domingo, enero 18, 2015

Y olvidamos la lección de la deuda apalancada


Es posible que alguien me llame agorero o que tengo complejo de Casandra o alguna otra cosa peor pero me parece que no hemos aprendido nada.
De pronto, en plena de cuesta de enero, nos aparecen los datos del consumo y todo el mundo, sobre todos los que quieren mantener este sistema económico a cualquier precio -incluso al precio de la vida y la miseria de muchos- lanzan las campanas al vuelo. Su alegría se desborda cuando descubren que por primera vez en años, el consumo de las familias excede a sus rentas familiares.
Y alguien dirá que eso bueno, que alienta a la recuperación, que para salir del bache necesitamos consumo, necesitamos gastarnos los ahorros porque así la economía crecerá.
Y no digo yo que sea cierto. Y no digo yo que en este sistema económico no sea necesario pero, ¿de verdad queremos seguir en este sistema económico?, ¿de verdad queremos que nos vuelva a pasar lo mismo?, ¿de verdad somos tan inconscientes que volveremos a hacer lo mismo esperando que tenga un resultado diferente?
Parece ser que ni la miseria, ni la reversión a la servidumbre, ni la debacle de la banca política española nos han servido para nada. 
Tal como yo lo veo lo único que supone que de pronto el gasto supera la renta familiar y el consumo sustituya al ahorro es que que no nos hemos enterado de que esta crisis eterna no la han provocado los bancos ni los políticos, no la han forzado los especuladores ni los corruptos: la hemos construido nosotros.
Y hemos olvidado que la burbuja inmobiliaria la creamos nosotros intentando especular con nuestras viviendas, que la crisis crediticia la originamos nosotros tirando de la deuda familiar apalancada a tal nivel que nos comíamos la nómina le primer día de mes y teníamos que recurrir para sobrevivir a la tarjeta de crédito durante los 28 días siguientes de mes; que el descalabro financiero lo originamos aceptando hipotecas que se comían el 70% de la renta familiar, pidiendo prestamos para viajar de vacaciones a Cancún, financiando  a crédito cambios anuales de coche, de muebles, de lo que fuera.
No nos hemos enterado de que estamos como estamos porque el crédito que parecía eterno e inacabable nos hizo vivir muy por encima de nuestras posibilidades.
Y ahora, en cuanto alguien nos vende unos cuantos "brotes verdes" nos lanzamos de nuevo al consumo, al gasto más allá de los ingresos, volvemos a alimentar un sistema económico perverso que nos ha llevado a donde estamos, que ha dejado a cinco millones de personas en el paro, que ha llevado a la ruina a miles de pequeñas empresas, que nos ha arrojado al abismo en el que todavía estamos.
Llámenme derrotista o pájaro de mal agüero. Pero si ya ni siquiera somos capaces de aprender de nuestros propios errores no queda mucha esperanza para el futuro. Si nos comportamos como niños pequeños a los que los gobiernos tienen que impedirles cometer una y otra vez los mismos fallos para no acabar una y otra vez arrojados a la miseria y la crisis quizás nos merezcamos lo que nos pase.
No olvidemos la lección de la deuda apalancada. Aprendamos a vivir con lo que tenemos, con lo que ganamos y a ajustar en lo económico y en todo lo demás nuestras expectativas a nuestras realidades. Que no es tan difícil, digo yo.

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