domingo, febrero 08, 2015

El desencanto, Podemos y la enésima manipulación

Será porque uno se despierta pronto hasta los domingos y tiene que esperar hasta que quienes están con él se ponen en marcha pero, leyendo los periódicos, he de decir que los Chicos de la Prensa, como suelen decir los políticos estadounidenses, están hoy muy analíticos. 
Dicen que Podemos ha tocado techo y que además la gente les votará por desencanto mientras que a Ciudadanos le votarían por afinidad ideológica.
Y es cierto, creo que es completamente cierto. Pero decirlo así, sin más, es el intento de manipulación mas artero y desmedido desde -y esta vez sí que no es metafórico- el incendio del Reichstag.
Porque la prensa política española lleva desde la aparición de los nuevos partidos construyendo una cortina de humo que culmina en esa afirmación. 
Han vertido ríos de tinta y gastado millones de bits informáticos en intentar convencernos de que estamos desencantados con la clase política y su corrupción, que lo único que nos pasa es que estamos hartos de mangantes, chorizos, nepotistas y caciques.
Nos quieren demostrar que estamos enfadados solo por eso, que estamos desencantados solo por eso y entonces sería una irresponsabilidad votar a Podemos, que quiere cambiarlo todo, por ese desencanto. Sería matar moscas a cañonazos.
Pero claro, como casi todo el diseño de la campaña de medios contra esta formación política, es una mentira flagrante. Porque tal y como yo lo veo, estamos desencantados sí, pero no solamente con los malos políticos, sino con sus ideologías en general.
Porque a unos la socialdemocracia nos vendió un Estado del Bienestar y un progreso que no se ha producido. 
Nos vendió una política que supuestamente redistribuía la riqueza y que culminó en una reforma laboral salvaje. 
Nos vendió una lucha por la igualdad que se transformó en una política de lobbies que se preocupaba de los problemas de colectivos minoritarios -problemas importantes, he de decir- mientras ignoraba problemas sociales mayoritarios, que aprobaba leyes discriminatorias a sabiendas de que lo eran por motivos puramente de imagen, que gastaba recursos y dinero a espuertas en vindicaciones históricas innecesarias mientras ocultaba la crisis económica, no reaccionaba ante ella y defenestraba a cualquier ministro que hablara de ella.
Nos vendió un laicismo que parecía la solución a todos nuestros males éticos y... En fin, sin comentarios.
Porque a otros el liberalismo neocon les vendió que la libre competencia les daba la posibilidad de prosperar mientras lo único que hacia era aumentar la brecha entre ricos y pobres.
Les vendió que la economía de la deuda apalancada, la especulación y el crédito renegociado haría que las empresas ganaran más dinero y por tanto aumentaría sus beneficios y con ellos el empleo y los salarios y todos serían más ricos. Y lo que hizo fue generar una segunda reforma laboral que ya nos ha convertido prácticamente en siervos de la gleba y una destrucción prácticamente completa de Pymes que se han quedado endeudadas y sin recursos.
Les vendió que los valores morales cristianos tradicionales salvarían España y... Bueno, poco o nada hay que decir al respecto.
Así que, ¡Claro que estamos desencantados! Pero eso no es sinónimo de que ese desencanto sea con la corrupción política. Eso no es sinónimo de que lo único que necesitemos sea un partido de gente honesta que ejercite las mismas políticas y se mantenga dentro del mismo sistema económico que los que se han corrompido -o sea, lo que parece ser Ciudadanos. Que su mérito tiene, no nos engañemos-.
Porque son los vicios de fondo y de aplicación de la ideología socialdemócrata y neocon lo que han generado, por su interacción dentro del sistema económico impuesto e inamovible, los cinco millones de parados, las familias desahuciadas, la miseria, la falta de recursos, la inexistencia de expectativas y todas las cosas que nos tienen desencantados.
Y todo eso nada tiene que ver con un puñado de irresponsables, avariciosos y corruptos que usan el Gobierno en su beneficio. Que también nos cabrea, desde luego.
Así que sí, se vota por desencanto. Desencanto de unas ideologías, un sistema económico y una forma de hacer política, no solo por cabreo con los malos políticos.
No estamos matando moscas a cañonazos. Nos negamos a intentar curar el cáncer con aspirinas que, como diría aquel, es un problema "distinto y distante".
Nos vendría bien no dejarnos convencer de que estamos solamente acatarrados cuando en realidad estamos sufriendo los primeros síntomas del ébola. Y todo lo demás se me antoja una manipulación intolerable.
Vamos, digo yo.

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