sábado, diciembre 01, 2012

Evaristo Calatayud o las bucaneras de Francis Drake


Hay ocasiones en las que un puñado de elegidos para la injusticia se convierten, muy a su pesar, en  el epítome de todo lo demás, en la arquetípica punta del iceberg, que deja a la vista un peligro mayor, un mal general, un obstáculo peligroso y mortal.
Desgraciadamente para ellos, los alumnos, madres y padres del colegio Evaristo Calatayud se han convertido en eso. No por lo que hagan o dejen de hacer, no lo que reclamen o dejen de reclamar, sino por lo que están haciendo con ellos, con su transporte escolar, con su colegio y con su libertad.
Porque con ellos la Generalitat Valenciana está ensayando todo el catálogo de mentiras y justificaciones que sus ideólogos y asesores de imagen han pergeñado para ocultar su política, para justificar su desmantelamiento de la enseñanza pública.
La insistencia de los padres y madres de un centro de enseñanza combativo por demás obliga a Cabo y Catalá -los capitanes que se hayan en el puente de mando del destructor que bombardea sistemáticamente la educación pública en Valencia- a salir constantemente a la palestra, a soltar andanada tras andanada en la esperanza de que esas cargas de profundidad enviadas a ciegas hagan explosión en el lugar adecuado y les sofoquen el problema.
La idea del calendario erótico de las madres de Monserrat les supone un problema a Cabo, Catalá y toda la tripulación de ese navío de guerra contra la enseñanza pública porque a los varones y mujeres de este país les resulta imposible no mirar una imagen sugerente, porque mantiene el problema en los medios, porque otorga relevancia a algo que ellos intentaban hacer pasar por irrelevante.
Pero el problema del colegio Evaristo Calatayud no es un ejemplo por lo que ocurre ahora, con miles de enlaces a las fotos del calendario, con cientos de blogueros y columnistas escribiendo sobre ello. El colegio Evaristo Calatayud es un paradigma por lo que lleva ocurriendo en él desde hace mucho tiempo.
Porque ha soportado salvas y cañonazos de la armada invencible de la Generalitat Valenciana y ahora, aunque desarbolado y maltrecho, encima se empeña en contraatacar.
Porque mientras se trasfieren miles de metros cuadrados de suelo público para la construcción de centros privados, el Evaristo Calatayud ha visto crecer el número de matriculaciones, el ratio de sus aulas, ha pasado de 500 a 625 alumnos en un año y la consejera Catalá no ha construido un nuevo centro pese a que los padres y madres hicieron encierros en las aulas. Pese a que lo prometió en 2007.
Porque mientras destina dinero a espuertas -aunque luego no lo paga, eso sí- al apoyo de la educación concertada, a las reformas y ampliaciones de esos colegios y a la construcción de los nuevos hasta sumar unos 18 millones de euros, mantiene al pairo y sin insuflar viento en sus velas a toda la flota de la enseñanza pública, dándole en los presupuestos del plan de construcciones escolares de este año siete millones para nuevas construcciones -o sea lo que cuesta un centro- ; cinco millones para reformas en infantil y primaria, 3.000.000 para nuevas construcciones en secundaria -¿cómo se puede construir un centro de secundaria con 3.000.000 euros?- y 4.294.100 euros para la reforma de centros de esta etapa. Y hace que el Evaristo Calatayud siga teniendo que sobrevivir  en barracones prefabricados como otro ingente número de centros públicos valencianos
 Porque, imitando a la santa patrona del concierto educativo, la afortunadamente retirada Esperanza Aguirre, ha convertido al buque insignia de su armada educativa, la empresa Giegsa, que tenía como único objetivo la construcción de centros, en un fracaso económico que ha generado situaciones tan dantescas como las del colegio 103 y la del propio Evaristo Calatayud.
Colegios a medio construir, centros donde las reformas y mejoras no llegan o llegan con cuentagotas al tiempo que se dejan de ingresar millones de euros cediendo suelo, eliminando impuestos y costes de licencias de obras y demás gastos a los que construyen colegios privados a los que luego se les concederá un concierto.
Porque mientras sufragan los gastos generales de los centros concertados, dejan sin calefacción, sin transporte y sin lo más básico a los públicos.
Y todo eso obliga a los colegios como el Evaristo Calatayud y a los padres y madres de la enseñanza pública a actuar como una flota bucanera, como un grupo de barcos corsarios que tienen que rapiñar la riqueza que la Gran Armada de la Educación privatizada en Valencia conduce para repartir entre los centros privados y concertados.
Y, como el calendario de las aguerridas madres de Montserrat les obliga a hablar de ello, como la lucha de padres y madres les obliga a seguir defendiéndose públicamente, los almirantes de la flota educativa del PP les disparan con todo lo que tienen.
Y afirman que "la Conselleria de Educación ha realizado una inversión de 346.195 euros en los escolares del municipio". Tiran de la generalidad. La estrategia del gasto general para encubrir la injusticia particular es tan antigua en comunicación política como las elecciones en los Estados Unidos de América.
¡Enhorabuena!, nos parece muy bien lo que gastan, pero nadie le cuestiona por lo que se gasta, se les cuestiona por lo que no se gasta en un hecho concreto. Es como decir "no nos vamos a gastar 10.000 euros en curarle el cáncer porque ya nos hemos gastado quince millones de euros en curar a todos los demás". Sigue sin ser justo. Se habrá sido justo con todos los demás. Pero no se es con justo  con ese enfermo en concreto.
La primera andanada de la armada invencible se hunde en el mar a varias millas del bajel pirata del Evaristo Calatayud.
Como ven que marcha mal y que no ajustan el tiro pasan a otra estrategia de combate: el mítico divide y vencerás.
Afirman que todos los becados cumplen los criterios y que los no becados no. De manera que parece que lo que quieren los padres de los niños que no tienen beca es acceder a un derecho que no tienen, quizás quitándoselo a otros que sí lo necesitan.
Responderán -y si no al tiempo- a la impugnación de la concesión de las becas de transporte por parte de las madres de Monserrat (lo siento, sé que tienen un nombre colectivo, pero mi valenciano es pésimo y no consigo aprendérmelo) argumentando que quieren dejar sin beca a los que ya la tienen, que esa reclamación perjudica a los que ya la tienen concedida y cualquier otra cosa que se les ocurra para crear una división inexistente entre las familias becadas y las no becadas, para que cada una de las alas de la flota bucanera de Montserrat se enfrente a la otra y así ambas se olviden de su armada.
Pero claro, como eso es tan viejo como las Guerras Púnicas pues no cuela. 
No cuela ni siquiera cuando pretenden hacerles enemigos de otras poblaciones afirmando que buscan una ayuda que otros municipios no disfrutan y que darsela obligaría "a darselas o todos". Pero esa andanada tampoco roza la línea de flotación del buque del Evaristo Calatayud, porque cuando ha pasado lo mismo en La Pobla de Vallbona, Requena, Orihuela o El Saler, el problema se ha resuelto sin obligar a nadie a una batalla naval encarnizada para lograrlo.
Y tampoco cuela la andanada preparada de "la educación infantil no es obligatoria". ¿Qué están diciendo?, ¿que las madres o los padres de esos niños tienen que quedárselos en casa y no llevarlos al colegio si no pueden pagar el transporte? ¿qué tienen que comprarse un coche -o dos los que no tienen ninguno- con el único objetivo de poder dar educación a sus hijos?.
Que la educación infantil no sea obligatoria no implica que los gobiernos no tengan que garantizarla para aquellos que quieren tenerla. Ningún derecho es obligatorio -por eso son derechos- pero eso no significa que no tengan que garantizarse. Esa andanada mal calibrada pasa muy por encima del velamen del Evaristo Calatayud.
Así que como todo les va fallando, los almirantes Catalá y Cabo, terminarán ordenando -o al menos permitiendo- el fuego a discreción en la esperanza de hundir este escurridizo bajel que tanto está molestando a su reluciente armada invencible de la educación privatizada.
Falta poco para que algún desabrido diputado autonómico haga algún comentario sarcástico sobre el calendario, o para que alguna diputada valenciana se ofenda por el lucimiento de curvas y escotes de las madres de Monserrat -más por envidia que otra cosa, es de suponer- y cuestione con ello su condición de "buenas madres". Al tiempo.
Y si todo les falla siempre pueden tirar del perro ladrador. De ese tan típico argumento del PP levantino, expuesto por su congresista castellonense, la dulce Andreíta Fabra y su expresivo "que se jodan". No será muy diplomático pero permitirá captar el mensaje que están mandando desde el principio.
De momento, Catalá, Cabo y toda la gran armada se sienten seguros pero quizás no deberían estarlo tanto.
El Titanic se hundió por un iceberg del que solo era visible un tres por ciento; La Armada Española fracasó porque a la salida de una tormenta en la que se metieron ellos solitos les estaba esperando toda una colección de pequeños y rápidos buques que les acosaron hasta hundirlos en el fondo del mar.
Eso es lo que hace importante al Evaristo Calatayud y otros colegios que resisten al arrollador impulso de la educación que ha implantado el gobierno del PP allá donde haya accedido al poder.  Que son Sir Francis Drake tocando las narices al Duque de Medina Sidonia.
Y, por si nuestro orgullo patrio nos nubla la memoria, terminó ganando Drake.

2 comentarios:

Eva Mª Casas dijo...

Hola Gerardo ya sabes como siempre te digo, cada dia me sorprendes un poquito mas, vamos pensaba mientras leia que estaba navegando en esos buques, pero al final se que bombardeara las madres del Colegio Evaristo Calatayud al buque dirigido por Cabo y Catala y sera HUNDIDO. Gracias amigo.

Joan G. P. dijo...

Sorprendente e ingeniosa idea.
Enhorabuena por el relato.

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