jueves, abril 25, 2013

Tú también eres uno de los funestos seis millones.

Hay cifras que un día se arrojan sobre nosotros y nos demuestran lo que está pasando. Cifras que nos llegan desde los titulares virtuales y físicos a cuatro columnas, desde los sumarios de los informativos y desde los avances de los boletines radiofónicos.
Esas cifras nos arrojan a una realidad de la queremos huir, de la que ansiamos escapar, de la que queremos escondernos. Pero ni todo el sensacionalismo, ni toda la objetividad ni todas las portadas nos dicen la auténtica verdad. Ya somos seis millones de parados. No tenemos seis millones de parados, no hay seis millones de parados. Somos seis millones de parados.
Y si crees que porque tu aún tienes empleo no está parado es que el egoísmo de la mirada constante a tu propio ombligo no te deja ver la realidad de que un país no puede moverse con un tercio de su población estancada en la falta de recursos.
Somos seis millones de parados porque, aunque parezca que resistes, que llevas dinero a casa y que aún puedes costearte la compra, los recibos y los gastos, no puedes avanzar dejando en la cuneta a uno de cada tres españoles. 
Porque eso hará que su miseria te detenga, te impida progresar, te imposibilite llegar a ese futuro que solamente dibujas y piensas para ti pero que es imposible, aunque te lo niegues en todos tus sueños, sin todos los demás.
Somos seis millones de parados porque, aunque a ti no te hayan quitado la paga, no te hayan bajado el sueldo, no te hayan incluido en un ERE o no te hayan enviado a la cola de la desesperación, no podrás avanzar.
No podrás seguir el ritmo de los precios que subirán ante la caída de la demanda para mantener los beneficios, no podrás esconderte en tu puesto de trabajo cuando tu empresa empiece a darse cuenta que seis millones de nosotros que ahora no te importan ya no compran, ya no gastan, ya no tienen de donde consumir sin consumirse. 
Y entonces mirarán hacia ti y te recordarán que ya estabas parado.
Que empezaste a estarlo con la Reforma Laboral a la que no te enfrentaste; que seguiste parado cuando hubo que moverse contra los recortes en prestaciones sociales y en desempleo y tú ni te enteraste ni quisite enterarte; cuando hubo que acudir a las calles y los juicios a defender los derechos de todos y tú tan solo te escondiste tras tu mando a distancia, tu egoísmo y tu individualismo apenas reprimido.
Ya somos seis millones de parados porque, aunque tengas un seguro privado, aunque lleves a los niños a un colegio privado y creas que a no vas a sufrir que seis millones de todos los que somos no coticen, no sostengan lo público, verás que tus sueldos descienden porque hay muchos que, en la desesperación que aporta la miseria, trabajarán por menos de lo que tú precisas para fingir que lo tuyo privado te salva de tener que defender lo público de todos.
Así que, trabajemos o no, ya somos seis millones deparados. 
Porque, aunque tengas casa y pagues la hipoteca, tus salarios cada vez más pírricos que miran al pasado en lugar de al futuro no darán para todo. Porque tu empresa y las de todos tendrán donde escoger en un inmensa bolsa de pobreza de un millón de familias y seis millones largos de individuos que no tienen que llevarse a la boca.
Así que, aunque creas que huyes, aunque creas que has logrado esconderte, aunque creas que aún no estas parado, si piensas eso en serio ya no tienes trabajo, ya no tienes recursos, ya no tienes futuro.
Aunque solo haya seis millones de inactivos laborales estamos a punto de ser casi cincuenta millones de parados. Parados en la historia, parados en un presente sin futuro. Parados en la miseria.
Parados en la única expectativa laboral de ser sepultureros. El único oficio con futuro en esta tierra nuestra, condenada por la inconsciencia arribista de nuestros gobernantes y la irresponsabilidad insolidaria y egoísta de muchos gobernados.
Y no hay lugar donde esconderse, no hay lugar a donde huir. No espejo en el que contemplarse el ombligo, no hay agujero en el que meter la cabeza.
Podrás preguntar cómo, podrás preguntar cuándo, podrás preguntar dónde. Pero ya no tienes derecho a preguntar por qué. 
Sin aún no sabes por qué hay que luchar es que sobras en esta sociedad, en este tiempo y en el futuro de todos. Sobre todo en el futuro de los seis millones de parados.

Bienvenido a tu futuro si no luchas. Por mucho que creas que aún tienes empleo.


Wert o la religión como excepción doctrinal

Que hay cuestiones que no soportan el más mínimo apunte de racionalismo en este constante discurso del recorte necesario que sufrimos como un eco constante y reiterativo es algo que, a estas alturas, apenas acepta discusión.
El gobierno que nos echamos sobre la espalda y el futuro en las urnas busca de donde recortar porque tienen mucho dinero que dar a las entidades financieras que sus propios políticos hundieron con sus prestamos autonómicos sin pagar y su deuda regional sin garantías. Y la educación es uno de los filones que Moncloa y los genoveses pretenden explotar para lograr esos ahorros que satisfarán sus necesidades.
El ínclito José Ignacio Wert, ministro nominal de Educación, considera inútil que haya tantos universitarios porque, dice él, que no hay salidas para todos; considera necesario arrojar a los peor dotados del sistema educativo -algo muy darwinista para quien apoya el absurdo creacionismo rancio de la Conferencia Episcopal Española-  porque no lo aprovechan y es mejor ponerlos a trabajar de peones medio siervos por 500 euros el mes. 
Incluso considera que hay que eliminar asignaturas de saberes clásicos, de lenguas muertas, recortar temarios de historia y reducir los conocimientos a la lectoescritura y las cuatro reglas.
Todo en aras del ahorro y de la utilidad. Todo subsumido al máximo aprovechamiento de los recursos para que la educación pública sea lo más útil posible y solo dispongan de ella quienes pueden aprovecharla.
Como excusa formal está bien construida, puede sonar bien y hasta puede ser aplaudida por alguno que piense en su presente exclusivamente y no en el futuro de todos.
Pero, claro, toda cortina de humo tiene un problema. Hay un momento en el que se disipa y se puede atisbar la realidad que oculta. Y en el caso de ese utilitarismo de Wert con respecto a la educación pública, el viento que disipa el humo se llama asignatura de religión.
Intentemos por un momento pensar como José Ignacio Wert -es difícil, lo sé, somos humanos, pero intentémoslo- Intentemos pensar que solo tenemos que, como Estado, gastar dinero en lo útil para que la sociedad liberal capitalista tenga los operarios necesarios, los ingenieros cualificados y los profesionales mínimos para crear beneficios empresariales. Intentemos recortar todo aquello que no se aproveche.
Pues bien, más allá de lo que opinemos de la religión, más allá de que la consideremos o no esencial o perniciosa para el desarrollo humano, más allá de que pensemos o no en lo que ocurre después de que dejemos de ser humanos y nos convirtamos en cadáveres, tendríamos que meter un tajo del tamaño del paso de Roncesvalles en la enseñanza religiosa.
No por laicismo -que también-, no por imposibilidad económica -que por supuesto- sino por el mínimo concepto de aprovechamiento y utilidad a ultranza que Wert intenta imponer en el resto de la educación pública y privada.
¿Para que estudiar latín si nadie sabe hablar en esa lengua y no es necesario?, reflexiona Wert en ocasiones; ¿para que estudiar griego si nadie va a saludarnos en Koiné?, expone el ministro menos educado de la historia de la educación española; ¿para qué estudiar los ejes cartesianos, el desarrollo del imperio colonial inglés o la Batalla del Salado si al final nadie saca rendimiento ni recuerda esos conocimientos?
En esas preguntas retóricas que solamente el contesta a su manera apoya la justificación para recortar miles de millones de euros y ofrecerlos como sacrificio y holocausto en el altar de las "imprescindibles" entidades financieras y el sacrosanto déficit reducido -que por cierto, no hace otra cosa que incrementarse pese a todo-.
Pero cuando llega a la religión su propio criterio desaparece, se esfuma, se niega a sí mismo. 
Cada año el Estado español gasta 500 millones de euros en profesores de religión y prácticamente 6.000 -aunque reconozcan tres mil y pico- en mantener centros concertados católicos que solamente tiene en ese ideario su elemento diferencial. Pero la religión es la asignatura menos aprovechada del temario.
Porque la inmensa mayoría del catolicismo español no tiene ni pajolera idea de su propia religión.
Pese a un concordato leonino impuesto a Adolfo Suárez en pleno temor a los sables militares que aún sonaban en La Transición, pese a las constantes arengas de los obispos en misas multitudinarias y cartas pastorales continuas y constantes, pese a los miles de millones  del erario público empleados en ese proselitismo doctrinal educativo, los españoles no aprovechan esos estudios.
Y el que no lo crea, el que se encienda pensando que la doctrina cristiana se basa en el rechazo al matrimonio gay o en el apoyo de la familia de pesebre y luces navideñas con mula y buey -o sin mula y buey, que eso depende del papa de turno- que, en lugar de aprovechar su comentario para destinar al autor de este post al infierno o para acusarle de "progre", descreído o "sociata", lo utilice para responder a cualquiera de estas sencillas preguntas.
¿Cuales son los dogmas innegables de la fe católica -es sencillo, solamente son cuatro-?, ¿cuales son las virtudes cardinales o en su defecto las teologales y la diferencia entre ambas?, ¿en qué es el dios cristiano distinto del Yahve judío?, ¿por qué la providencia divina antepone la misericordia a la justicia?, ¿en qué principio organizador se basa la escatología cristiana?
O si quieren algo más básico, más de revalida general de esas que tanto gustan a Wert para separar el trigo de la paja, que se marquen una de enunciar las bienaventuranzas,  una definición básica de transustanciación o una tipo test de diferencias entre asunción y ascensión o entre el Jesús vivo y el cristo resucitado. Y no vale consultar la Wikipedia.
O sea que nadie aprovecha la religión. 
Nadie la aprovecha porque los profesores de religión la aprueban sin más desde hace treinta y cinco años; nadie la aprovecha porque a nadie le importa. Nadie la aprovecha porque los obispos la utilizan no para enseñar aquello es la base de su religión -aquello del amor y el perdón, ¿nos acordamos?- sino para manipular la mente de los que la estudian, en un intento de construir una sociedad que les beneficie incluso en contra de lo que defendía aquel al que llaman su mesías.
Así que, incluso aplicando la doctrina de recorte, utilidad y aprovechamiento más furibundo del ministro Wert, la enseñanza de la religión debería ahorrarnos casi 7.000 millones de euros al años.
No solo porque sea socialmente perniciosa, sino porque los propios profesores de la misma la consideran inútil y los propios católicos no le sacan provecho ninguno
Los obispos sí, económico y de poder, pero los católicos no. Va a ser por eso que Wert la mantiene y la potencia. Es de temer que va a ser por eso.

domingo, abril 21, 2013

El adiós tras la década

Diez años después alguien canta lo que se dijo por amor



Y, sin querer, no quise. 
No conseguí, no hice: 
dejarlo todo a un lado 

No puedo más, dijiste. 
Algo aquí dentro insiste: 
soy un barco varado... (varado) 

 Perdóname, no entiendo 
eso que estás diciendo. 
Dejemos todo claro.

Cariño. yo te quiero, 
pero por dentro muero. 
 Mi estrella se ha apagado. 
Somos barcos varados, varados.

Y ahí caí, profundo,
 al hielo en un segundo. 
 No hay ya más que decir 
Se queda conmigo esta nada .

Vete tranquila, sigue.
Busca otro mundo, vive. 
Será mejor así.
Se queda conmigo y me calla.

Última línea juntos. 
Verso acabado. Punto. 
Miremos a otro lado. 
Por si al final despierta, 
deja la puerta abierta.
Que se abre su agrado (su agrado...)

Y ahí quedo conmigo,
un corazón dormido 
Dejando de latir,
 intenta seguir y se apaga.

Vete tranquila, sigue. 
Busca otro mundo, vive 
Será mejor así.
Se queda conmigo y me calla 

 Y ahí caí profundo, 
al hielo en un segundo. 
No hay nada más que decir.
Se queda conmigo esta nada.

Vete tranquila, sigue. 
Busca otro mundo, vive. 
Será mejor así.
Se queda conmigo y me calla. 

Y lo que se calló por amor...

Y me faltaron versos.
Lo asumo: sigo preso.
 Y Algo más que decir: 
no puedo seguir si me faltas...
(No puedo seguir si me faltas) 

 Última línea juntos.
 Verso acabado. Punto.
 No hay nada más que decir.
Se queda conmigo esta nada.

 Vete tranquila, sigue.
 Busca otro mundo, vive. 
Será mejor así. 
Se queda conmigo y me calla

Y ahí quedo conmigo, 
un corazón dormido. 
Dejando de latir, 
intenta seguir y se apaga...

Curioso el don de la mediocridad musical. Maldita Nerea


Invitación a la enésima ola de la Marea Blanca.

Si tienes un plan mejor, hazlo.
Es domingo, no querríamos que por el bien de muchos perdieras la diversión propia.
Pero procura no excederte en las bebidas porque tu resaca te costará dinero en medicinas, un euro por receta y todo lo que tu declaración de la renta diga que tienes que pagar de más en los medicamentos.
Calcula la justa medida de tu riesgo y tu adrenalina cuando cojas tu quad o ates tus pies a la cinta elástica que el gusto por el riesgo liará alrededor de tus tobillos. Porque un esguince de hoy puede que mañana no se considere que se debe tratar gratuitamente porque ha sido producido en una actividad de riesgo voluntario y tengas que pagar factura por tratarte.
Pasea por el parque o corre por el campo. Pero hazlo despacito y cerquita de casa. Que tu corazón no se acelere, que tu pericardio no se  rompa. Porque a lo mejor lo tienes roto hasta que una ambulancia te lleve 20 kilómetros más lejos porque a esa distancia entre la vida y la muerte está hospital que te toca y el que está justo a la vuelta de la esquina ya no quiere atenderte porque nadie le pagara la factura.
Recoge setas, visita ruinas o dedícate a ese  polvo dominguero tan deseado que alguien rebautizó como  fin de semana romántico. Pero asegúrate de acostarte y levantarte  antes de que caiga la oscuridad. No vaya a ser que te sorprenda en pleno laberinto de pasiones un tirón o un aciago accidente en mitad de una noche con urgencias rurales cerradas y ambulancias incapaces de ejercer la ubicuidad o teletransportarse.
Dibuja tu ruta gastronómica o tu descubrimiento de restaurante con encanto. Pero ten cuidado de no poner mucho empeño en las raciones ni en los ingredientes. Porque si alguno no hace lo que debe de hacer en tu estómago, a lo mejor te despiertas en un hospital en el que tienes que pagar por una cama individual, porque tu acompañante pueda pasar la noche contigo y en el que empleados contratados a toda prisa para ahorrarse los sueldos de los que llevan años limpiando y sirviendo comidas sanitarias  no sepan qué hacerte de comer para que tus intestinos no rabien o consigan que, en la desidia que los ínfimos sueldos les imponen, alguna suciedad ignorada te cree algún que otro problema.
Y, vayas donde vayas, asegúrate de llevarte el carné de identidad  el pasaporte y hasta la licencia del servicio militar -si aún lo hiciste-. No vaya a ser que tu piel, tu acento o tu apellido haga que alguien crea que no eres de aquí, que no eres de los suyos y se vea obligado a no tratarte por ser de otro lugar allende las gloriosas fronteras del Imperio Español.
Si tienes otro plan mejor hazlo. Hoy es domingo y no querríamos que perdieras tu descanso, tu diversión o tu placer por el bien de otros muchos. Pero mañana piensa en los que hoy se quedaron sin todo eso  -o al menos lo demoraron, lo resumieron o renunciaron a ello- para pelear por todo aquello que tú necesitarás si tienes la mala suerte de de no ser inmortal, invulnerable ni inasequible a la enfermedad.
Mañana en la batalla por tu salud y tus derechos, si tienes el hado adverso de precisarlo, piensa en ellos. En lo que hicieron hoy.
Los profesionales sanitarios arriesgados, los ciudadanos comprometidos, y las personas responsables de la enésima ola que la Marea Blanca lanza contra aquellos que nos quieres restringir la vida y la salud en beneficio de las cuentas corrientes de sus socios y parentelas lo hacen hoy, domingo, ese dia en el que otros comen, se tiran por un puente o buscan un lugar apartado en el que echar un par de polvos
Ellos, hoy, están pensando en ti.
Y si eres de los que creen que no tienen nada que hacer en la Marea Blanca porque ellos tienen sanidad privada que no puede ser recortada mientras sigan pagando y por eso nada de todo esto les afecta, nada de todo esto es su problema, no vengas. 
No vengas, por favor, disfruta de tu plan dominical. No puedes hacer nada. Tan solo eres parte más, la más mezquina y miserable, del problema.
Feliz Domingo

Jerusalén, Napoleón y nuestra cobarde indignación.

En España existe un noble arte. Lo cierto es que existe en todo este Occidente Atlántico nuestro pero es una de las artes que los habitantes de este país hemos sabido llevar a su máxima expresión  hemos conseguido hacer que obtengo un hueco en el Parnaso habitado por las musas de las artes sociales que nos están matando por fuera y nos están muriendo por dentro.
Es el muy noble -por decir algo- arte de la justa indignación innecesaria.
Rodeados de motivos para estar indignados, rodeados de ataques frontales y continuos contra lo más básico que va desde los derechos laborales hasta la posibilidad de subsistencia más primaria que pone en riesgo nuestra salud, nuestra educación y nuestra residencia, muchos de nosotros seguimos callados, quietos, adoptando esa postura de falsa resignación que nos evita el riesgo personal o de egoísta escapismo y camuflaje que pretende conseguir el imposible de que la crisis, los recortes y la injusticia pase a través de nosotros sin tocarnos aunque arrase a todos los que están a nuestro alrededor.
pero luego llega lo baladí, lo ínfimo, lo irrelevante y nos levantamos, alzamos nuestras voces y nuestras manos para buscar culpables, para clamar justicia, para hacer de nuestros derechos bandera.
Nos negamos a salir a las manifestaciones que defienden nuestra sanidad, criticamos a los escarchadores que pretenden parar lo que hace miserables a los deudores hipotecarios pero firmamos campañas de Internet  reclamando "un castigo ejemplar" a los que haz mezclado carne de caballo con carne de vacuno.
Es tan absurdo que haría reír si no hiciera llorar. Es tan dantesco que se podría convertir en un monólogo cómico si no fuera un diálogo trágico.
Es un delito, es un fraude, es un síntoma más de un sistema económico que dejo de leer a Stuart Mill cuando desarrolló la ética liberal, que dejo de seguir a Keynes cuando definió los modos de acción capitalistas. Pero no es importante.
No servirá para acallar nuestras conciencias por todas las peleas que no estamos luchando, por todas las observaciones pasivas desde el sofá de luchas en las que deberíamos participar activamente.
Ser consumidores indignados no nos tapara las vergüenzas de ser ciudadanos resignados, egoístas o cobardes.
Porque quejarse y exigir por la carne de caballo, porque montar campañas por la publicación de las empresas que han realizado esa práctica, porque promover boicots contra ellas es la mejor forma de desperdiciar un activismo que ahora es mucho más necesario en otros frentes, en otras trincheras. Pero, claro, no nos supone ningún riesgo. Nadie nos meterá en un ERE por protestar contra ello, ningún agente uniformado nos pedirá la documentación en la calle por firmar una petición contra ellos, nadie no detendrá por escarchar virtualmente a un puñado de empresas.
Podremos decir que hemos hecho algo sin arriesgarnos, sin poner nada nuestro en juego.
Un delito de etiquetado nos enciende la sangre mientras que un crimen contra la más básica supervivencia de millones de españoles -uno no, muchos- nos arrojan a la resignación. Es ridículo, pero es así.
La carne de caballo en las hamburguesas de vacuno no es diferente de la letra pequeña de los contratos de telefonía móvil que deja fuera las llamadas a números especiales , no es diferente del tallaje de los vaqueros o de las ofertas fraudulentas de las rebajas.
No importan. Tal y como están las cosas no importan.
Y las asociaciones de consumidores hablan de salud, hablan de riesgo en nuestras vidas. Pierden el foco con tal de sentir que lo suyo es importante, que hay que solucionarlo, que es algo que está en el mismo centro de la relevancia social. Que "hay que solucionarlo antes de pensar en cualquier otra cosa" -no lo digo yo, lo han llegado a decir las organizaciones de consumidores-.
Y no lo es. No puede serlo. 3.000 mercenarios griegos, una ciudad eterna y asediada y dos regimientos napoleónicos demostraron hace siglos que el fraude de la carne de caballo es irrelevante.
Porque 3.000 griegos sacrificaron sus caballos y se los comieron para poder realizar la vuelta a casa más literaria de la historia de la antigüedad  Y llegaron vivos. Porque Jerusalén, agotadas las ovejas, las cabras, las verduras y el vinos, sacrifico las monturas de la caballería cruzada y siguieron vivos lo suficiente para que Saladino les perdonara la vida en su rendición. Porque las tropas napoleónicas se comieron literalmente "hasta los huesos en sopa" de sus corceles para poder aguantar lo suficiente para quemar los puentes que les permitieron escapar del frío infierno ruso al que les había llevado la locura del pequeño mariscal.
La carne caballo es comestible, siempre lo ha sido y siempre lo será.
Y ponerla en el foco del activismo social tal y como están las cosas es tan absurdo como pretender que el hecho de que un carnicero ponga carne de cerdo en la carne picada de vaca que ende es más importante que los recortes educativos o que nos venda chuletas de recental como si fueran de lechal ha de anteponerse al desmantelamiento de la sanidad o que el mítico momento en el que pretende colocarnos los filetes con nervio tiene que ocupar nuestros pensamientos con más intensidad que el momento en el que la avaricia bancaria y empresarial y la irresponsabilidad gubernamental dejan a miles de familias sin casa y sin futuro.
Pero nosotros mismos.
La próxima vez que pasemos por delante de las páginas o de los reportajes televisivos que hablan de aquellos que luchan por lo importante y nos detengamos en la nueva información explosivamente sensacionalista sobre la dichosa carne de caballo pensemos que casi seis millones de españoles apenas pueden comprar esas hamburguesas y que casi dos ya están en la tesitura de que se comerían un caballo aunque supieran que lo era y su carne estuviese dura y rancia.
A lo mejor así nuestra combatividad se dirige hacia donde debe dirigirse y sacamos a la musa de la indignación innecesaria del puesto en el Parnaso de la musas sociales que debería ocupar la lucha por lo esencial. Aunque sea arriesgada.

martes, abril 16, 2013

Posdata de la carta del "casi nazi" a Santa Cospedal

Lo malo de sacar a colación determinados ejemplos, determinadas formas de comparación, es que estas tienden a extenderse en el tiempo y el espacio como una mancha de aceite, como un sello que termina pegado a la piel de quien las puso en escena y que ya no puede quitárselo de encima ni con agua caliente.
Y si hay una comparación histórica que produce un efecto oleaginoso de ese tipo en una sociedad que aún es incapaz de comprender como la locura, el totalitarismo y el arribismo mezquino puede generar tanta tragedia es llevarte a la boca al Nacional Socialismo Alemán, o sea los nazis.
Y eso es lo que le está pasando a Nuestra Señora de los Dolores de Cospedal desde que el pasado fin de semana se trajera a los labios y los medios de comunicación a los camisas pardas de brazalete rojo, blanco y negro para compararlos, ni más ni menos que los "escarchadores", los miembros de la Plataforma de Afectados por la Hipoteca que han decidido ejercer de sonora conciencia de todos aquellos que acallan la propia con los beneficios que obtienen de proteger a la banca en contra del ciudadano.
Pues bien, a la buena de Mari Loli ahora todo se le vuelve nazi. Todo acto, toda decisión, toda iniciativa que emprende, anuncia o se descubre de ella se pasa por el tamiz de la comparación con aquellos a los que ella ha querido comparar -y valga la redundancia- con los ciudadanos españoles que protestan. 
Cuando se despierta al monstruo, el monstruo acaba por devorarte. Sobre todo cuando tu olor es más reconocible para él que el de cualquier otra persona.
Apenas cuarenta y ocho horas después de que sus palabras la transformaran en la Santa Patrona del nazismo moderno, llega a los medios, a la opinión y a la sociedad otro de esos actos que el aparato del gobierno que Cospedal se ha inventado  para Castilla La Mancha.
La televisión publica de la autonomía -que, en la más pura tradición del Partido Popular actúa como si fuera la televisión de María Dolores no la televisión de todos los castellano manchegos- saca a relucir un reportaje en el que carga contra el alcalde socialista de Toledo con el muy bíblico nombre de "Las 10 Plagas de Emilio García Page".
Un supuesto reportaje en el que se presentan toda suerte de desmanes y problemas que supuestamente acucian a la capital toledana por culpa del socialista -que, antes de que nadie abra la boca en esa linea, hay que decir que lo importante no es que sea socialista, es que no es del Partido Popular-. Se manipulan imágenes, se presentan visiones subliminales de peces muertos y basuras esparcidas de otras épocas y se clama por la crucifixión política del regidor. Indignados políticos del PP lo consideran inadmisible y se presentan como molestos ciudadanos preocupados... Vamos, un clásico. 
Ya se han cargado Canal 9 en Valencia y Telemadrid haciendo eso pero los gobernantes del PP se ven impelidos a repetir una y otra vez esos productos audiovisuales ¿por qué será? ¿quizás porque forma parte de su constructo ideológico?
Y claro, tan cerca nos ha dejado de la memoria Cospedal los  escarches que solamente se nos ocurre bautizar tal producto audiovisual de propaganda como un escarche mediático. Tan cerca nos han colocado las palabras de fin de semana de la presidenta castellano manchega a los locos furiosos de la pureza aria que estos son la única comparación que nos surge.
Miramos a Nacho Villa, director de la cadena pública y perjeñador de esa campaña contra el alcalde toledano, con su corbata  su traje y su mirada seria y se nos viene al recuerdo otro señor vestido de impoluto y elegante terno aunque fotografiado en blanco y negro, otro caballero también experto en propaganda. Un individuo llamado  Joseph Goebbels.
De modo que de nuevo las preguntas persiguen a Cospedal, su autoritarismo y su uso del aparato de gobierno para lograr sus fines personales -porque la reelección y la eliminación de los enemigos políticos es un fin personal, no un objetivo de gobierno-.
¿Es totalitario y nazi perseguir a un político para recordarle su compromiso olvidado con la sociedad pero no lo es poner en marcha una campaña de propaganda cargada de mentira y manipulación de la que se sentiría orgulloso el propagandista alemán?, ¿se puede acusar de nazis a los que protegen a las víctimas y no a los que solamente pretenden crearlas y mantenerse en el poder?, ¿ no está mucho más cerca de las formas de propaganda nazi -que inventaron ellos y luego elevó a su máxima potencia la agitpro soviética- Nacho Villa y sus descontextualizadas imágenes, sus totales tendenciosos y sus narraciones manipuladoras, que Ada Colau y unos carteles circulares verdes y rojos?
Cualquiera que haya estudiado Teoría de la Comunicación sabe la respuesta, cualquiera que haya visto el reportaje de los falsos informativos de la Televisión de Castilla La Mancha lo intuye, cualquiera que sepa el significado histórico e ideológico de la palabras nazi, fascista o totalitario lo sospecha.
Pero ella y todo lo que significa su forma de entender el gobierno y la autoridad darán la callada por respuesta. No porque no tengan ninguna, sino porque no quieren que nadie lo sepa, que nadie lo comprenderá. Porque desprecia a aquellos a los que gobierna.
El que fuera ministro de propaganda en el régimen más perverso de la Europa contemporánea también fue nombrado por un gobernante que usó el juego democrático para acceder al poder, también ocupaba un cargo público supuestamente en beneficio de todos y también cobraba por ello. No ciento veinte mil euros, pero también cobraba por ello.
Si Santa Dolores de Cospedal hiciera tiempo en su apretada agenda, entre procesiones de mantilla y mentiras tartamudeadas en los atriles de Génova, 13 sobre la honorabilidad de su partido, para informarse un poco sobre quiénes eran los nazis, lo que hicieron y las herramientas que utilizaron para elevar su locura a rango de tragedia universal quizás, solo quizás, no se los llevaría con tanta facilidad a la boca.
Porque, hoy por hoy, haciendo lo que hace y gobernando como gobierna, cuando cualquier castellano manchego mire en dirección a los nazis, su manipulación, su propaganda y su delirio autoritario, tan solo la verán a ella.
PD
Lo siento Mari Loli, tú lo empezaste.

lunes, abril 15, 2013

Solo nos queda Kevin


Y el juez tiró la leche y mató la vaca de Telemadrid

Hay fábulas que, cuando las recibes en la infancia de manos de una abuela que las cuenta a trozos dispersos, mientras compacta la concretas y sin tener muy clara cual es la enseñanza que te pretende transmitir con ellas, te parecen ilógicas, irrelevantes y hasta casi absurdas en esa actitud infantil de querer conocerlo todo antes de haberlo vivido.
Eso me ocurrió con la fábula de Las Cuentas de la Lechera ¿qué sentido tenía?, ¿por qué se queda llorando cuando se le rompe el cántaro? ¿por qué no corre a ordeñar de nuevo a la vaca? ¿el que el rumiante lechero había muerto de un ataque de vacas locas?
Todas esas preguntas, esos porqués infantiles, se quedaron sin respuesta entonces y han permanecido en la más completa oscuridad hasta que dos conceptos se juntaron en la realidad, en la actualidad y en mi mente: Hasta que una acción de gobierno arrogante e injusta y una decisión judicial se han sumado para explicármelo años después. 
Hasta que llegó la anulación judicial del ERE de Telemadrid que dejaba en la calle a casi novecientos profesionales.
Porque ahora Ignacio Gonzalez es la lechera- pido perdón a todas las imaginaciones sensibles por plantar en ellas imagen tan inquietante-, su gobierno, sus adláteres y sus parentelas y socios deben ser las cabras de Heidi y Pedro y los pingues beneficios que se buscaban con la venta al por mayor de un servicio público debe ser la leche derramada.
Porque ahora ya no salen las cuentas. Tienen que sacar 22 millones de euros de donde no los tienen para librarse de aquellos que querían hacer su trabajo y no cambiarlo por el marketing político y la propaganda electoral constante, tiene que deshacer la cuenta de recortes si quieren convertir Telemadrid en la máquina de cosechar votos que querían poseer.
Todos los frotamientos de manos, los sueños de grandes ganancias para las productoras creadas ad hoc por sus socios y amistades, todos los dineros soñados bajo cuerda a cambio de esas concesiones yacen agriados, mezclado con el barro de su propia inmundicia en forma de leche rancia que empapa las hojas y las letras de una sentencia judicial.
De unas frases que les dicen que los recortes, la situación económica y el ejercicio de la mayoría absoluta no son excusas suficientes para hacer justo lo injusto, para buscar el beneficio económico y la prevalencia política en los medios, para expulsar de su trabajo y de su futuro a profesionales de la información que entran por el aro de su diseño de Agitpro para Telemadrid.
Y donde antes había 47 millones de recortes y los sueños de cientos de millones de ganancia para ellos y sus socios ahora solamente quedan 22 millones de euros que tendrán que pagar si quieren librarse de aquellos que hacen su trabajo aunque no sea el que ellos quieren que se haga; donde antes había 100 millones para la producción externa -es decir para repartir entre los suyos con adjudicaciones a dedo de programas y productos televisivos- ahora solamente quedan 240 millones de deuda que su gestión politizada e incompetente de un servicio púbico han generado.
Donde antes había la fuente eterna de leche de jauja ahora solamente está el lodo que surgió del polvo que recubrió de política y necedad Telemadrid desde que el Partido Popular madrileño la convirtiera en su herramienta propagandística.
Y ahora entiendo la fabula de mi abuela.
Porque el Partido Popular y el Gobierno Regional Madrileño se vuelven hacia atrás, atisban en lontananza y ya no hay vaca. Un juez se ha encargado de que no haya vaca. De que no vuelva a haberla.
Telemadrid podrá ser un medio de información, un servicio público o una televisión de entretenimiento pero nunca será la ubre de la que puedan ordeñas dinero para sus cuentas helvéticas y sus campañas electorales.
Y no hay vaca y eso hace llorar a cualquier lechera soñadora. Aunque se llame Ignacio González.

Carta de un casi nazi a su Santa Patrona Cospedal

Los hay que dicen que no hay mejor desprecio que no hacer aprecio. Es muy occidental, muy atlántico, muy nuestro eso de no meterse en jaranas por aquello de que no nos va el riesgo y que parece que polemizar nos hace desagradables, no malos ni perversos, pero desagradables. Y no vaya ser que esa condición de desagradables nos prive de nuestras posibilidades de juerga de viernes por la noche o de polvo de fin de semana.
Pero como no siempre esos van a ser los intereses y desde luego no lo son en este caso, hay veces que el mejor desprecio es precisamente hacer desprecio. Y más cuando la persona despreciada está mostrando una y otra vez el desprecio por todos y por todo.
La Santa Cospedal, que a ella va referida toda esta diatriba inicial -salvo en lo de los polvos de fin de semana, claro está- se descuelga despreciando los escarches tildándolos de totalitarios y nazis. Y eso es un desprecio mayúsculo que exige uno similar.
Porque es un desprecio utilizar el aparato público para los beneficios privados y propios. Y que los servicios legales de la Junta de Castilla La Mancha se encarguen de defender el honor de su marido es un ejemplo muy claro, como lo es otorgar concesiones millonarias al que duerme con ella desde su posición de gobierno o desde de la de sus compañeros de partido. Es un desprecio fascista y totalitario. No lo digo yo. Está en los libros. En los de historia, no en los catecismos.
Porque es un desprecio defender una política sanitaria que pretende privar de la atención sanitaria - y la educación, y sino al tiempo- a "todo aquel que no acredite su condición de español sin lugar a ninguna duda y desde un tiempo que garantice su contribución a la nación y su progreso" .
Y la patrona del recorte dirá que esas palabras no son suyas y tendrá razón. Es el prefacio de la Ley de Voluntad y Atención Públicas, promulgada en 1933 por Goering si se sustituye el español por ario alemán. Pero la similitud, la absoluta concomitancia de esas frases con la política sanitaria que defiende su partido, es un absoluto desprecio. Este ya ni siquiera es fascista. Es directamente nazi.
Y También es un desprecio mantenerse en la defensa de una ley que los jueces -últimos responsables de su aplicación y depositarios de la soberanía popular en cuestiones legales- consideran arcaica y abusiva. Despreciando los constantes requerimientos de los tribunales internacionales, permitiendo desahucios que luego son contravenidos por esas instancias judiciales. Es un desprecio tan totalitario que atenta directamente contra la división de poderes, pilar de la democracia más básica. Vamos, digno de aquel que dijo que "ningún juez está capacitado para frenar u obstaculizar el avance de la nación y la visión que para ella tienen sus líderes ungidos" que, por si el breviario de cabecera de la ínclita María Dolores no recoge la cita, fue un momento más que celebrado del discurso de graduación de la primera promoción de la Gestapo a cargo de un individuo de nombre Adolfo y de apellido aciago para la historia.
Pero el mayor desprecio es permitirse el lujo de acusar a otros -cuyas actividades pueden ser cuestionables legalmente, no lo niego- de nazis cuando mantiene la aplicación de una ley hipotecaria novecentista que curiosamente solo ha sido remodelada una vez, en 1941, para incluir unos curiosos artículos que permitían desahuciar a aquellos "que hubieran actuado en perjuicio de España o alentado, ocultado o ayudado a sus enemigos", Algo calcado de otra ley, la alemana De Empréstitos, que permitió al gobierno nazi dejar sin casa a todos los los judíos. Una reforma que posibilitó a falangistas, requetés y nacional católicos en general hacerse con las propiedades de los que habían luchado o simplemente simpatizado con el bando republicano tras la Guerra Civil Española.
Cuando desprecia la sociedad, la realidad, la democracia y la justicia para mantener una ley que, ahora mismo, permite desahuciar a los ciudadanos en beneficio del Estado porque, la intervención financiera y el rescate bancario han convertido a Bankia, el principal desahuciador de este país, en parte del aparato del Estado, que solamente ejecuta hipotecas para cuadrar sus cuentas. El mismo desprecio por la justicia que mostraran Juan Sin Tierra de Inglaterra, Stalin o Hitler. En eso la Santa Cospedal puede elegir ejemplo a seguir. Totalitarismo a la carta.
Los escarches están hechos como ultimo recurso para evitar que un Gobierno, que utiliza al Estado de la forma más totalitaria y fascista que se recuerda, deje a los ciudadanos sin vivienda para defender los intereses financieros de la élite que han decidido proteger. Las marcas de viviendas judías en la Alemania nazi buscaban lo contrario. Fueron los nazis los que dejaron sin casa a los judíos, santa Dolores, fueron los nazis.
Así que dime, santa patrona del recorte, ¿quién se parece más a quien? Y si tienes problemas para responder a esa pregunta contempla la imagen. Recurre a la memoria visual.


Y el desprecio no viene motivado por lo que dices viene motivado por lo que haces, por lo que defiendes y por lo que ocultas. No te desprecio por ser María Dolores de Cospedal sino por ser una de las últimas esperanzas del nazismo ideológico en Europa.
Nuestros actos y objetivos nos definen, María Dolores, nuestros actos y objetivos nos definen. Por mucho que te intentes llenar la boca diciendo lo contrario.

Y la extremaunción se convirtió en delito sanitario.

Que lo que está haciendo el Gobierno con los servicios públicos no es un mal necesario e ineludible, como nos han querido vender desde la más tierna infancia de esta legislatura es algo que la inmensa mayoría barruntaba, una abultada porción de la sociedad intuía y muchos sabíamos desde el principio.
Pero, ahora que desgranan sin prisa pero sin pausa, como el calabobos -que diría el cantautor catalán-, los pasos que llevan a la privatización sanitaria quizás porque sea la más rentable a corto plazo ese barrunto, esa intuición, ese conocimiento se hace tan evidente que se transforma en certeza absoluta.
Los inquilinos moncloítas que se agarran a sus sufragios como patente de corso para hacer lo que les de la gana con el futuro de este país -incluso lo contrario de lo que prometieron hacer- siguen llenándose la boca de decir que se trata de una necesidad para limitar el gasto público, para "racionalizar" -curioso término, por cierto- la gestión de la sanidad.
Despiden personal sanitario interino, recortan plantillas, cierran quirófanos pero curiosamente la semana pasada en Madrid ponen en marcha la Dirección General de Seguimiento y Control de los Centros Sanitarios.
Más cargos políticos, más personal de confianza, más sueldos a cargo del erario público para controlar la gestión privada de los centros que han decidido colocar en manos de las empresas de sus parientes y socios -por más que que algunas como Capio se cambien el nombre para disimular y hacerse las suecas -nunca mejor dicho- y que parezca que tienen una vinculación con la empresa nórdica a las que ya nada las une.
¿Pero no se trataba de ahorrar en sueldos? ¿no se despide por eso a los interinos?, ¿o es que los nuevos cargos designados a dedo se dedicarán a esta tarea por amor al arte, sin cobrar un duro y en modo voluntariado social?
Si no se llevara cabo esta entrega feudataria de la sanidad pública a sus señores y vasallos para que se beneficien de ella no haría falta una nueva Dirección General, ya tenemos inspectores sanitarios, ya tenemos directores de hospitales, ya tenemos consejerías de Salud, ya tenemos Ministerio de Sanidad.
Así que va a ser que no es una cuestión de ahorrar, va a ser que lo que nos hacía sospechar la falta de estudios financiaros sobre esta venta al por mayor, lo que nos dejaron entrever las cifras facilitadas por los profesionales que se oponen a la medida y los que nos demostraron las filiaciones de los consejos de administración de las empresas que optaban a esas condiciones es una realidad. Una rocambolesca y trágica realidad.
La privatización no es necesaria pero se intenta imponer. Se intenta hacer cueste lo que cueste, aunque sea más que no realizarla, aunque tengan que aumentarse los costes de personal, aunque tenga que pagarse más sueldos de altos cargos para supervisarla. Es algo que se quiere hacer, no que se debe hacer.
Y es algo que se hace para beneficio propio y por ideología, una ideología tan deformada por el fanatismo y la intransigencia que ya nada tiene que ver siquiera con lo económico.
Y como muestra un botón. O mejor un alzacuellos.
La Santa del Recorte Cospedal -que ahora va de acusar a la gente de nazi, pero ya hablaremos de eso- pretende cerrar las urgencias nocturnas rurales en Castilla La Mancha, coloca bajo mínimos el servicio de ambulancias, arrampla con todo interino que se echa a la cara, privatiza la gestión de hospitales que convierten sus cocinas en un catering externo pero mantiene los capellanes.
El egregio presidente de la Comunidad de Madrid permite que los hospitales eliminen a personal auxiliar de limpieza y cocinas, externaliza servicios sanitarios supuestamente para ahorrar, pretende eliminar personal de los ambulatorios públicos pero mantiene los capellanes. Capellanes, no mulahs, no rabinos, no encarnaciones milenarias del Darai Lama, no chamanes indígenas. Solamente capellanes.
Y así en todas las comunidades gobernadas por el Partido Popular, en todos los territorios en los que se supone que la guadaña de la más intransigente austeridad se aplica para lograr un ahorro necesario e inevitable.
¿No sería más lógico mantener a los que limpian y dan de comer que a los que ayudan a rezar?, ¿acaso dan por sentado que ya se les van a morir tantos pacientes con los recortes que es absolutamente necesario que se preparen sus almas para el tránsito?, ¿tiene sentido gastar entre 30 y 60 millones de euros -que no sabe bien porque no lo dicen claramente- en capellanes e intentar ahorrarlos en cirujanas, médicos  especialistas y enfermeros especializados? ¿Es más importante morir tranquilo -engañado, pero tranquilo-  que intentar que te mantengan vivo?
Por supuesto que no. Pero ni el ahorro ni la lógica tienen nada que ver en las destrucción de la Sanidad Pública. Es una cuestión de beneficiar a los propios ya sea con cargos políticos sacados de la nada o con concesiones millonarias forzadas a golpe de decreto y mayoría absoluta pervertida y de mantener unos vínculos ideológicos absurdos que solamente servirán para dar la extremaunción a los servicios sanitarios públicos y universales.
Pero ni todos los capellanes del mundo lograrán absolverles del crimen que están cometiendo. Puede que del pecado sí, pero no de todo lo demás. La sociedad y la justicia no otorgan indulgencias plenarias a aquellos que la destruyen y la arrebatan sus derechos ni los tribunales ni las urnas suelen ser tan indulgentes como los capellanes mantenidos en nómina.

sábado, abril 13, 2013

Vestrynge, escarche y el visto plumero de Génova, 13

Lo del gobierno que nuestras urnas nos echaron encima ya empieza a ser de eso que las abuelas decían cuando eras demasiado descarado, cuando pretendías disimular pero se te notaba. Al inquilinato de Moncloa comienza -o mejor dicho continua- viéndose el plumero. Pero ya es uno de esos plumeros de avestruz, de los de doncella francesa de fantasía erótica, de los que hacen época.
Ya el rescate bancario mientras se hace naufragar a su costa todo el resto de la sociedad es de una forma de demostrar quienes les importan y quienes no; ya la sistemática venta por partes de la sanidad a sus amistades y parentelas dejan ver para quienes buscan beneficios con su acción de gobierno; ya el camino privatizador de la educación buscando el mejor posicionamiento de la escuela católica en los conciertos manifiesta claramente qué ideologías pretenden defender a costa de la libertad de elección de todos.
Pero ahora con los escarches, con la conciencia ciudadana de sus constantes mentiras y su falta de compromiso con la sociedad que están destruyendo, la pluma que se muestra de su plumero es otra, es la de  cual es su verdadero objetivo, cual es su verdadero punto de vista sobre el mundo y sobre la sociedad sobre la que gobiernan.
Para empezar hacen lo de siempre, intentan cambiar las reglas, intentan inventarse normas que les protejan, que eviten que los demás les "violenten" con el recuerdo constante de su conciencia social e íntima está adormecida por el dinero y el interés personal, sino muerta completamente.
Luego pretenden cambiar la realidad modificando arteramente la percepción de los que la viven. Buscan similitudes con los nazis, pero ignoran las que existen con los que persiguieron a los militares represores argentinos hasta que fueron llevados a juicio; quieren hacer ver que los escarches a políticos son un signo totalitario cuando el obviar las recomendaciones de todo el poder judicial sí lo es, cuando el ignorar los requerimientos sociales también lo es, cuando el mantener una ley que tiene párrafos idénticos a la de empréstitos alemana de 1932, promulgada por el régimen nacional socialista para incautarse impunemente de los bienes judíos es una similitud mucho más directa y llamativa de la que nada dicen.
Intentan convertir a los "escarchadores" en terroristas cuando el auténtico terror lo producen ellos y las entidades bancarias por ellos protegidas y salvadas cada vez que obligan a un agente judicial a llamar a una puerta con una orden de desahucio. 
No olvidemos que ahora mismo Bankia -la principal ejecutora de hipotecas- es propiedad del Estado, lo que significa que el Gobierno ha desmantelado la sociedad con el conseguir los fondos financieros necesarios  para mantener abierta una entidad bancaria que ahora se dedica a ejecutar desahucios y aumentar la miseria de la sociedad que está pagando su rescate. Sería irónico si no fuera trágico.
Pero lo más grave, lo que les deja ver el plumero completo de su objetivo con el gobierno es su primera reacción al escarche y un nombre: Lo primero que hacen es multar a Jorge Vestrynge.
El amigo Vestrynge que ha pasado por el arco ideológico más increíblemente amplio que va desde el progresismo ochentero a la ultraderecha alcalaína de cabezas rapadas y chicos buenos de corbata y pantalones de pinzas, no es santo de la devoción de aquellos que han accedido por desesperación a esta estrategia de presión  ni siquiera es su ideólogo ni su impulsor, se ha sumado a ella a última hora, como para sacar tajada -al menos mediática- del asunto, pero ellos se centran en él.
Tienen las identificaciones de cientos de nosotros conseguidas a cambio de su números de placa en cada desahucio paralizada, en cada acción, tienen el nombre y el apellido de todos los que han presentado -incluso en una rueda de prensa- estas iniciativas. Pero ellos van a por Vestrynge.
¿Por qué?
No tiene nada que ver con el escarche, no tiene nada que ver con los desahucios, tiene que ver con el hecho que sacó hace un par de meses al bueno de Jorge del retiro en el que la historia y la falta de apoyos dentro de su propio partido le habían impuesto.
Tiene que ver con que ese señor fue el primero que reconoció públicamente que Génova, 13 era más parecido a una estafeta de correos por donde pululaban sobres en todas direcciones y a un garito del la Ley Seca en los años 20 donde todo se pagaba con fajos enrollados y sujetos con gomitas de dinero manchado y delictivo que a la sede de un partido político honesto y democrático.
Van a por Vestrynge porque el amenaza lo único que les importa, la permanencia en el poder.
Y los escarches son secundarios, como lo es la ideología católica en la educación, como lo es el apoyo a ultranza a una banca negligente, irresponsable y delictiva, como lo es la venta de la sanidad a amigos, maridos y parientes.
Todos ellos son compañeros de viaje, son recursos necesarios y asumidos pero no objetivos. Si hay que vender el alama a la banca para conseguir apoyo financiero, se vende; si hay que alquilar la ideología a un credo para que los jerarcas del mismo vean en ti al nuevo cruzado que les ayudará en su soñada segunda reconquista teocrática de Hispania se hace; si hay que tener contentos a socios y genealogías para que te ayuden de forma vasallática, se les tiene con prebendas nepotistas y concesiones sustanciosas.
Y si hay que ir a por Vestrynge, pues se va.
Porque él -dentro de su estrategia, que seguro que la tiene y no es por el bien social, es de temer- que es el peón que ha roto el enroque, que decidido una apertura por su cuenta que ha dejado al descubierto la linea de ataque por la cual Génova puede perder el poder pese al apoyo bancario, el soporte ideológico teocrático y los posicionamientos nepotistas.
La linea que deja abierta la diagonal entre el rey que pretende reinar sempiterno en los pasillos, los despachos y los aposentos de Génova, 13 y Moncloa y la reina que desde lejos, amenazada por múltiples piezas encuentra una forma de pergeñar una ataque y poner en jaque a su adversario.
Entre el rey negro -negro como el dinero, como los sobrecogedores genoveses- del poder y la reina blanca -blanca como la marea, como la bandera- de la sociedad a la que ese poder pretende exprimir.
Y una simple multa a Jorge Vestrynge explica todo eso. El plumero ya es demasiado grande y polvoriento como para que puedan impedir que lo veamos.

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