sábado, agosto 15, 2015

Fernández Díaz, la ilegalidad de trabajar para Dios

-¿Es fácil tener presente a Dios en el Congreso?
-Aunque parezca que le hayamos cerrado la puerta, aunque a veces no lo queramos ver o escuchar, tengo la íntima convicción de que Dios está muy presente en el Congreso. Las Cortes son el órgano legislativo del Estado y Dios, el gran legislador del universo.
Atención pregunta: ¿pertenece esta respuesta durante una entrevista a un pastor protestante que ha ganado su escaño legislativo por Wisconsin, a un miembro del partido Likud israelí, a un allatolah que se sienta por derecho divino en los escaños del parlamento iraní?
Podría ser de cualquiera de ellos pero hiela la sangre saber que no lo es. Es de Jorge Fernández Díaz. Ministro del Interior. Al lado de esto sus reuniones de escaso gusto y legalidad con Rodrigo Rato palidecen como motivo de crítica o dimisión.
Un representante del Gobierno mantiene que legisla según le dicta su dios porque le considera el gran legislador. Lamento comunicarle que el único legislador aceptado en este sistema y en la Constitución Española es la voluntad popular. No la de su dios o cualquier otro, no la del gobierno o cualquier otra administración. Es la voluntad popular.
Un ministro del Interior afirma que se pasa por el arco del triunfo la Constitución Española pasando de la voluntad legislativa de su ciudadanía y otorgando esa competencia a su dios y se queda tan ancho.
Pero la cosa no queda ahí
-¿Cómo vive la política?
-Como un magnífico campo para el apostolado, la santificación y el servicio a los demás, como mi vocación personal y específica, el lugar donde Dios quiere que esté. Para un católico, dedicarse a la política, aquí y ahora, es un reto apasionante.
¿Perdón? ¿un magnifico campo para el apostolado?
Un cargo público de un estado aconfesional está diciendo que considera que su actividad política debe estar encaminada al proselitismo, que es el trabajo de un apóstol?, ¿que debe estar dirigida a acercar más almas a su dios y no a servir a aquellos que le han puesto en el Gobierno? 
No es que sea muy original. Es lo mismo que piensan los jefes religiosos iraníes o lo mismo que pensaron Sus Majestades Católicas Isabel y Fernando y ya sabemos en qué desembocó: La Santa Inquisición.
Y no os creáis que estoy exagerando que en esa misma entrevista, el señor ministro -o quizás debiera decir el decimotercer apóstol- firma que sus fuentes de conversión son Vittorio Messori y Henry Nouwen. ¡Ole sus gónadas externas!
Messori uno de los principales defensores del gran Inquisidor que resultó no saber dejar de ser el dimitido Papa Ratzinger, que llama a la lucha contra el Islam o que critica abiertamente al nuevo Papa porque "en la primera entrevista con Eugenio Scalfari, ridiculizó a quien pensara que “Dios es Católico”, como si la Iglesia Romana, una, santa, católica y apostólica fuera una opción, un accesorio para llegar de alguna manera a la Santísima Trinidad según los gustos personales de cada uno?". 
Vamos que se queja de que la cabeza de su iglesia acepte que hay múltiples formas de vivir la experiencia religiosa y considere que todas ellas pueden se válidas.
Y ya de Nouwen ni hablamos
"Cada hijo de Dios tiene su sitio, todos ellos son sitios de Dios. Tengo que dejar de lado cualquier intento de comparación, cualquier rivalidad o queja y rendirme al amor del Padre". En resumen, la resignación cristiana en estado de malentendimiento puro. Nada de lucha, nada de intento de mejorar. Aceptar tu lugar en el mundo y dar gracias por él. 
¿Eso es lo que intenta lograr en su acción de Gobierno? Parece ser que sí. La ley Mordaza, la reforma del código penal, Todas sus constantes referencias al radicalismo y a la ilegitimidad de las quejas y protestas ciudadanas así lo indican. Las respuestas y las fuentes de las que bebe la conversión el ministro tan solo defienden dos cosas: La teocracia y la intransigencia. Su derecho a anteponer la voluntad de dios -interpretada por él, claro está- a la de aquellos de los que recibió el mandato de gobernar.
Hiela la sangre darte cuenta de que la seguridad interior de este país no está en manos de un incompetente, un corrupto o un totalitario -que también-. Está bajo las órdenes de alguien que solo se diferencia de un haredim o un salafista en que no se cubre constantemente la cabeza.
Alguien que cree que trabaja para Dios.



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