domingo, julio 15, 2012

El capataz, la paga extra, la caza del funcionario y cincuenta y pico millones de porciones del Estado

No soy funcionario. No lo soy porque nunca me fiare del Estado lo suficiente como para trabajar para él y el Estado nunca se fiará lo suficientemente de mi como para dejarme trabajar en su seno. Así es y supongo que así tiene que ser.
Pero el Estado soy yo -ahora mismo me imagino a mi con melena postiza de rizos y zapatos de medio tacon. ¡Quita, quita, demasiado Versalles para mi!-. El Estado soy yo, una parte ínfima y proporcionalmente inoperante del mismo, pero soy yo. Y como soy el Estado no puedo ensimismarme en la contemplación de lo que le pasa a los funcionarios.
Ahora que los funcionarios hablan, gritan, protestan, resisten y se quejan podemos ampararnos en las envidias y los reproches, de tópicos falsos y de medias verdades para no apoyarlos. O podemos ser la parte del Estado que nos toca ser. 
Podemos seguir a lo nuestro y asentir gozosos a la visión de cómo la espada de Damocles de la falta de recursos y de futuro cae sobre ellos. O podemos ejercer de Estado Soberano, ínfimo, pero soberano, y no seguir callados, riéndonos por dentro, de que aquellos a los que hacíamos seguros en sus trabajos y firmes en sus ingresos ya estén como nosotros o peor.
Porque puede que hubieran tenido que hacer algo antes. Puede que hubieran tenido que protestar con La Reforma Laboral, que unirse a los mineros en su lucha, que sumarse a profesores, médicos, enfermeras o farmacéuticos antes de que el altar de los sacrificios a la City y a Berlín reclamara sus nóminas y sus condiciones laborales como chivo expiatorio de la crisis de un sistema que no puede salvarse de esa forma.
Quizás tuvieran que haberlo hecho ¿pero lo hicimos nosotros? Más allá de nuestras quejas y reproches, ¿lo hicimos o lo hemos hecho nosotros? 
Puede que estuvieran mucho más centrados en su estabilidad y su supervivencia que en lo que estaba pasando en el país pero ¿no hacíamos nosotros igual cuando la crisis y el deseo de mantener ganancias de los empleadores sacudía las vidas, los trabajos y los futuros de aquellos que vivían en la puerta de al lado?, ¿no bajábamos nosotros la cabeza y seguíamos a lo nuestro?
Es posible que no se arriesgaran ni cuando vieron a parte de ellos mismos -profesores, médicos, enfermeras, empleados de metro y bomberos entre otros- pelear por lo público y por sus futuros y los nuestros. Pero ¿no empleamos nosotros sus mismas estrategias?, ¿no agachamos el rostro cuando vimos que los despidos se llevaban a los que trabajaban en la mesa de enfrente o en el sitio de al lado?, ¿no encorvamos el lomo con tal de hacernos invisibles y seguir protegiendo lo nuestro en lugar de arriesgarlo por defender el futuro de todos?
Es muy probable que algunos de ellos se centren más en las siglas del partido que les ha permitido ascender en el escalafón que en las verdaderas necesidades de la Administración o del país. Pero, ¿no vivimos e hicimos nosotros lo mismo?, ¿no encontramos culpables en nuestros trabajos en los que hacer recaer el peso del error?, ¿no dijimos a jefes, directores y directivos lo que quisieron oír para garantizarnos su aquiescencia, su favor, para asegurarnos no ser nosotros los sacrificados, para poder aguantar un día más, un mes más, una nómina más, aun a costa del esfuerzo de otros y de la verdad? 
Los funcionarios, que ahora sangran sus recortes, no han hecho nada que no hayamos hecho nosotros. Si está injustificado para ellos, lo está también para nosotros. Si nosotros no merecemos lo que tenemos por eso, ellos tampoco.
Como es norma en el Gobierno que ahora nos dirige, en el que nos echamos a la espalda en las urnas, la carga de Rajoy contra la función pública ha tenido el efecto contrario del que ansiaba.
Los militares, que por tétrica tradición histórica en este Estado sólo hablaban con sus sables, ahora hablan: 
"Desde AUME -Asociación Unificada de Militares Españoles- no vamos a quedarnos con los brazos cruzados mientras se nos hace pagar por algo que no hemos hecho y se nos trata como a unos “cabezas de turcos”, desde en una situación compleja que ni los que nos han prometido solucionar con ciertas medidas, ahora, tras la confianza depositada en ellos, modifican las reglas de juego con unos recortes que además negaron que fueran a realizar. AUME se va a sumar a toda iniciativa ciudadana que plantee la defensa de unos derechos que nunca hemos debido de perder, porque derechos conquistados son ya algo inherente a la condición de ciudadanía". 
"Vamos a denunciar públicamente todos aquellos gastos superfluos que en el ámbito de las Fuerzas Armadas aún se continúan permitiendo. Celebraciones de patronos, aniversarios, tomas de mando, aniversario de promociones, utilización de pabellones de cargo, utilización de vehículos oficiales, despedidas de promociones, bodas de plata, juras de bandera civiles, participación en fiestas religiosas, etc." 
Los policías que, por aciaga costumbre suelen hacer hablar más a sus porras que a sus labios, hablan:
"El Colectivo de Agentes de Policía Municipal de Madrid colectivo está cansado de que los empleados públicos sean los paganos de todo el derroche producido por personas sin escrúpulos tanto de la política como de la banca, Es vergonzoso haber comprobado como la bancada parlamentaria recibía con alegría y aplausos los recortes salariales a los parados y a los funcionarios, mientras ellos siguen percibiendo suculentas dietas por asistir a su trabajo". 
"No se pueden mantener subvenciones millonarias a los partidos políticos, COE o sindicatos, mientras se recortan sueldos de trabajadores y parados. Se está ante otra medida inútil a la vez que ineficaz y, solamente hay que escuchar al vicealcalde Villanueva para darse cuenta que la supresión de la paga de Navidad a los trabajadores del Ayuntamiento de Madrid va a servir para pagar el aumento del IVA anunciado". 
 "No queremos más gente a dedo dirigiendo la Administración, no queremos más alquileres de edificios propiedad de sus socios. Las Administraciones no pueden ser un cortijo para los desmanes de los políticos y de la banca".
Así que aquellos que callaban, ahora hablan. Aquellos que se suponía que no iban a decir nada porque tenían mucho que perder arriesgan mucho más que nosotros con expedientes sancionadores e incluso expulsiones y penas de cárcel -el código de disciplina militar es un curioso baluarte del absolutismo en este país-.
Y a nosotros, que somos el Estado -cincuenta y tantos millones de pequeñas porciones del Estado-, debería darnos igual que lo hicieran porque les han quitado la paga extra o porque han echado cuentas y con el IVA aumentado no les llega para hacer la compra. Los que no hablaban, los funcionarios ahora -como siempre, supongo- están de nuestro lado. No están del lado del Gobierno. Están del lado del Estado. 
Tenemos a militares, policías, funcionarios en general... ¿qué excusa seguiremos poniendo para no hacer lo que tenemos que hacer?, ¿qué explicación daremos para seguir callados y sin movernos?, ¿qué necesitamos nuestra paga extra para cubrir agujeros, pagar las vacaciones y darnos algún caprichito? 
Puede que hayan tardado pero ellos ya no le hacen caso al capataz de la obra y vuelven su vista a aquel que les emplea de verdad, que les paga las nóminas, que les da el trabajo. A nosotros. 
Yo no soy empresario, ni tengo un negocio, pero soy una pequeña parte del principal empleador de este país. Como los somos todos.
 Ahora que el administrador de la finca se ha puesto a defender intereses de otros que no viven ni trabajan en ella nos toca hacer de aquello que siempre hemos soñado ser. Nos toca hacer de jefes.
Porque todas esas personas que se han unido a la lista de seres a los que no importa arrastrar a la miseria con tal de cuadrar las cuentas de otros que quieren mantenerse en la seguridad de sus inversiones y sus beneficios, no trabajan para Rajoy, no trabajan para Montoro, no trabajan para Moncloa. Trabajan para nosotros.
Y no deberíamos dejar que ningún capataz miope y egoísta maltrate a nuestros empleados. No debemos permitir que ningún Administrador rígido y dirigido desde fuera perjudique sin motivo a nuestros trabajadores. 
Porque soy el Estado y todas esas gentes trabajan para mí. 
Y como soy el Estado y no Esperanza Aguirre no hablaré de privilegios inexistentes por unos días libres, unas horas de menos trabajadas al mes o un régimen especial en las pensiones. Aunque yo no disfrute de esos días, de esas horas y ese régimen de pensiones.
Como soy el Estado y no Santa Dolores de Cospedal no compraré una imagen de inutilidad y fatua conveniencia de aquellos que educan a mis hijos, que sanan mis dolencias, que curan mis heridas, que tramitan mis gestiones, que protegen mis calles o que multan mis malos estacionamientos. 
Como soy el Estado y no Montoro no venderé que sus condiciones económicas son injustas con respecto al resto de la población para quitarles una paga extra a los que cobran ochocientos euros por limpiarnos las calles, novecientos por repartirnos el correo o mil por repararnos las carreteras. Aunque yo no perciba ninguna paga extra de mi empresa ni en invierno ni en verano. 
Como soy el Estado y no Andrea Fabra no diré ¡Que se jodan! 
Esta ínfima e inoperante en solitario porción del Estado peleará con ellos.
Y sin tengo que despedir al capataz. Pues le despido. Y si tiene que joderse el administrador de la finca ¡que se joda!. Ese sí, ¡Que se joda!
Y los otros cincuenta y pico millones de porciones del Estado Español que hagan lo que quieran. Pero ya no tienen demasiadas excusas para seguir sin hacer nada. 
Salvo que la paga de verano y las vacaciones se consideren excusas estatales.

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