martes, julio 14, 2015

Ἑλλάς, la primera letra del epitafio de Europa.


Tsipras ha aceptado un acuerdo que Der Spiegel, nada sospechoso de izquierdista radical, ha definido como un "catálogo de atrocidades" y su pueblo exige su cabeza como víctima propiciatoria de un holocausto que aún está por llegar.
Es lógico que Grecia lo haga y es lógico que Alexis Tsipras prepare su cargo para ponerlo de nuevo a disposición del pueblo griego en el próximo otoño, como ya han anunciado algunos miembros del gobierno griego. Él sí ha demostrado ser demócrata. Al menos de momento.
Y ahora que todos los que querían ver caer el "radicalismo griego" dan palmas con las orejas, olvídense un instante de su miedo que les hace ver fantasmas en el cambio, olvídense de la incultura que les hace suponer que negar la bondad intrínseca del capitalismo es sinónimo de apoyar el colectivismo estalinista, olvídense de la falta de imaginación y de criterio que les hace aferrarse a lo que tienen aunque vean que hace aguas pidiéndole a la virgen que les deje por siempre como están.
Ahora, que los medios de comunicación establecidos ya no le dedican titulares y vuelven a lo nuestro, olvídense de Grecia y piensen en Europa.
Europa ha muerto.
Puede que todos fallezcamos -espero que de viejos en la cama y abrazados a alguien que nos quiera- antes de verlo. Pero alguno de sus hijos o sus nietos estudiará estos días como la primera letra que se escribió de epitafio en la lapida que terminó cubriendo el catafalco de la muerte de Europa.
Porque todos y cada uno de los pilares y cimientos sobre los que se suponía que debía edificarse el gobierno continental ha sido quebrado, dinamitado o simplemente ignorado para lograr la victoria en esta guerra desigual que sus egos borrachos de triunfo ahora celebran.
La democracia, ese régimen político que se supone que es incuestionable entre el Cáucaso y Tarifa, ha sido ignorada. 
Mientras los líderes europeos consideraban un insulto un referéndum, ellos no han sometido a sus poblaciones, sus ciudadanías, sus sociedades o como quieran llamarlas para no llamarlas pueblos, la decisión de si querían o no que se impusiera este acuerdo draconiano a los griegos. 
Y si no somos de democracia directa y sí de representativa, Europa también la ha dejado de lado. Tsipras acudía una y otra vez a su parlamento para someter a él sus propuestas y las contrapropuestas del Eurogrupo mientras que no ha habido una sola votación del Parlamento Europeo sobre ninguna de las propuestas, ni una sola discusión legislativa vinculante europea al respecto.
Los que dicen que hablan y actúan por Europa ha matado la división de poderes al ignorar a su legislativo, la voluntad democrática expresada por un pueblo, forzado a un gobernante electo a sabiendas a actuar en contra del mandato democrático de su sociedad y conspirado -en el sentido estricto de la palabra, que incluye los susurros de pasillo y las decisiones tomadas sin luz ni taquígrafos presentes- para derrocar a un gobierno democrático.
Que digan "respetamos las decisiones del pueblo griego" no embellece en absoluto el sudario de Europa.
Con la justicia no han tenido más piedad. La han disparado en la nuca por detrás como haría cualquier banda de la mafia, la yakuza o las triadas.
Saben que no es justo hacer pagar a los pensionistas los errores y especulaciones de los brokers de los fondos buitre y lo han ignorado; saben que es injusto que una sociedad pague con la miseria los delitos de fraude y negligencia de los anteriores gobiernos griegos y buena parte del aparato de la Administración Europea, que concedieron créditos que nunca debieron concederse. 
Sabían que lo justo era negociar una quita de una parte de deuda cuando menos fraudulenta y que dentro de sus países tienen leyes que hablan sobre ello y cualquier juez las aplicaría en este caso. 
Por eso ni un solo órgano judicial europeo ha sido puesto en juego en este conflicto contencioso administrativo que en cualquier otro ámbito se dirimiría en la sala de un tribunal.
Y se han comportado como auténticos mafiosos. 
Poniendo la pistola en la cabeza de toda una sociedad para que acepte "pagar por su protección" contra una situación económica que ellos mismos han forzado, cerrando el flujo de liquidez para castigar a aquellos que habían votado en contra de su propuesta, reteniendo cantidades ingentes de dinero del segundo rescate -que legalmente ya pertenecían a Grecia- para forzar una decisión en su provecho y el de las entidades financieras que están tras ellos y cuyos anillos besan como en el besamanos de El Padrino.
Así resulta muy difícil evitar que la podredumbre de la muerte anegue el catafalco en el que yace Europa.
No es que la dignidad y el respeto hayan corrido mejor suerte, fusilados al amanecer en el patio de armas por un grupo de sicarios que se olvidaron de cargar uno de los fusiles con balas de fogueo.
Con el enemigo que se habían inventado por pensar económicamente de forma diferente derrotado en el suelo han llamado a su comandante para que vuele desde Berlín para posar su bota en su cuello y robarle a los griegos y su gobierno la poca dignidad que algunos líderes de Europa habían intentado mantener. 
El tiro de gracia. O de desgracia.
Han puesto sus activos, pagados con el dinero de varias generaciones de impuestos griegos, bajo una administración extranjera, han obligado a su gobierno a deshacer las leyes emanadas de su voluntad nacional, han introducido una gestapo financiera en la sede del palacio de gobierno, sonriendo en el podio mientras imponían condiciones que eliminaban toda posibilidad de gobierno independiente de Grecia durante varias generaciones para satisfacer su ego victorioso y enviar un mensaje a todos de que no se puede jugar con el poder omnímodo de una canciller ni del sistema económico que defiende contra todo cambio.
Decidieron que el vencido no tenía derecho a su libertad y su dignidad, como hicieran los vencedores de la Gran Guerra con una Alemania derrotada a la que cargaron con humillaciones y deudas bélicas completamente inasumibles, como no hicieran con ellos los líderes de Yalta cuando habían acumulado otra buena cantidad de deudas y de muertos a sus espaldas en su intento furioso de recuperar su dignidad nacional.
Y con el respeto y la dignidad ejecutadas hay muy poco que hacer salvo terminar de arrojar la tierra manchada de sangre y de miseria que cubre la tumba de Europa.
De modo que los que ahora celebran el triunfo sobre el "radicalismo" que lo disfruten. Y que vayan buscándose un terno negro de buena calidad.
Porque Europa ha muerto. El dinero, la injusticia y el terror a la evolución la han matado y su funeral nos va a costar sangre y lágrimas.
Ni siquiera puedo decir Descanse en Paz. No lo va a hacer. 
No van a dejar a Europa que lo haga.

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