miércoles, mayo 27, 2015

Esperanza Aguirre, la última terrorista que nos queda

Ya ha empezado.
"Hay que evitar que Madrid tenga una alcaldesa que quiere utilizar la alcaldía como trampolín para romper el sistema democrático tal y como lo conocemos".
Esto es lo que la rabiosa y enrabietada Esperanza Aguirre ha dicho sobre Manuela Carmena, su rival en las elecciones municipales en las listas de Ahora Madrid.
Eso es un insulto desmedido a una jueza que ya peleaba por la democracia mientras ella y su familia se sostenían a la sombra de su tío, Ignacio Aguirre Borrell, Secretario de Estado de Turismo en el franquismo, aunque ahora intente presentarse como heredera del poeta Jaime Gil de Biedma, asesinado por homosexual y rojo por ese régimen, después de haber sido desheredado por su familia, eso sí.
Es una manipulación sin cuento para alguien que ha pretendido cambiar la democracia "tal y como la conocemos" desde que esta en el poder, proponiendo eliminar el Tribunal Constitucional, estando de acuerdo con leyes que limitaban o simplemente suspendían derechos fundamentales como el de asociación, reunión y expresión.
Pero más allá del insulto y la manipulación, esa frase, esa primera andanada de Esperanza Aguirre, es un acto de puro y simple terrorismo. No es el último exabrupto de una política senil y cabreada es por definición, en la primera y más pura acepción de la palabra, terrorismo.
Terrorismo.
1. m. Dominación o intento de mantener el dominio por el terror.
Porque, agotadas las excusas, exprimidos los argumentos falaces y quemadas las promesas baldías e incumplidas durante un cuarto de siglo en el poder, recurre a infundir el más puro y simple terror en los ciudadanos para conseguir mantener el dominio político. 
O sea, un acto terrorista.
Por sin pruebas, sin argumentos y sin explicaciones, busca que el miedo acogote las mentes no solo de los ciudadanos, sino de los políticos que tienen que decidir ahora las estrategias de gobierno de Madrid, para conseguir su fin que es alcanzar y mantenerse en el poder.
Porque sin legitimidad ninguna se convierte en jurado y juez -y si pudiera, me temo que en verdugo- amenazando a todos con que si ella no gobierna perderán todo; intentando que el terror más primario haga que todos le den la razón, se postren a sus pies y acepten sin rechistar todo lo que ella tiene pensado para seguir y perpetuarse en el poder.
Y eso es terrorismo, se haga con un micrófono o con un revolver en la sien; se lleve a cabo con una bomba lapa o con una arenga política; se pergeñe en un zulo perdido a las afueras de Donosti o en los pasillos de Génova, 13. Te llames De Iñaki de Juana Chaos, Osama Bin Laden o Esperanza Aguirre y Gil de Biedma.
Usar el terror, infundirlo y alimentarlo para lograr tus fines políticos es practicar el terrorismo. No lo digo yo. Lo dice la lengua de Cervantes y 46 académicos de número de la Real Academia  Española de la Lengua.
Así que, sintiéndolo mucho, todo aquel que repita ese lema estará haciendo apología del terrorismo; todo medio que lo defienda en sus editoriales, aunque tenga más de cien años de historia, estará haciendo apología del terrorismo; todo aquel que compre esa forma de ver la situación política española estará colaborando con el terrorismo.
Y en este país hay leyes contra eso. Muchas de ellas las propuso y aprobó el Partido Popular.
Así que Esperanza Aguirre ha dejado de ser "una liberal en lo económico y conservadora en lo moral" o una "política de largo recorrido". O, para ser más exactos, a nadie le importa ya lo que sea. 
Cuando recurres al terrorismo a nadie le preocupa lo que defiendes o lo que buscas. Ese recurso a infundir el miedo y el terror se vuelve la esencia de toda tu existencia, se convierte en tu definición.
Esperanza Aguirre es la última terrorista que nos queda. Que los partidos madrileños decidan si quieren pactar o no con terroristas.

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