martes, octubre 06, 2015

Cuando un voto daña la Sanidad como una bomba

Hasta los más acérrimos de la lucha militar encarnizada contra el falso califato están estos días en pleno ataque de indignación por el bombardeo "accidental" de un hospital de Médicos sin Fronteras en Afganistán.
Pues bien que no miren hacia Kabul, que posen sus ojos en otra parte mucho más cercana, en Galicia.
Un hombre enfermo de cáncer no puede ser operado por falta de instrumental. Y no estoy leyendo los Pazos de Ulloa, contemplando la sociedad de hace dos siglos y no estoy repasando el informe de Médicos Sin Fronteras sobre la situación sanitaria en un país de que siempre sentimos lejana África. Estoy leyendo El Faro de Vigo.
Ese es el producto del bombardeo sistemático contra la Sanidad Pública que Núñez Feijoo y todos los que son y fueran presidentes de las comunidades autónomas del Partido Popular han realizado contra la Sanidad Pública de este país; ese el el "daño colateral" de las constantes acciones de castigo que han emprendido contra los servios públicos para lograr el dinero que su mala gestión en otros asuntos, dádivas y turbios negocios había hecho marcharse por el sumidero de las cuentas públicas.
Ya no hace falta ver a Gabriel Muli en Heaven golpeando a puñetazos desesperado el corazón parado de un paciente porque no tiene electricidad para hacer funcionar su desfibrilador, ya no hace falta ver gritar de desesperación a la inmarcesiblemente bella Mónica Bellucci lanzando sus lágrimas al sol por no poder salvar a un niño con una vacuna contra que cuesta 4 dólares y medio en Estados Unidos.
¿Quieren ver desesperación?, ¿quieren ver impotencia médica?, ¿quieren ver daños colaterales? Vayan al hospital Álvaro Cunqueiro de Vigo
Y verán literalmente a profesionales médicos porque no han podido practicar una "gastrectomía total por adenocarcinoma gástrico" a un hombre 66 años que se muere de cáncer, porque intentar salvar vidas y en un hospital inaugurado como lo más nuevo de Galicia no hay esterilizadores. material quirúrgico para hacerlo.
Y puede que esto les parezca injusto y a lo mejor lo sea pero la próxima vez que llamen a su hospital privado a pedir una cita siéntense en la sala de espera cierren los ojos, e imaginen la desesperación de un médico o de una doctora -pónganles el rostro de Gabriel Muli o Mónica Bellucci si quieren- cuando comienzan a ver, oír y sentir las bombas estallando en su hospital.
Y luego piensen que su voto al Partido Popular genera en Vigo los mismos daños colaterales que esas bombas.

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