martes, septiembre 18, 2012

Y el apostolado del ahorro oyó el canto del gallo


Nuestro gobierno, ese que es austero, sacrificado, impopular por responsable y que nos llevara, a través de un purgatorio digno de Dante a un paraíso de finanzas estables ya anticipado en los edenes bocetados por El Bosco, ha hecho de no gastar su arma.
Lo repite como un mantra tántrico para darse fuerza, para justificar cualquier de sus hechos, para argumentar cualquiera de sus decisiones. El ahorro es la base de toda buena economía, de toda salida de la crisis, es el elíxir arcano y hermético que nos llevará a la resurrección de un sistema económico que yace muerto a nuestros pies sin visos de una resurrección temprana y milagrosa.
Pues bien, parece que no.
España o, para ser exactos, el Gobierno Español está gastando el doble de lo que ingresa. Así sin anestesia ni nada, sin paños calientes que lo expliquen, sin deudas heredadas que lo escondan.
En los primeros meses del año el gasto del Estado Español se elevó a 101.000 millones de euros a julio frente a 52.000 millones de ingresos.
Y ya no es por un sistema de servicios públicos financiable porque ha sido recortado desde enero a sus mínimos históricos, ya no es por un "gasto ideológico", como ellos definían las inversiones en bienes sociales, que han sido reducidas a cero, o las inversiones en infraestructuras, que prácticamente no existen -salvo las que convienen electoralmente.
Y eso nos lleva a una pregunta ¿en que ha gastado nuestro ahorrador gobierno el doble de lo que ha ingresado, pese al aumento de impuestos, pese a la subida de gravámenes indirectos, pese al anticipo del IVA?
Muchos dirán que en poder financiar el despilfarro de regiones y ayuntamientos, es decir, en cubrir situaciones heredadas de otras administraciones, aunque en la mayoría de los casos sean de administraciones gestionadas por el propio Partido Popular.
Eso es lo sencillo, pero no dejar de ser falso. Falso porque la mayor parte de ese dinero se convierte en deuda, no en gasto, ya que se realiza a través de créditos bancarios que el Estado solicita para dárselos luego a las administraciones en quiebra. Luego no figura como gasto.
Falso porque aún no se han contabilizado las partidas de ayuda directa a las comunidades autónomas -algunas de las cuales todavía están decidiendo si las solicita o no-  ni las transferencias a los ayuntamientos que se incorporarán al gasto del segundo semestre y que seguirán el mismo camino que las autonómicas, incorporándose como deuda y no como gasto.
Entonces no queda más remedio que repetir la pregunta ¿en qué se gasta nuestro gobierno el doble de lo que ingresa?
Los demagogos del ahorro ejemplarizante dirían que en sueldos y dietas millonarias de políticos, indemnizaciones aún más millonarias, excesos políticos, campañas mediáticas y gastos superfluos.
Pero tampoco. Cierto es que esas partidas -reconocidas o no- apenas han descendido, pero no han aumentado y las indemnizaciones de los ejecutivos financieros inútiles no se cargan al presupuesto del Estado.
Entonces, y por tercera vez, como en las míticas negaciones del apóstol pétreo, volvemos a preguntar ¿en que se gastan el dinero?
Y la respuesta nos llega como el canto del gallo de la profecía de forma inesperada y sorprendente.
Se los están gastando, para empezar, en endeudarse.
Según datos del Banco de España, el gobierno español ha emitido 71.000 millones de euros en deuda pública, más de un tercio por encima de la media de emisiones en los once años anteriores.
Sólo en los intereses mensuales de esa deuda, emitida a los niveles de interés más alto debido a la ya famosa crisis de la prima de riesgo -que volverá, no nos engañemos- se gasta una media de entre 4.000 y 5.000 millones al mes. 
Y ¿a quién va a parar ese gasto?, ¿va a parar a empresas que pueden aprovechar el dinero para generar empleo, como mantienen una y otra vez nuestros ministros?, ¿va a parar al ciudadano privado o al pequeño inversión en deuda pública con lo que le sirve para completar su economía cada vez más exigua?
No. Decididamente no. Va a parar a otro sitio.
En los siete primeros meses de 2012 las entidades financieras españolas han pasado a acaparar 184.511 millones de euros en deuda emitida por el Tesoro Público, el 32,3 por ciento de los 570.691 millones que había en circulación en ese momento. Estas cifras representan un salto inmenso con respecto a los registros de finales de 2011. Más del doble que el año anterior.
El Estado se está gastando ese dinero en dárselo a los bancos.
Pero ¿para que utiliza el Estado ese dinero que le pide a los bancos a través de la deuda pública y por el que les paga intereses desorbitados?, nos preguntamos en este juego denostado pero educativo de hacer una pregunta más, de plantear un porqué más, como un párvulo que se haya descubriendo el mundo.
Y aquí va la segunda negación de Pedro -¡Uy, perdón!, quise decir de los santos Mariano, Luis, Cristóbal, Soraya y todo el apostolado del nuevo culto del ahorro-. Pues va a los bancos.
EN el primer semestre, el Estado ha inyectado 20.000 millones en Bankia, 5.000 en CAM, 7.500 en Caixanova... Y ese capital si cuenta como gasto porque para asegurarse el control de las entidades intervenidas el Gobierno no ha tirado de un decreto de nacionalización -eso va en contra de los mandamientos del buen liberal- se ha limitado a comprar las acciones necesarias para hacerse con el control. Y eso es un gasto de dinero corriente, no una contracción de deuda que se puede camuflar jurídicamente dejándola al margen de las cuentas del déficit. Es un gasto contante y sonante.
Así que pongamos carita de niños de seis años que ha sido incapaz de seguir el razonamiento de los adultos y al que la duda de algo incomprensible para él le está quitando la confianza en sus progenitores y preguntemos:
-¿Quieres decir, papá, que el gobierno se gasta el doble del dinero que ingresa en pagarles a los bancos para que le den dinero para volver a gastárselo en los bancos?
-Más o menos, hijo, al menos gran parte
- ¿Por qué?
Y aquí no nos queda más remedio que tirar del recurso del progenitor agotado ante la irreductible curiosidad de su vástago.
- Porque sí, hijo, cuando seas mayor lo comprenderás.
Pero no lo comprenderá. Sabemos que no lo hará y que además descubrirá la tercera negación secular del apostolado del ahorro que ahora no ha percibido.
El Gobierno ha gastado en estos siete meses más que de un tercio en servicios públicos que durante el pasado año.
¿Cómo es posible eso con todos los servicios recortados, con los funcionarios reducidos en sus emolumentos, con las medicinas recosteadas parcialmente por los enfermos, con las becas de comedor y libros eliminadas en la educación pública, con las becas universitarias reducidas a su mínima expresión?
Pues muy simple. Porque el coste del desempleo se ha disparado. No porque se pague más, sino porque la política laboral aplicada para el ahorro genera más parados. Porque se han tenido que aumentar los convenios con los centros concertados para que estos no se vayan a hacer negocio a otra parte ahora que ya enseñar no da dinero, porque se han tenido que pagar facturas farmacéuticas que antes no se pagaban -en comunidades de unos y de otros-, porque se ha tenido que financiar el sistema del copago que ha gastado en su implantación más de lo que recaudará en tres años...
Y el galló cantó tres veces. Una por el gasto en intereses de la deuda, otra por el gasto en el rescate bancario y una tercera, más firme y continuada, por el gasto en el recorte social y de servicios  que se supone que iba a significar un ahorro para las arcas públicas.
Y así cuando, algo más crecidito, el infante pregunte 
- ¿Por qué se impone una política de ahorro y control de déficit que genera más gasto y más déficit?, solamente podremos recurrir a la respuesta del progenitor ignorante.
- Porque sí ¿has hecho tus deberes?
- Yo sí -contestará el vástago insolente- ¿has hecho tú los tuyos?

3 comentarios:

Tu economista de cabecera dijo...

"Eso es lo sencillo, pero no dejar de ser falso. Falso porque la mayor parte de ese dinero se convierte en deuda, no en gasto, ya que se realiza a través de créditos bancarios que el Estado solicita para dárselos luego a las administraciones en quiebra. Luego no figura como gasto."

¿Estás seguro de esto? Yo creo que no es así. Esto ocurre cuando el Estado avala, pero incluso en este caso (que no es el que se está dando últimamente, donde directamente hay transferencias de fondos o similares) la deuda se contabiliza como deuda de las CAs y forma parte de lo que nos machaca Bruselas/Frankfurt.

Es verdad que existen otras deudas que no se contabilizan, como las de las empresas públicas, donde el Estado sólo avala, y al ser empresas no se contabiliza como Déficit ni como deuda, pero esa es otra historia.

devilwritter dijo...

Claro que figura como deuda. Pero no como gasto corriente y por tanto no se añade a ese concepto hasta que comienzan a pagarse los intereses y la amortización de esos créditos. No se recoge en el déficit, ni en los gastos corrientes hasta el ejercicio en el que se pagan.

Así lo expica el informe de la Comisión Europea del que he sacado las cifras, por lo menos.

Tu economista de cabecera dijo...

Bueno, no tengo un conocimiento exhaustivo, así que será como tu dices.

Lo que pasa es que aunque el Estado no lo contabilice como gasto, las CAs si. De ahí proviene su déficit y la necesidad de financiación, porque sus ingresos son inferiores a sus gastos.

Eso lo había leído yo de empresas públicas y organismos autónomos, esos sí que son habitualmente origenes de deuda sin haber pasado por gasto ya que el gasto se imputa a la empresa y el estado/CA sólo avala. Pero cuando no hay más hueos que asumirla por el Estado/CA, entonces pasa a deuda, mientras que nunca fué gasto de la Administración, un sucio truco.

Si es esto, estoy de acuerdo, pero esto no es toda la deuda del Estado o CAs sino parte de ella.

Si no es así, sigo diciendo que en este caso me considero menos informado, así que...

¿puedes facilitarme un link al informe o a la reseña que puedas haber leido? ¿O el nombre/fecha/organismo del informe? Tengo curiosidad.

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