miércoles, enero 23, 2013

Valencia, fútbol y educación de circo romano del PP

Que en este país nuestro el fútbol sirve de metáfora de casi todo es algo que nadie que viva y sobrevive dentro de nuestras fronteras puede poner en duda y que en nuestra geografía la lacerada Comunitat Valenciana es el epítome de los resultados que la política de tierra quemada ideológica del actual Gobierno está consiguiendo hacernos sufrir es algo que pocos que leen la prensa o vean lo informativos televisivos pueden atreverse a negar por mucho que se empeñen en intentar ocultarlo.
Y ahora se suman Valencia y el fútbol para darnos una pincelada de la incongruente inconsistencia de lo que ha decidido poner en marcha Moncloa  y todos los gobiernos autonómicos del Partido Popular, de las ruedas dentadas que han puesto a girar para triturar nuestro futuro.
Mientras unos veteranos del Valencia CF se machacan un poco sus ya bastante maltrechas espinillas -o sus isquiotibiales, que suena así más de periódico deportivo- par lograr unos pocos euros para un autobús escolar, el Gobierno Valenciano gasta lo que no tiene y avala con lo que ya ha gastado las cuentas deficitarias de ese mismo club de Fútbol. De ese y del Villarreal, del Levante y de todo club futbolístico que haga mover el balón por un campo de la Comunitat Valenciana en primera división.
¿Puede utilizarse el fútbol de dos formas más distintas?
Los padres y madres de La FAPA valenciana denuncian la precariedad -e incluso la inexistencia- de al menos 17 infraestructuras escolares en la comunidad, los alumnos del 107 siguen estudiando en la calle, los padres y las madres de Montserrat se ven obligados a desangrarse en desesperados debates intestinos, intentando descubrir si tiene más prioridad el autobús recortado, los barracones infectos o cualquiera de las otras deficiencias y carencias que el recorte impertérrito de Catalá y su Conselleria les impone y así en un suma y sigue interminable.
Y ahora que el Estado concede al manirroto gobierno valenciano, que ha arrojado el futuro de su sociedad en aeropuertos vacíos, circuitos automovilísticos infructuosos, puertos deportivos lustrosos e inútiles y visitas papales corrompidas, una aportación de casi 300 millones de euros que el presidente Fabra jura y perjura que va a usar en Sanidad y Educación, se dedican a sufragar la burbuja futbolística de los clubes de primera división con el aval de un crédito recuperado por la mínima y a trancas y barrancas.
Ese es su concepto de sociedad. Ese es su concepto de gobierno. Ese es su concepto de negocio.
Porque a las malas, si todo pinta en bastos, el Valencia CF podrá vender a Soldado, a Banega o a cualquier otro de sus futbolistas y tendrá ingresos y ellos, como accionistas del club podrán pillar -bajo cuerda, por supuesto- un trozo de ese transfer. Podrán hacer negocio.
Los padres afirman que los baños están en pésimas condiciones porque son muy viejos mientras que el tejado de uralita no cumple la norma y tiene goteras o las ventanas no aíslan. La antigüedad crea muchos problemas como en el patio infantil o el porche, pero el dinero es para el Valencia CF
Los patios de los centros infantiles necesitan ser rellenados porque tiene muchos agujeros que producen caídas. Hay que reparar cañerías, cisternas, puertas metálicas. Lo de la pintura ya no es una necesidad, es una urgencia, pero el aval y el dinero es para el Villareal.
En el Max Aub piden la adecuación del espacio para huerto escolar y en el Soto Micó critican el retraso en el mantenimiento de zonas verdes así como el mal estado de las fuentes, pero el crédito es para el Levante.
En el colegio Sara Fernández se quejan de que solo disponen de una pila de agua potable, del deterioro de la pintura, la inutilización de vestidores y duchas deportivas o las rejas corroídas, pero el dinero vuela a Mestalla.
En el colegio de El Saler o en el de Montserrat recuerdan que los niños estudian en barracones metálicos desde hace nueve años por lo que quieren la construcción de un centro nuevo, pero el Govern pone su interés en avalar al Ciutat de Valencia.
Igual pasa en el del El Perelló donde hay goteras cuando llueve pero la prioridad es mantener en funcionamiento el estadio de El Madrigal.
En el Lluís Sant Àngel-Instituto de El Saler hay problemas de estructura, las goteras y la falta de calefacción y ducha en el gimnasio pero Fabra mira al fútbol, a los clubes de fútbol y a sus deudas y convierte a la Comunitat valenciana en su principal accionista.
Así entienden aquellos a los que nuestros sufragios inconscientes condujeron al poder el ejercicio del mismo y del gobierno.
Mientras un grupo de hombres que vive o ha vivido del fútbol intenta que el fútbol, algo solamente lúdico, sirva para algo y ayuda a la sociedad, aquellos que deberían preocuparse solamente de esa sociedad y de solucionar sus problemas tiene la mirada, la prioridad y el dinero solamente puestos en el fútbol.
Los futbolistas recaudan dinero para el Educación pública mientras el principal accionista de sus clubes, el gobierno de la Generalitat, se lo niega para dárselo a sus equipos de procedencia. Un retruécano casi ilógico, una cadencia ridícula, una orden de prioridades dantesco.
Y no nos engañemos. Lo malo no es el fútbol, lo malo no es el dinero que gasta o que adeuda. Lo absolutamente perverso es cómo lo utilizan.
Porque, del mismo modo que el inefable y despótico José Ignacio Wert hace con los toros, al igual que la nunca retirada Esperanza Aguirre hacía con los fastos del madrileño Dos de Mayo o la siempre oculta alcaldesa Botella hace con la candidatura olímpica, Fabra, Catalá y los irresponsables responsables del gobierno valenciano hacen con el fútbol.
Pretenden que sigan vivos y activos, funcionando a pleno rendimiento no porque les importe el deporte -si fuera así arreglarían gimnasios e instalaciones deportivas escolares-, no porque les interese la cultura -si fuera así repondrían y abrirían bibliotecas escolares o simplemente arreglarían las aulas en las que esa cultura se transfiere a los más pequeños-, sino porque necesitan una cortina de humo, porque necesitan el máximo de actividad posible, el máximo de ruido social para ocultar lo que están haciendo.
Porque necesitan que los bares hablen de derbis, de clásicos y de árbitros caseros y no de despidos, huelgas y protestas; porque quieren que las tertulias hablen de manoletinas, chicuelinas y verónicas y no de corruptelas, dádivas y nepotismo. Porque les resulta imprescindible que los apellidos que suenen en las bocas de los que hablan sean Soldado, Messi o Ronaldo y no Rajoy, Fabra o Catalá.
Y así, mientras el los futbolistas veteranos del Valencia nos muestran en Monserrat un ejemplo de lo que podría ser el fútbol, el gobierno valenciano y los avales a los clubes de la región mientras la Educación Pública se cae literalmente a pedazos en toda la Comunidad Valenciana, nos demuestran cómo quieren que seamos nosotros, nuestra sociedad y nuestro fútbol.
Un negocio para unos pocos y un espectáculo alienante y elusivo para otros que, en su miseria, son los que garantizan el negocio de esos pocos.
Saben que ese camino nos conducirá al desastre, ya nos está conduciendo al desastre. Pero no les importa, ni nosotros, ni la Educación, ni el fútbol, ni la caída de todo ello. Sus bolsillos ya estarán llenos.
Es tan antiguo como el egoísmo. Es tan antiguo como El Circo Máximo. Es tan antiguo como Roma y su muerte como imperio, como civilización y como sociedad.
Eso quieren que sea el fútbol. Eso quieren que seamos nosotros. 

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