martes, noviembre 13, 2012

Un colegio gallego y el oculto evangelio del recorte

Hay veces que el más ínfimo de los ejemplos sirve para explicar todo aquello que los grandes discursos pretenden ocultar, las extensas reflexiones intentan explicar y los sesudos pensamientos ansían definir.
Eso está pasando en este vía crucis nuestro de la educación que se recorta y si recorta como si con ello se pudiera hacer un hermosos ejercicio de papiroflexia cuyo resultado final hiciera pasar inadvertidos todos los huecos que jalonan el diseño final.
Un solo colegio en la profunda Galicia, esa que cae uno y otro comicio en el mismo error que la mantiene en la inopia más arcaica, nos sirve para descubrir todo lo que los exabruptos de José Ignacio Wert ha intentado demostrar y todo lo que la supuesta necesidad económica tremolada una y otra vez por el resto del Gobierno ha querido ocultar.
El colegio público A Rabadeira de Oleiros es todo lo que se necesita para descubrir, explicar y entender la ideología que se esconde tras los recortes educativos. Esa ideología que se dice que no existe y que se disfraza de necesidad económica.
Porque cuando los recortes llegaron a esa población gallega, 31 familias se quedaron sin comedor, algunas de ellas por despistadas y la mayoría porque no había plazas en el comedor.
Y entonces apareció la ideología.
Porque entre ellos estaban la secretaria general técnica de la Consellería de Traballo e Benestar y el jefe de la asesoría jurídica de la Seguridad Social de A Coruña. Dos altos cargos que, para empezar tenían ingresos más que suficientes para que, por mera dignidad, asumieran los recortes que su propio gobierno autonómico había impuesto y renunciaran a la plaza y para terminar deberían haber tenido la atención suficiente como para presentar la solicitud a tiempo.
Pero no lo hicieron y no importó. Porque la ideología de los que han decidido recortar en todo menos en lo suyo se puso a funcionar y la Consellería de Educación decidió aumentar una plaza en el comedor para dar cabida al retoño de tan egregios representantes de las fuerzas vivas de la administración gallega.
Los padres que se habían quedado fuera protestaron. No es que quisieran que el chaval de los cargos se quedara sin comedor, es que querían que los suyos también los tuvieran. Pero no. Los recortes son los recortes para todos y no había más plazas. No después de aumentar una para que los recortes no tocaran a quien no tenían que tocar.
Los profesores, las asociaciones de padres, el consejo escolar y la Dirección del colegio dimitieron. Y la Consellería admitió la dimisión y siguió buscando de donde recortar. Daba igual que el colegio se quedara sin dirección, daba igual que 30 familias no tuvieran comedor, daba igual todo. Los recortes estaban hechos y habían conseguido salvar a los suyos de sufrirlos. Eso es todo lo que importaba.
Y por supuesto a Jesús Vázquez, conselleiro de Educación la da igual lo que digan padres, madres, alumnos, profesores o directivos del centro. Él tiene un informe jurídico sobre el recurso de los padres elaborado para cubrirse la espalda y ya está todo dicho.
Y en ese colegio A Rabadeira de Oleiros el rostro de la ideología que está tras los recortes educativos se hace tan visible en ese acto de descarado nepotismo por parte de los gobernantes y de absoluta indignidad por parte de sus adláteres que ya no queda nada que explicar.
Los mismos que están de acuerdo con una política de recortes que destroza la educación pública hasta convertirla en un erial solo apto para fabricar siervos de la gleba que trabajen y no cuestionen los mandatos gubernativos, luego recurren a ella cuando les viene bien y no les cuadran las cuentas.
Los mismos que imponen a sangre y fuego una política draconiana de recortes sin pensar en las consecuencias de sus baldíos intentos de cuadrar las cuentas, luego abren la mano magnánimamente cuando -y solamente cuando-  los suyos, los que piensan como ellos, los que les ayudan a mantenerse en el poder, se ven atrapados en esa garra. La abren lo suficiente como para que sus aduladores, secuaces y soguillas se escurran entre ellas pero demasiado poco para que todos puedan escapar de su presión.
Y esa actitud no la impone la crisis, no la impone el sistema económico difunto que pretenden elevar a la resurrección en lugar de enterrar. Ni siquiera la impone una ideología política o económica descrita en las facultades de Ciencias Políticas o Económicas.
El colegio A Rabadeira de Oleiros nos demuestra que todo lo que está tras los recortes que desde Moncloa y todos las sedes autonómicas impone el actual Gobierno. Dos simples mandamientos que resumen todo lo dicho, lo escrito y lo pensado al respecto.
Que todos paguen el precio y sufran el coste de su mantenimiento en el poder y que ese sufrimiento nunca, bajo ningún concepto, repercuta las vidas o haciendas de ellos ni de sus cortesanos.
El mismísimo evangelio del despotismo.

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