lunes, febrero 04, 2013

Lo que grita Catalá al acallar el fraude en el desdoble

Hay acciones, decisiones o incluso omisiones que, aunque pequeñas, aunque cuantitativamente irrelevantes dentro del total, adquieren valor porque se convierten en símbolos, en explicaciones reducidas de lo que es el todo a través de una sus mínimas partes.
Más allá de la influencia que en esta parrafada inicial tiene Tomás y René por mor de la obligación desoxidarlos para echarle una mano a mi hija mayor con su inminente examen de filosofía, toda esta parrafada viene al caso porque lo ocurrido con un solo instituto y con dos únicas profesoras en la Comunitat Valenciana puede ser y es ejemplo de algo tan grande y tan funesto como las decisiones que Educación está tomando al respecto de la Enseñanza Pública en esa comunidad.
El Instituto Valle de Elda es ejemplo desde su creación por muchas cosas, pero sobre todo porque es el buque insignia de lo que se suponía que estaba llamada a ser la Enseñanza Secundaria Pública de Calidad en esa Comunidad.
Y lo es pero dentro de él hace un año que ocurría algo. Dos profesoras se las apañaron para eludir su responsabilidad y su ética y convirtieron los desdobles -esas clases de refuerzo que se dan por materias a los alumnos que más problemas tienen para estar al día- en un suerte de día libre rotatorio porque juntaban los dos desdobles en uno y la otra ni aparecía por el centro.
Alguien lo denunció, el Síndico Valenciano cogió el guante y la Consejería de Educación, con la ínclita Catalá, tan preocupada de la calidad en otros centros, los concertados, y de la libertad de elección de los padres con sus listas de calidad de los centros, lo ignoró con la misma desidia que cualquier deidad menor del glosario olímpico.
Más allá de la falta de ética de las profesoras en cuestión mientras sus compañeros se parten el pecho día sí y día también por defender lo público; más allá de su marcado egoísmo como individuos y su acentuada inconsciencia como educadoras al anteponer sus ocios y sus negocios a las necesidades generales -algo muy occidental atlántico, por otra parte-; más allá de su irresponsabilidad, al nutrir de argumentos a los que ahora acechan cada movimiento, cada error y cada desliz para denostar la Enseñanza pública, la olímpica desidia de la Consellería en este asunto explica muchas cosas.
Explica la importancia que le da a los desdobles. O mejor dicho la que les quita.
Porque los desdobles están pensados para aquellos que más problemas tienen para seguir el ritmo, para aquellos a los que el ministro Wert quiere condenar a una formación profesional mal estructurada, deficiente y que solamente buscará crear operarios productivos con la lectura, la escritura y las cuatro reglas como únicas herramientas intelectivas en lugar de seres pensantes y opinantes.
Porque la Consellería no da importancia a ese fraude educativo de dos profesoras no por ellas, sino porque los desdobles cuestan dinero y la política valenciana de educación no quiere emplear dinero en ellos, no quiere gastar un duro en dar una oportunidad más de seguir el ritmo a aquellos cuya mezcla genética no les colocó en condiciones de sacarlo todo a la primera, a aquellos cuyas circunstancias familiares o sociales les dificultan el aprendizaje.
Porque sancionar a esas profesoras -aunque fuera mínimamente- significaría defender los desdobles y Catalá y su política educativo no tiene o no quiere tener dinero para eso, prefiere emplearlo en sus escuelas sociales que son concertadas y religiosas -dos pájaros de un tiro, fe y negocio, la perfecta unión contra evangélica de servir a dos amos-, prefiere utilizarlo en elevar los gastos por alumno en las escuelas concertadas para que asciendan puestos en la lista de calidad y obligar a los padres a elegirlas en detrimento de las públicas.
Con este pequeño olvido voluntario, dentro de las muchas dejaciones, omisiones e indiferencias de la Consellera, el mensaje que manda es tan cristalino que resulta imposible no ver a través de él la osamenta neocon y lobista de su ideología: No hay que defender los desdobles porque son caros y solamente favorecen a los que ya se ha decidido que tienen que salir del sistema educativo para ser entrenados como peones que creen riqueza para otros pero no la compartan.
Porque los desdobles en todo caso servirán -como ya sirven en algunos colegios concertados de la Comunidad de Madrid- para justificar el importe económico de las financiaciones de los conciertos aunque luego ese colegio no contrate los profesores necesarios para darlos y encuentre siempre un motivo por el que sacar al patio, hacer organizar un festival o llevar a misa a los alumnos en esa hora para no tener que darlos pese a que se siga embolsando el dinero que se supone financia los mismos.
Y si no me creen pregunten a los alumnos con dificultades de algunos colegios madrileños como el Asunción Cuesta Blanca, por ejemplo.
Así que una pequeña acción envía un gran mensaje. Hay que sacar del ciclo educativo público a los que tienen más dificultades para convertirlos en siervos productivos. Esa es la máxima, ese es el objetivo. Por eso no se sanciona un fraude flagrante en los desdobles.
Y no olvidemos que el ejemplo, aunque pequeño, es un ejemplo valenciano. Y no olvidemos que la Comunitat Valenciana es la punta de lanza de lo que quiere hacer Moncloa con la Enseñanza Pública en todo el país. No olvidemos que el ínclito Rajoy siempre ha dicho que "el modelo de Camps es el modelo que es bueno para España".
De modo que significa mucho silenciar un fraude en los desdobles.

1 comentario:

Anónimo dijo...

¿La dirección del centro lo sabía? ¿hizo algo? ¿los otros compañeros lo sabían? ¿alguien protestó?

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