martes, diciembre 11, 2012

El millar de euros que hace del alumno un figurante

Hay decisiones que por el momento en el que se producen y por la forma en la que se proponen se convierten en un error aunque su concepto inicial no sea criticable.
En eso se encuentra la idea, que aunque bien intencionada no es otra cosa que peregrina, presentada por la Junta de Extremadura que propone pagar 1.000 euros a los jóvenes que han abandonado la educación secundaria para que la retomen.
Convencer a aquellos que prefieren los rápidos beneficios o perjuicios de la vida sin estudios a los largos años de aprendizaje es ciertamente una labor de las instituciones educativas, pero recurrir al dinero y a la "paga" -de un millar de euros, nada menos- es tan contraproducente como pagar a un esclavo paraque compre su libertad.
La solución no es que ese esclavo se pueda liberar. La solución es que no exista la esclavitud.
Por no hablar del agravio que supone para aquellos que no han abandonado los estudios. ¿Cuánto se ha de pagar a aquel que nunca se alejó de las aulas? ¿Cuánto habrá que pagar al que obtenga buenas notas?, ¿cuánto habrá que pagar a quien, pese a los resultados pobres, siga insistiendo y esforzándose en ir como mínimo aprobando?
Pero claro, no es de extrañar que el Gobierno Extremeño de José Antonio Monago tire del único incentivo que conoce y puede conocer el sistema que defiende a ultranza, ese sistema económico que pretenden salvar a fuerza de tijera y que está llevando a la civilización occidental atlántica a un agujero sin fondo: el dinero.
Como para ellos las personas son dinero, solamente se miden y se mueven por los capitales y las rentas, el dinero debe ser un incentivo imposible de eludir, una oferta muy difícil de rechazar.
No hay otra cosa salvo dinero y el dinero mueve el mundo.
Puede haber una cierta justicia en recompensar económicamente a los estudiantes -al fin y al cabo padres y educadores siempre estamos repitiéndoles de forma machacona que estudiar y aprobar es su obligación, su trabajo- pero captar estudiantes a fuerza de talonario no solamente es absurdo y raya la falta de ética educativa más absoluta, sino que es más inútil que ofrecer una paga vitalicia a quien se suba a bordo del Titanic cuando este ya escora de estribor tras su fortuito encuentro con el iceberg.
Es absurdo porque nadie garantiza que el chaval ponga la mano, coja los 1.000 euros y luego acuda a las aulas sin prestar demasiada atención, controlando al límite sus ausencias para no ser expulsado, utilizando los libros de texto para calzar la mesa en la que se apoya su videoconsola y no aproveche en absoluto algo a lo que acude solo porque es una forma de ingresar un dinero que ni sus padres ni sus actividades extraescolares le reportan pero para lo que no tiene ninguna vocación.
Bordea el extremo de lo ético porque esas "pagas" llegan cuando se está negando dinero en todos los frentes a los que sí quieren estudiar y lo están haciendo. Recortando becas de comedor y de libros, negando inversiones en equipamiento, suprimiendo arbitrariamente becas de transporte, cerrando laboratorios, congelando fondos de investigación y un sinfín de gastos necesarios que redundarían en beneficio de los que sí han demostrado que quieren estudiar y aprender.
O sea, que se les quita a los que lo aprovecharían para dárselo a los que ya han decidido de antemano que no quiere aprovecharlo cuando lo más lógico sería que, si se detecta que hay algún joven que queriendo estudiar se ha visto obligado por la situación económica de su familia a abandonar los estudios, se le ayude de forma individual con una beca salario que permita a esa familia no solo compensar los gastos de estudio sino además la pérdida de ingresos que supone que no trabaje.
Pero eso no puede hacerse, claro. Eso sería dar becas y las becas son el anatema de los sacrosantos recortes educativos.
Y finalmente la medida es inútil porque, aunque los adalides neocon del Estado Recortado, crean que el dinero todo lo puede y todo lo consigue, ni todos los cheques de 1.000 euros del mundo pueden conseguir que alguien que no quiere, no está capacitado o no tiene voluntad para el estudio pueda aprovecharlo.
A menos, claro está, que el cheque lleve aparejado el aprobado para engordar las estadísticas, reducir el ratio de fracaso escolar y poder presentar una imagen de España plenamente escolarizada ante esos inversores que han de venir de allende el espacio sideral a crear empleo y fortuna en nuestras tierras una vez que los recortes hayan cumplido su benéfico fin de convertirnos en la sociedad semi esclava adecuada para cuadrar sus cuentas de beneficios y dividendos.
Así que Morago y su departamento de Educación extremeño, en su impulso neocon del incentivo económico, terminan confundiendo todos los verbos copulativos entre sí. Ser estudiante con parecerlo, ser parte de la comunidad educativa con estar en la comunidad educativa, aunque sea de paso y a cambio de dinero, estar comprometido con tu futuro con parecer comprometido con tu futuro para que te suelte 1.000 pavos para tus gastos.
Ser actor de la película de tu propia educación con ser figurante sin frase en la escenografía educativa cara a la galería que ha diseñado el Gobierno Extremeño.

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