jueves, enero 24, 2013

Negros, Sinova y la libertad de Agitpro de Telemadrid

Por fin lo han conseguido. No puede decirse que lo hubieran conseguido ya, pero ahora nadie lo dirá, nadie lo denunciará, nadie lo criticará. El menos de puertas para dentro.
El primer informativo, así es como lo llaman pero en realidad ellos y todos saben que deberían llamarlo de otra manera, de la nueva era de Telemadrid, esa Telemadrid que siempre quisieron los políticos que la instrumentalizaron, la hicieron inviable y ahora la han hecho mutar en un canal propagandístico digno de los ámbitos más recónditos de YouTube, lo demuestra. Por fin Telemadrid ha dejado de ser un canal de televisión y ha empezado a ser otra cosa. A ser lo que aquellos que la han derruido siempre quisieron que fuera.
Puede que el momento manipulativo del final de es informativo nos haga torcer el gesto a los que sabemos un poco de estas cosas, puede que ni siquiera nos merezca la pena contestarlo y solamente nos haga torcer el gesto en un intento de recordar aquello que nos metieron parcial tras parcial en el cerebro en las Facultades de Ciencias de La Información. Pero para todos los demás, para las audiencias, para los que aún puedan ver o creer Telemadrid merece una explicación.
Aprovechar la despedida del informativo para decir que un mes de emisión en negro ha enfrentado dos derechos fundamentales, el de huelga y el de información, es el mejor ejemplo que puedan dar los irresponsables responsables de Telemadrid de porque les hacía falta despedir a casi un millar de profesionales.
Porque saben que eso es una falacia circular, un argumento falso que de vueltas sobre sí mismo sin llegar a ningún lado. En Resumen, porque saben que es mentira.
Y recurrir a dos profesores universitarios de la cuerda para aportar supuestos argumentos de autoridad, para acusar a los sindicatos de "secuestrar" la libertad de información de las audiencias, para defender que la pantalla en negro de Telemadrid es un "atentado" contra el derecho a la información es tan absurdo como acusar a un iceberg de atentar contra la libertad de navegación del Titanic.
Porque ambos deberían saberse de memoria -o por lo menos tener localizado algún texto con la referencia- estas líneas. Vamos, el famoso artículo 20 de la Constitución

1. Se reconocen y protegen los derechos:
 a.  A expresar y difundir libremente los pensamientos, ideas y opiniones mediante la palabra, el escrito o cualquier otro medio de reproducción.

Y el señor Justino Sinova es profesor universitario -o al menos lo fue- de Ciencias de la Información y sabe o debería saber que ese derecho no ha sido conculcado, puesto en riesgo ni secuestrado por la huelga de Telemadrid. Sabe que la pantalla en negro no ha impedido a ningún ciudadano español expresar ni difundir libremente sus ideas ni pensamientos ni opiniones.
Sabe que si alguien desde el momento de su creación e instrumentalización ha "secuestrado" ese derecho en Telemadrid han sido los verdugos de la misma. Los que han limitado o negado a colectivos enteros durante años la posibilidad de expresar en ese medio de comunicación pública su disensión, su descontento, su queja. 
Los que han desequilibrado la información ofreciendo solamente una parte de la visión política de España, negando la capacidad de respuesta a aquellos contra los que cargaban en sus programas, cerrando las puertas a aquellos que querían exponer una visión de España, de Madrid y del mundo distinta de la que ellos habían decidido difundir para sus intereses 
Y Justino Sinova lo sabe. Lo sabe tan bien que ni siquiera se atreve a enunciar el texto del artículo.
Y pasando por alto el derecho a la creación artística y a la libertad de cátedra, que nada tienen que ver con esto, llegamos al meollo del texto legal.

d. A comunicar o recibir libremente información veraz por cualquier medio de difusión. La Ley regulará el derecho a la cláusula de conciencia y al secreto profesional en el ejercicio de estas libertades.

¿De verdad quieren hacernos creer que la huelga de Telemadrid, que la reivindicación laboral de 890 trabajadores ha puesto esto en riesgo?, ¿de verdad quieren hacer colar a la audiencia que la defensa de un modelo y de una visión profesional y plural de los medios públicos ha atentado contra su derecho a estar informados?
Puede que la media de edad de su target de audiencia o del electorado base del PP en Madrid conduzca al error a los ya de por sí errados comisarios ideológicos de Telemadrid pero, ¿de verdad creen que la población española desconoce la existencia del mando a distancia?
Aún en el hipotético caso de que esa pantalla en negro conculcara ese derecho -cosa que por otra parte, es curioso, no ha dicho ni mantenido juez ni tribunal alguno-, ese secuestro, esa terrible agresión contra la ciudadanía habría durado exactamente 1,4 segundos.
Eso es lo que calculan los expertos de la Universidad de Michigan -que deben aburrirse mucho o tener mucho dinero de subvenciones que gastar en estudios comunicativos- que tarda un espectador en posesión de un mando a distancia en reaccionar a la observación de una pantalla de televisión en negro.
Y el señor Leopoldo Abad, desde su puesto de profesor de Derecho de la Información lo sabe.
La pantalla en negro de Telemadrid ha hecho más por la calidad de la información en este país que cualquiera de las ediciones de Telenoticias desde que Esperanza Aguirre la convirtió en su continuo y cansino megáfono electoral.
Ha permitido ciudadanos informados porque les ha obligado a irse a cualquier otro medio de comunicación -que seguían emitiendo, aunque Sinova y Abad decidan obviarlo- para enterarse de lo que estaba pasando, porque les ha hecho conocer lo ocurría sin el sesgo político que Telemadrid imponía e impone -a las pruebas hay que remitirse- a toda la información sobre este asunto.
Y que Sinova diga que el hecho de que un medio de comunicación deje de emitir es "un atentado contra la libertad de información" ya ni siquiera es manipulación, ni siquiera es sesgo político. Es directamente demagogia.
La información en este país ha seguido, los medios escritos y audiovisuales han seguido, las audiencias de Telemadrid tenían múltiples fuentes para enterarse de esa noticia en concreto y de cualquier otra. La huelga no les ha privado de eso.
Y Abad lo sabe y sabe que es absurdo defenderlo. Como sería absurdo defender que el hecho de que AXN o Disney Channel no emitan informativos atenta contra la libertad de información de los ciudadanos. Porque los ciudadanos no tienen el derecho de decir "yo quiero informarme en esta cadena en concreto y por tanto esa cadena tiene que emitir informativos". Los cuidadanos solo tenemos -que no es poco- el derecho al acceso a la información y mientras  haya múltiples cadenas televisivas, radios y periódicos eso está garantizado. 
El derecho a informarse en Telemadrid y únicamente en Telemadrid no existe. No existe porque existe el mando a distancia.
Y además la huelga no ha cerrado un medio de comunicación. La huelga no ha cerrado la emisión de Telemadrid. Telemadrid seguía emitiendo. Emitía en negro pero seguía emitiendo.
Ningún poder público ha cerrado por decreto, orden o sentencia Telemadrid. Si los gestores de Telemadrid hubieran querido emitir documentales o informativos antiguos o series enlatadas o la imagen fija de La Ciudad de La Imagen podrían haberlo emitido y la huelga no se lo hubiera impedido. Si hubieran querido contratar los servicios de EFE televisión y emitir sus boletines lo podrían haber hecho
Con cuatro cadenas privadas nacionales, otras tantas públicas estatales, un sinfín de cadenas de TDT y ni se sabe cuántas autonómicas y locales, el derecho a la información de los ciudadanos nunca ha estado en peligro. Nunca se ha ido a negro.
El único derecho que se ha visto cercenado es el que ellos creen tener de hacer propaganda política desde un medio público, es el de utilizar la cadena para su refuerzo electoral, es el de manipular la realidad, sesgar la información y alterar la percepción de las masas en aras de mantener una fluida, constante y masiva afluencia de sufragios a sus castos electorales.
Y, claro, ese derecho no está recogido en ningún recoveco del articulado constitucional español. Y tanto Sinova como Abad lo saben. Puede que ahora lo callen, pero lo saben. A mí me lo enseñó uno de ellos.
Solo hay algo con lo que se puede estar de acuerdo de ese memorable momento televisivo. El mes de emisiones en negro de Telemadrid es un hecho insólito en la historia de la televisión en España.
Y lo es porque en los 37 años que llevamos de democracia nadie había convertido de una forma tan descarada un canal televisivo público en una herramienta de Agitpro, la Agitación y Propaganda al más puro estilo del viejo Nikita Kruchev en sus mejores tiempos.
Así que los que se han quedado al frente de Telemadrid y los que dan la cara por ellos en esos falsos informativos reiniciados ahora están de suerte. Por fin han conseguido lo que querían. Por fin pueden volver a emitir sus espacios propagandísticos y disfrazarlos de información.
Por fin pueden hacer piezas como la que cerró el primer informativo de la era de Agitpro iniciada en Telemadrid sin que nadie saque una nota sindical o una carta firmada por los profesionales de la información haciendo público que eso es mentira. ¡Enhorabuena!
Aunque claro, después de un mes de emisión en negro, después de un mes en el que las audiencias se han podido informar en otros medios de lo que pasa de verdad en Telemadrid, ejerciendo sin restricciones su libertad de información, accediendo a la realidad sin la censura previa de contenidos que imponen el mando político de Telemadrid desde hace años– y que, curiosamente, está prohibida en el punto 2 del mismo artículo, aunque tanto Sinova como Abad se olviden de mencionarlo- a lo mejor ya no es tan fácil colar la propaganda. Aunque se recurra Sinova y a Abad para intentarlo.
Y eso duele. A los que solamente quieren hacer propaganda les duele, a los que solamente quieren medrar manteniéndose a rebufo del cargo político que ejerce de comisario ideológico les duele.
A lo mejor, después del negro que ha acabado con 890 trabajadores en la calle, los que miren Telemadrid la verán con otros ojos. 

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