sábado, junio 20, 2015

Tsipras, dinero, energía o Europa ya no es nadie.

Para ser unos comunistas de izquierda radical y estalista que rozan el leninismo más compulsivo han sabido interpretar perfectamente este liberal capitalismo occidental atlántico nuestro.
Me refiero a los señores del Gobierno griego. Tsipras, Varoufakis y sus chicos van dando una tras otra en el rostro cada vez más irritado de la Comisión Europea porque han entendido perfectamente lo que es la política en este viejo continente y golpean donde más duele.
Puede parecer lo contrario pero Grecia tiene a Europa cogida por las gónadas externas. Porque si no paga esa deuda generada por sus políticos, Alemania verá caer varios de sus bancos o tendrá que salvarlos insuflando dinero público en ellos -¡Anatema!, salvo para España, claro-. Y lo mismo pasará con Francia, con holanda e incluso con España.
A la Comisión Europea y el BCE ya no les cabe el cuello en la corbata porque empiezan a entender que Tsipras está poniendo al descubierto una de las mayores fragilidades del sistema liberal capitalista: los Estados han llegado a depender completamente de las grandes corporaciones, en este caso las financieras. Son rehenes de su funcionamiento. Por eso terminan concediendo a Grecia otro aplazamiento, otra inyección crediticia en el último momento.
Necesitan un acuerdo, necesitan que Grecia siga siendo acreedor de sus bancos aunque no pague. Porque la Europa de este sistema económico moribundo se verá abocada al fracaso definitivo si los estados sobreviven fuera de ese círculo vicioso. Y Grecia, a través de su gobierno, es lo que intenta.
Pero, por si fuera poco, mientras los medios de comunicación al uso, las instituciones europeas, los gobiernos de los países miembros y De Guindos presionan hasta el extremo y tiran de complejo de Casandra para augurar grandes desastres, el Primer Ministro griego vuelve a demostrar que sabe de qué va todo esto. 
Coge un avión y se va a Moscú y vuelve con un acuerdo con Gazprom, el monopolio energético ruso, para facilitar su acceso al mercado europeo y atlántico. Introduce en la partida a un nuevo jugador que no respeta las reglas que el capitalismo liberal quiere vendernos como universales e imposibles de cambiar.  
Otra andanada bajo la línea de flotación de la Europa liberal capitalista que mantiene que no hay otra solución para el mundo que la suya. Porque lo que hace Tsipras con ese viaje es dinamitar otro de los pilares corporativos del sistema europeo: las grandes corporaciones energéticas.
Así que parece que el Gobierno Griego sí ha entendido cómo es la política europea. Tanto la ha comprendido que sabe como dinamitarla para buscar otra forma y manera de hacer las cosas.
"Estoy en Rusia porque Europa ya no es el centro del mundo, hay nuevas fuerzas".
Esa frase demuestra todo lo que sabe Tsipras de política aunque muchos sigan manteniendo que no sabe absolutamente nada.
Puede que nuestros pasados imperiales, coloniales y culturales nos dificulten verlo, puede que las reminiscencias de una política de bloques trasnochada nos haga vernos como vencedores de la Guerra Fría y adalides del desarrollo, pero eso es solo nuestra percepción.
Europa no tiene capacidad de influencia sobre el resto del mundo, vive y desarrolla su política secuestrada por los intereses de las grandes corporaciones y no es factor a la hora de determinar los procesos de cambio internacional. Esa es la realidad.
Y la percepción nunca se puede anteponer a la realidad. Ese es uno de los primeros síntomas de la locura. 
Los griegos inventaron Europa y la dieron nombre hace miles de años y ahora es un griego el primero que dice abiertamente que ya no importa Europa.
Más nos valiera saber tanto como Tsipras de política y realidad al mismo tiempo y empezar a reconocer esa realidad en nuestra política.


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