivado la denuncia contra ti por tu carta contra los refugiados y los inmigrantes pregúntándote si la inmigración "es todo trigo limpio" y afirmando que la mayoría de los inmigrantes sirios no huyen de nada. Estarás contento.
Mañana es domingo así que te tocará dar un sermón, Antonio. 
Vuelve a escribirlo, aunque sea un esfuerzo supremo para alguien que parece creer que, pese a todo lo que diga Roma, el Vaticano, su iglesia y su mesías, habla exclusivamente con la voz de dios.
Reescribelo y cuando te pongas ante tus feligreses valencianos recuerdales tu pregunta. 
Pero antes diles que en España residián los ibéros y llegaron los romanos; luego residían los hispanoromanos y llegaron los visigodos. Hablales de cómo, cuando los visigodos estaban asentados, llegaron los musulmanes y con ellos los judíos. 
Recuerdadles que no son trigo limpio porque sus antepasados no nacieron en España, porque tienen una posibilidad entre diez mil millones de descender exclusivamente de esa población original que habitaba la Península Ibérica.
Y ya que estarás hablando en el litoral mediterrano, en el antiguo reino de la Dama de Elche, hablalés de Sagunto y esas gentes que llegaron de Cartago y de esos bizantinos que poblaron la tierra que los visigodos no querían ni siquiera mirar y de ese Cid que "al destierro con doce de los suyos" cabalgó huyendo de un rey injusto y de esos almohades que se asentaron para convertir una tierra de mala pesca en un vergel. 
Hablales de todos los que llegaron huyendo de otras tierras, de otras guerras, y diles que no eran trigo limpio, que cualquiera que descienda de ellos no tiene derecho a vivir en Valencia, que debe volverse a su tierra ancestral.
Recuerdales que son descendientes de inmigrantes, de refugiados, de gentes que llegaron a Helike, a la Colonia Valentia, a Segunto o a la Taifa de Denia y que por ello siempre vivirán y moriran bajo sospecha y no pueden pisar la tierra que les acoge desde generaciones.
Luego, cuando llegue el momento litúrgico adecuado, hincaté de rodillas y pide perdón a tu dios por tus mentiras, pide perdón a tu dios por tu odio a los de fuera, por tu miedo cobarde a ser incapaz de imponer a todos lo que piensas si llegan seres humanos de otras tierras que piensan, sienten y creen de modo diferente, 
Suplicale piedad a tu mesias por olvidar que su apostol, ese tal Santiago que le negó como todos mientras moría, llegó a esta peninsula de otras tierras, huyendo de aquellos que le perseguían, para poder ser y decir lo que quería ser y predicar.
Y luego viaja Antonio, coge tu capa carmesí de arzobispo y tu pensamiento cerrado, doctrinal y medieval de inquisidor, y viaja. 
Ve a Alepo, a Damasco, a Jordania, al kurdistan turco, ve a los frentes de guerra, ve a los campos de refugiados. Plántate ante esos que no huyen de nada y gritales que no son trigo limpio entre los bombardeos franceses y rusos, entre las ejecuciones de Al Qaeda y el Falso Califato, entre las limpiezas etnicas del gobierno turco y de los Phesmerga en Rojava. Ve y grítales que no tienen motivo para irse.
Deja tu cobarde odio en Valencia donde permanecerá al abrigo de los aplausos y los asentimientos silenciosos de otros tan absurdamente medievales como tú y ve allá donde están los objetivos de tu odio para poder hablar de frente a tu enemigo. 
A ese enemigo que has elegido tú y no tu dios, que ha elegido tu odio y no tu mesías, que ha escogido tu miedo y no tu fe.
Y ojala exista tu dios, Antonio, ojalá exista aunque sea solamente en ese instante. Ojala se haga de nuevo carne solo para ponerse frente a ti y escupirte en el rostro su desprecio por tu egoísmo, tu odio y tu intransigente cobardía.
Al final, Antonio, sí estoy orgulloso de haberte conocido. Lo he estoy porque otra mucha gente, religiosa o no, logró con su ejemplo y su enseñanza que tu miserable odio, tu fatua arrogancia y tu mezquita cobardía no pudieran entrar en mi cerebro.
Sigue así Antonio y todos y cada uno de los muertos de esta guerra, que desató en Falso Califato de la yihad y la sangre como secular respuesta a nuestros desmanes, caeran sobre esa conciencia cristiana tuya que ha quedado claro que no tienes.
Tú y los que piensan como tú Antonio sí han demostrado ser un caballo de troya en el pensamiento occidental. En ese que habla de justicia, derechos humanos y respeto.
Sigue así Antonio, eres un ejemplo para todos de lo que ni un ateo, ni un agnostico, ni un antiteista, ni una persona religiosa deben ser. Sigue así.
La realidad y la historia necesitan gentes como tú para poder rechazarlas y olvidarlas.

http://www.levante-emv.com/comunitat-valenciana/2015/10/14/canizares-invasion-emigrantes-refugiados-trigo/1327304.html

miércoles, septiembre 14, 2016

No digo inmigrante, digo negra. No digo guineana, digo negra, No digo africana, digo negra.

Pocas veces me pongo a mezclar lo personal con lo político.
Quizás sea ese tono de piel y ese rizo fino y útil en los días de lluvia que gasto, esos rasgos que hacen que tenga mecanizada una respuesta a la pregunta ¿de donde eres? -que nueve de cada diez personas que conozco acaban por hacerme- que consiste en anticipar la segunda: "Y a la segunda pregunta, mi padre era guineano", digo después de contestar a la primera con un simple: de Granada.
Quizás sea todo eso lo que me ha hecho transgedir esa regla no escrita de mi pensamiento.
Y lo hago para hablar de María José, para preguntarme qué hace que el Principado de Asturias esté en contra de que le devuelvan a su hijo, Lo hago para preguntarme por qué nadie se hace las preguntas correctas en este caso, cuando se empeñan en hacer las incorrectas en otros muchos.
Me pregunto por qué los vecinos gritan ante las cámaras de televisión que ellos saben que su hijo es feliz con su familia de acogida -como si un niño de cuatro años hubiera ido puerta por puerta del vecindario en un remedo del mitico anuncio de teléfonica, diciendo "Hola, soy Juan Francisco, soy feliz con mi familia de acogida"-.
Pero también me pregunto por qué no gritaron lo mismo cuando con 11 años, María José, ahora madre y entonces hija, fue arrancada de la custodia de su madre simplemente porque no la dejaba acostarse tarde ni vestir ajustada.
Me pregunto por qué los servicios sociales consideraron eso desamparo y no se dedican a visitar uno por uno los hogares de, por ejemplo, los miembros de las comunidades neocatecumenales o del Opus Dei -los de los musulmanes sabemos que sí los visitan regularmente- para arrancar las numerosas proles residentes en ellos de la custodia de sus padres bajo idéntica acusación de desamparo ya que ellos tampoco les dejan lucir escotes ni irse de jarana nocturna.
Me pregunto por qué todo el sistema se pone a en contra de una decisión judicial para que un niño no viva con su madre -lo repetiré porque estamos en España y la frase parece imposible: un niño no viva con su madre- y no se puso en alerta, ni siguiera prestó atención al hecho de que una niña de 14 años quedara embarazada -la que ahora es madre- residiendo en un centro de acogida; por qué no se investigó que fuera violada -practicar sexo con una menor es casi un sinónimo legal perfecto de violación- con la misma intensidad, convicción y fuerza que ahora ponen en intentan lograr cambiar esa sentencia de devolución de la custodia.
Me pregunto por qué un sistema que crea casas de acogida para mujeres maltratadas a las que van con sus hijos cuando están sin recursos económicos -e incluso cuando los tienen- es capaz de remitir a Maria José una carta en estos téminos: "Asimismo se te habló de que existe un conflicto de intereses en esta administración pública que no pueda defender el derecho legítimo de JUAN FRANCISCO a tener unos padres y no crecer en un centro y, tu derecho como madre a tener relación, aunque sola, sin apoyos que te permitan convivir con familiares y, en un centro de protección, motivos por los que no tienes capacidad para asumir su crianza. Es por este motivo por el que se te ha nombrado una defensora legal, en concreto, la letrada....., para que ejerzas tu derecho a valorar qué hacer y, si lo deseas recurrir la Resolución de 5 de Febrero de 2013 de Inicio de Acogimiento Preadoptivo en Familia Ajena"
¿Las mujeres maltratadas sin recursos también pierden sus hijos por no poder matenerlos y vivir en una casa de acogida? No, se les concede la custodia.
Me pregunto por qué los medios que con otra madre son tan cuidadosos, pese a que es evidentemente sospechosa cuando menos de negligencia por la desaparición de su hija, que siempre las muestra sufriente y llorosa, que han tapado durante semanas el dato conocido de que no era capaz de hacerse cargo de sus hijas hasta que una sentencia judicial les ha obligado a tenerlo en cuanta, ahora no hacen piña ante esta madre violada bajo la tutela del Estado, que tuvo un hijo bajo esa custodia y que ahora tiene que ir a los tribunales para evitar que ese mismo Estado se lo quite para darlo en adopción.
Y me pregunto por qué esas miriadas de militantes de uno u otro feminismo que ya estarían activas y activadas a favor de María José si le quitaran la custodia siendo lesbiana o mujer maltratada o prostituta o drogadicta o simplemente una madre soltera -como lo es María José- están calladas, por qué sus redes sociales no arden con el asunto hablando de la imposición del concepto de familia católica, del patriarcado opresor o de cualquier otro trasunto explicativo y siguen pendientes de una campaña absurda sobre el canon estético de los pechos femeninos.
Y solo encuentro una respuesta a este mar de preguntas: Maria José es negra.
No digo inmigrante, digo negra, no digo guineana, digo negra, no digo africana, digo negra. 
Porque María José es nacida en España, de nacionalidad española y europea, pero es negra.
Y España aún no acepta que un español sea negro. Todavía hay que explicar de donde eres si eres negro y porque eres negro siendo español. 
Si eres alta, rubia y con lo ojos azules no hay que explicar que tu madre es de origen nórdico, si eres robusto con el cuello como una columna jónica y la naríz aguileña no hay que esxplicar que tu padre es de origen eslavo o magiar, si eres peliroja y pecosa no hay que explicar que tu abuela era irlandesa, Pero si tu piel no es blanca o tus ojos no son lo suficientemente redondos hay que explicar porque eres español.
Un pueblo descendiente de ocho siglos de mezcolanzas raciales voluntarias y forzosas bajo dominio musulmán, un pueblo en el que un tercio de los apellidos se idearon para ocultar origenes judíos, sigue actuando como si el color de la piel fuera ligado a la nacionalidad. Sigue fingiendo ser puro.
Quizás por eso un gobierno regional de un partido que quiso hacer, con cierta razón, un caso de Estado de los casos de niños blancos robados por las monjas durante la dictadura ahora quiera quitarle su hijo a Maria José y todos los que se asociaron e indignaron con esos casos pretéritos ahora premanencen en silencio ante este casa presente.
Porque tal ves no se pueda robar niños para dárselos a "una buena familia crisitiana", como defendía la monja criminal pero si sea acptable robar niños negros, incluso siendo el Estado, para dárselos a "buenas familias blancas".
Pues bien, contra esa estupidez nacional, contra esa incapacidad de asumir que ser español no es ser blanco, solo cabe una posibilidad. 
Buenas gentes de España recuerden su infancia, sus padres y sus abuelos, los lugares donde crecieron y estudiaron, pongan en su Ipod a todo pasto el himno nacional para aumentar sus sentimientos de pertenencia a España
Y luego cierren los ojos e imaginen que pierden todo eso, que llega el Estado y se lo arrebata. Y además intenten imaginar que son negros.
María José su hijo y yo por fortuna no tenemos que hacerlo. Tenemos espejo en nuestras casas.

martes, septiembre 13, 2016

Ese olvidado mito de la lucha llamado Pentesilea.

Andaba yo, tras un encontronazo dialectico, buscando como explicar de un modo diferente esto de la necesidad de universalismo a las adalides del feminismo de clase y heterofobo -que no son desde luego mayoría pero hacen mucho ruido- cuando llegó el circo, un espectáculo de circo en Avila, y me recordó algo que siempre he sabido. No hay nada que yo pueda decir o escribir que no haya sido dicho o escrito ya de una forma más clara, mas bella.
Me recordó a Pentesilea.
Este feminismo que mezcla su tendencia sexual con el concepto de que la mujer es una clase social y el hombre otra como para justificar un amor que no necesita justificación alguna es muy del mito de Las amazonas.
Las amazonas, esas aguerridas y bellas -siempre bellas por supuesto, no se nos ocurra decir que una amazona no es bella- que vivian sin hombres y se enfrentaban a los guerreros helenos  y se amaban entre ellas en su Sarmacia natal. Las presentan como las arquitectas del pairiso perdido e idílico en el que seguramente la buena de McKinnon hubiara sido tremendamente feliz.
En esta visión -bajo el prisma de género supongo- olvidan que ese paradisiaco reino se basaba en la esclavitud y el scrifico ritual de los varones, que sus reinas tenían una extraña y nunca explicada tendencia a enamorarse hasta las trancas de sus enemigos y dejarse engañar por ellos y otros detalles que se digieren con dificultad. Da igual, eso son las aportaciones del patriarcado machista imperante que quiere mantener sojuzgada a la mujer. Las amazonas eran las amazonas y el mundo debe diseñarse según su reino o casi.
Pero sobre todo se olvidan de Pentesilea.
Una amazona en toda regla que está tan feliz en su reino sámarta y se entera de la guerra de Troya y su motivo, decidio que los troyanos defienden una causa justa y coge a doce de las suyas -cual Mio Cid cabalgando al destierro- y se presenta armada hasta los dientes en las puertas de la ciudad de Priamo.
Le importa un carajo que los que defienden Troya sean hombres o mujeres, no le importa haberlas tenido tiesas en otro tiempo con Priamo y los frigios y haber sido enemigos. Reconoce una causa que cree justa, que poco o nada tiene que ver con lo suyo y sus pendencias y se presenta para poner su fuerza y su lucha al servicio de una causa que considera justa. Ella, que abomina de la relación heterosexual, defiende el derecho de Helena y Paris a hacer lo que les venga en gana; Ella, que mantiene a los hombres alejados por propia decisión, no tiene problema alguno en luchar hombro con hombro con los hombres troyanos. Ella, que se defiende a sí misma, no tiene ningún problema en defender a otros, aunque en algunas ocasiones hayan sido hasta enemigos.
Y claro muere en el intento con sus doce compañeras. Y que muriera a manos de Aquiles y este se enamorara de ella al matarla es esa parte de tragedia que tiene todo relato griego para la historia y para el mundo.
Ese universalismo, ese pelear por otros y no solo por mi causa, ese sumarse a las luchas y batallas contra la injusticia aunque no me afecten directamente es lo que olvida ese falso femnismo de clase y heterofobia dominante. Ese dejar el prisma y ver el mundo en su conjunto es de lo que se muestra incapaz.
Siria arde por los cuatro costados y ellas hablan del velo; España se hunde económica y socialmente y ellas hablan de tamaño de los pechos y de quien debe mirarlos o no; Europa se deshace y se rehace de espaldas a las gentes y de cara exclusivamente al dinero y ellas hablan de cuotas femeninas en los consejos de administración de las empresas; occidente se retrotae a la barbarie a través de una marña decorrupción y ellas se felicitan de que Kirchner, Rousseff o Lagarde accedan al poder, ignorando toda reflexión sobre la corrupción que, como otros muchos, han desatado al llegar a sus cargos o incluso antes; la gente sale en marea para exigir una sanidad pública sin recortes y ellas solamente se suman exigiendo queno haya recortes en las clinicas para abortos o en la adopción para parejas lesbicas -ni siquiera gays-.
Em fin que ¿quien era Pentesilea? El mito de la mujer fuerte, comprometida y dispuesta a luchar y morir no solo por sus derechos sino también por los de otros, incluso por los de aquellos que otrora había considerado sus enemigos.
No es extraño que algunas se esfuercen por olvidarla. Pero el circo no lo hacem por fortuna para el mundo, no lo hace.

domingo, septiembre 11, 2016

Demasiados onces de septiembre para un solo 11-S

Hace unos cuantos onces de septiembre descubrí que había demasiados onces de septiembre.
El 11 de septiembre un puente fue testigo de una de las más crueles matanzas que su país ha visto a lo largo de la historia. El 11 e septiembre casi cinco mil personas murieron entre gritos y estertores cuando un ejercito de hombres, cansados de abusos e injusticias, derrotaron en el puente de Stirling a la más orgullosa caballería que Albión había conseguido armar hasta entonces. Nadie recuerda como esos guerrilleros, mandados por un mítico y no precisamente australiano, William Wallace, derrotaron a las huestes de Eduardo I y marcharon sobre la desprotegida ciudad de York.
Nadie puede recordar como, en la campaña de castigo posterior, fueron arrasadas más de 100 aldeas, 15 villas, dos ciudades y murieron más de 300.000 personas en un país que apenas contaba con once millones de habitantes. 
Pero, claro, ya nadie lo recuerda. Sólo hay un 11 de septiembre y nadie recuerda el 11 de septiembre de 1297, el día en que la guerra llegó a Escocia.
El 11 de septiembre la población de una ciudad se quedó muda y atónita ante la magnitud de la atrocidad cometida por sus enemigos. Y no quedó sin voz porque no tuviera nada que decir o porque el miedo o la rabia les impidiesen articular palabra, se quedó muda porque, tras observar como casi dos mil personas morían junto a los símbolos de su grandeza que se derrumbaban a su alrededor, la población de la ciudad de Drogheda sufrió la persecución de las tropas de Oliver Cronwell que, tras matar a sus defensores, entraron por sus arruinadas murallas y los masacraron. 
Pero nadie puede recordar el 11 de septiembre cuando 6.000 personas fueron quemadas, ahorcadas o fusiladas en aras de un puritanismo y un fanatismo religioso que excedía todos los límites. 
Nadie recuerda el 11 de septiembre de 1642, el día en que la guerra llegó a Irlanda.
El 11 de septiembre la gente se paseaba entre los restos buscando objetos, restos. Algo que recordara a sus camaradas, a las personas que habían muerto cuando hacían el trabajo para el que habían sido contratados. Algo que tener o que vender como recuerdo de lo que había ocurrido allí ese día. 
Buscaban un recuerdo de los 4.000 cadáveres vestidos de rojo, azul y blanco que yacían entre los restos de un paisaje de pesadilla. Pero nadie puede recordarlo. Nadie puede recordar los once días que tardaron en retirarse los cadáveres del macabro escenario. Nadie recuerda los cerca de trescientos ajusticiados por rapiña colgando de las horcas. Nadie puede recordar lo que ocurrió en Campomayor, el lugar en el que las potencias pugnaban por la sucesión de un trono que a nadie pertenecía. 
Nadie recuerda el 11 de septiembre de 1709, cuando el Duque de Malborough pasó a cuchillo y bayoneta a a seis mil almas, el día en que la guerra llegó a España.
El 11 de septiembre miles de personas cerraron sus bocas y contemplaron atónitos como el símbolo de la grandeza del poder de su país caía ante un ataque planificado, organizado y llevado a cabo por aquellos que más aborrecían su forma de vida. Y cerraron sus bocas para evitar que se llenarán de agua o de metralla mientras veían como la armada franco inglesa destruía y arrasaba hasta los cimientos Sebastopol, la joya de los puertos de su madre patria. Callaron porque fueron pasados por la quilla o se hundieron con sus barcos y sus defensas portuarias. En una ciudad habitada por 10.000 personas fueron devueltos 700 supervivientes. 
Nadie recuerda el 11 de septiembre de 1855, el día en que la Guerra de Crimea llegó a Ucrania.
El 11 de septiembre millones de personas se agolparon ante los televisores para contemplar como se desvanecía su esperanza de vivir en un mundo mejor, más justo y más ecuánime. Como un grupo de fanáticos sin ningún derecho a hacerlo envolvía en llamas y derribaba uno de los únicos sitios donde en su país anidaba la esperanza de mejora y de progreso. Vieron como comenzaba un reinado de terror que asesinó a 600.000 personas e hizo desaparecer a más de dos millones. Contemplaron arder la Casa de La Moneda mientras era bombardeada por aviones prestados por el gobierno estadounidense a los militares que no aceptaban el gobierno salido de las urnas. 
Pero nadie recuerda el 11 de septiembre de 1973, el día en que la guerra llegó a Chile.
Hoy todo el mundo recuerda el 11 de septiembre. Como si sólo hubiera un 11 de septiembre. Como si nunca antes hubiera habido un 11 de septiembre. 
El once de septiembre del que nos empeñamos en hablar, ese que hoy recuerdan todos no es diferente de cualquier otro 11 de septiembre de la historia de Occidente, de cualquier otro día en el calendario histórico del mundo.
Por desgracia, cada día hay un 11 de septiembre en la historia de la humanidad.
No merece más recuerdo o más horror que los otros 11 de septiembre en Escocia, Irlanda, España o Chile. 
Es la misma historia: el día en el que unos miles de inocentes pagaron los errores de un gobierno culpable, de unos enemigos furiosos y de una conflagración tan antigua y repetida que ya se antoja interminable. 
El día en que la guerra llegó a América. Sólo eso. También eso.

sábado, septiembre 03, 2016

Amargura Solidaria o el Síndrome de Ebenezer


Alguien se ha inventado hoy en las redes sociales  el Dia del Amargado. Y está bien porque esas personas merecen un poco de nuestro tiempo y nuestra reflexión.
Amargura Solidaria o el Síndrome de Ebenezer
Los hay que dicen , con la resignación propia de los que no medran en los conflictos, que de todo tiene que haber. Que, al fin y al cabo, forma parte del mismo concepto de sociedad y de civilización occidental atlántica que haya de todo un poco entre los seres que se hacen llamar humanos.
Y los hay que decimos que no. Que la sociedad no exige la existencia de determinados perfiles pseudohumanos que pululan por el mundo. Que hay que identificarlos, aislarlos y colocarlos en algún espacio que evite que su forma de entender la existencia destruya, castigue y dificulte la vida a los demás.
Y uno de esos tipos cuasi humanos dignos de estudio y aislamiento terapeútico es el de los solidarios de la amargura.
Bote pronto, lo de solidario puede sonar bien. Ese moderno remedo de la caridad, virtud teologal inmarcesible, tiene tan buena prensa que parece imposible que nada emparejado a tal adjetivo sea, ni de lejos, digno de crítica.
Pero claro, no siempre las cosas son lo que parecen.
Los hay que, incapacitados por su propia vida, por sus absurdas decisiones o por su escasez de neuronas, viven en una permanente sensación de amargura, de sinrazón, de pobreza existencial, que alcanza cotas incomprensibles e inexcrutables para el común de los mortales.
Ellos se sienten Sartre, Camus o cualquier otro existencialista  y así manejan su amargura constante, pero son en realidad el enano gruñón del pueril y edulcorado Blancanieves animados cuando menos. 
O incluso tiran de nihilismo existencial a lo Kropotkin para darle arrogancia y explicación  a su amargura pero no pasan de ser como mucho ese personaje de Moliere enrrocado en su misantropía innecesaria
Los hay que cada día, cada semana, cada año y cada lustro se levantan con el mismo pie izquierdo que ya ha creado sabañón de tanto tocar el frío suelo por las mañanas; los hay que, desayuno tras desayuno, ingieren las mismas miserrimas cantidades de mala baba hasta el punto de sufrir en sus estómagos cuajarones eternos de leche -mala, por supuesto- reconcentrada y rancia.
Los hay que persisten tanto tiempo en el humor aciago de un mal día, que son incapaces de salir de esa jornada y la transforman en algo secular, eterno, interminable. Como la gran Shirley McLaine, cuando se disfrazara de metálica magnolia, no están enfadados, no están enojados, ni siquiera están hastiados o deprimidos, simplemente llevan cicuenta y tantos años de mala leche.
Los que son así podrían dar lastima, podrían generar esa piedad judeo cristiana tantas veces predicada, si vivieran en soledad ese eterno día de la marmota de amargura y tristeza. Pero se empeñan en no hacerlo.
Estos seres de amargura temprana e ilógica irrascible podrían dar pena -como hiciera el anciano Ebebezer de Dickens- si no se empeñaran en ser solidarios. Si no se empeñaran en compartirla con aquellos que no queremos recibirla ni formar parte de ella.
Como no tienen familia, no pueden compartirla; como no poseen alegría no pueden exportarla; como carecen, en la mayoría de los casos, de inteligencia y sensibilidad son incapaces de poner nada de eso en el cesto común del universo. Sólo tienen su amargura, su falta de alicientes, su monotonía formal y material y es ló unico que pueden aportar al mundo.
Estos nuevos ebenezeres, hijos de sus propias carestías y de sus limitaciones cerebrales y afectivas, no sólo diseñan sus vidas para abarcar la mayor cantidad posible de amargura, sino que además se sienten molestos, contrariados e insultados hasta casi la indignación cuando los demás no manejan sus existencias con el mismo diseño.
Como ellos no tienen hijos les molesta que otros los tengan; como carecen de objetivos desestiman, desprecian y dificultan los de los demás; como no practican el sexo se sienten insultados si otros lo hacen, como no saben amar intentan destruir, minimizar o criticar por absurdo y pueril el amor de otros. Como no viven, que otros tengan vida las resulta inaceptable hasta la indignación.
Y entonces es cuando más solidarios se hacen. Cuando más se empeñan en compartir su amargura de forma universal y solidaria.
Sean familiares, amigos -palabra que utilizan pero que no practican- compañeros o jefes, vuelcan todos sus esfuerzos en que los demás compartan la hiel de sus elecciones y el páramo de sus existencias. 
Se transforman en sembradores de minas anti alegría, lanzadores de misiles contra la tranquilidad, zapadores del buen rollo, barreneros de la lógica y dinamiteros del ambiente distendido y amigable.
En fin, que desparraman una solidaridad en su amargura tan constante como no deseada por los demás y sólo cuando, por su intervención, un entorno calmado se vuelve tenso y una vida placida se transforma en infernal se sienten complacidos y sacan pecho, orgullosos de haber conseguido que su amargura y el hedor de su muerte en vida se difunda en el aire.
Todos conocemos a alguno o alguna de ellos.
Y quienes tengan oidos para oir que oigan.

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