domingo, junio 10, 2012

La fábula del paladín del rescate (bancario, claro)

- Buenos días, buen labriego. ¡Soy un paladín europeo y he acudido al rescate!
- No me joda, buen hombre, no me joda -menea el labrador la cabeza mientras contempla al individuo trajeado y con maletín que le saluda-.
- He recorrido las tierras del Viejo Continente para llegar aquí, a la ancestral Hispania, presto para el rescate -afirma el paladín como para darse importancia, así, poniendo cara de Lagarde en horas bajas-.
- ¡Me cachis!, ahora entiendo que lleve ese traje tan caro todo arrugado y ese maletín tan elegante lleno de polvo. Por cierto, perdón por lo de las heces de la Jacinta, ¿cómo iba a saber ella que esa cosa era suya?, la pobre es una cabra.
- No se apure, buen villano, son cosas con las que hemos de lidiar los paladines del rescate -el hombre se atusa el traje, cosido a mano, hecho a medida, enviado a su casa por su sastre y pagado en unas prisas por su chofer-.
- Y ¿de qué se supone que debe rescatarnos? -pregunta el campesino sin dejar de doblar el espinazo. El tipo toma aire, así como Jean Reno en Gran Azul, antes de responder-.
- De la imposibilidad de inyectar liquidez desde los procesos financieros que parten del Estado en las entidades llamadas a una recapitalización como motor del impulso económico necesario para mantener la zona monetaria y facilitar así el repunte de las economías de la eurozona afectadas por la competencia emergente de los nuevos actores en el concierto económico mundial  -vuelve a expeler el aliento después de batir el récord mundial de tiempo empleado en dar una excusa política sin respirar-.
- ¡Anda, leches! ¿Y eso lo han descubierto ustedes solos?
- No, maese. Hemos sido convocados al rescate por su gobierno
- Ah, ¿pero tenemos gobierno? –el hombre se incorpora genuinamente sorprendido-.
- Ahora exactamente no. Se han ido a ver el fútbol a Polonia. 
- Tenemos 100.000 millones de doblones en nuestros cofres -continúa el paladín- y no encontramos muy bien a quien hacer entrega del rescate.
- Me lo temía, Un clásico, no se preocupe. Pues hable con la Oposición.
- Tampoco han hecho acto de presencia, buen labriego, se han ido a Solares, Cantabria para ver el fútbol y criticar en el descanso que el Gobierno se haya ido a Polonia a ver el fútbol.
- Ya veo, mítico. Pero dicen por ahí que tenemos algo que se llama gobiernos autonómicos ¿ha probado con ellos? Lo digo por si acaso.
- Es usted un avispado plebeyo, buen labriego. Pero mis compañeros de rescate y yo mismo ya lo hemos intentando sin resultado alguno. Una está ensordecida por los pitos al himno nacional, otro buscado donde esconder sus trajes, sus facturas, un circuito de coches y un puerto deportivo, otro haciendo negocios fraudulentos con aristócratas de braguetazo regio y otro buscando gente que no haya trabajado nunca a la que despedir para cobrar los ERES. Ninguno de nuestros mensajeros ha podido encontrarles.
- No me extraña. Pobre hombre el de los ERES, si tiene que elegir entre la gente que no tiene trabajo en este reino tendrá un montón de curro.  Pues pregunte a la Administración. Ahora tienen que contestarle. Tenemos, según dicen, una Ley de Trasparencia.
- Pues no dicen ni mu, buen hombre, pero es que ni mu –y al paladín ya se le pone cara Junker mintiéndose con Grecia-.
- Será porque la ley es transparente y por eso no la han visto todavía. Paciencia. ¿Y ha probado su usía con el Rey?
- Lamentablemente el monarca coronado no nos ha recibido, Nuestros contactos le hacen en Brasil, pescando pirañas en el Amazonas que ahora, según los médicos, no tiene la cadera para esfuerzos. Creo que no hicimos bien al pensar en él como interlocutor.
- No se lo tome a pecho, hombre. Fue un error, se equivocaron. No volverá a ocurrir. ¿Y han probado con eso que dicen que tenemos que se llama Poder Judicial
- No hay nadie en sus despachos, en sus residencias oficiales, ni en sus tribunales.
- ¿Han mirado en Marbella?
- Todos de viaje oficial
- ¿y en los spas y los restaurantes de Marbella?
- Viaje oficial
- ¿Y en los burdeles de Marbella?
- Viaje oficial
- Pues ya es mala suerte  ya, que no encuentren a nadie para darle todos esos doblones –rezonga el labriego viendo que se le agotan las ideas-. Pero se le ve cansado, hombre, siéntese aquí mientras sigo mi labor, que voy un poco retrasado.
El labriego continua con lo suyo y el paladín del rescate se apoya distraídamente en una piedra hasta que salta de ella como un resorte cuando escucha un grito que llega desde el suelo
-¡No a los recortes!, ¡no a los recortes! –el pobre rescatador contempla demudado el rostro de un hombre con el pelo largo como recogido en sucias coletas y un trozo de metal brillándole en la nariz.
-¡Por el amor de Keynes, buen labriego! ¿Es una cabeza humana eso que asoma por el fondo de su huerto?
-¡Ah, sí!, no se preocupe –asevera el labriego restándole importancia-. Es un antiespañol.
- ¿Un antiespañol?, explíquese labriego o probará el filo de mi espada de los Derechos Humanos.
- Vera, yo era ingeniero agrónomo con un master en el MIT y dos postgrados en Francia. Pero con esto de la crisis me quedé sin curro y he tenido que aceptar este trabajo. Después de reducir mi currículo hasta que sólo figuraba mi experiencia a los 13 años como vendimiador, conseguí que me incluyeran en este equipo de trabajo que busca la manera de mejorar la imagen de España desde la agricultura para evitar el nerviosismo de los mercados. Eso me han dicho.
- Y ¿qué tiene que ver eso con los antiespañoles?
- Pues que los barbechamos. Hemos dividido los campos en zonas y los vamos intercambiando. Primero enterramos a los que se quejan por la sanidad hasta que se cansan. Cuando ya están agotados los cambiamos de tierra y ponemos a los que protestan por los recortes en educación, en cultura, en ciencia, por la falta de transparencia y así seguimos con los que se que quejan por el paro, por el aumento de los impuestos, por las tasas surgidas de la nada. Ellos siguen quejándose pero nadie los oye porque están al nivel del suelo y así los mercados no les escuchan y ustedes cuando llegan con su rescate no los ven.
- Ingenioso, labriego, muy ingenioso.
- Ahora ya tenemos 68 parcelas en barbecho y rotación de cultivos y vamos a incorporar dos más para los que pitan al himno y para los que protestan por el rescate.
El paladín mira de repente al cielo y ve que el sol comienza a descender- ¡Voto a tal, buen hombre, su agradable cháchara me ha distraído y corro riesgo de llegar tarde al rescate! ¿Por dónde me recomienda que continúe?
- Veamos, Por ahí no, que se va a encontrar con casi seis millones de personas que le impedirán el paso. No es que sean mala gente, es que no tienen otra cosa que hacer y no tenemos tierra suficiente para esconderlos –afirma el labriego contrariado-. Por ahí tampoco, que se topará con las ardientes ruinas de tres comunidades autónomas y todos sus deudos y acreedores reclamando lo suyo –el labriego se gira en otra dirección-. Por ahí tampoco porque el paso está difícil con tanta gente en los andamios desmontando la educación y la sanidad pública. Así que sigua de frente, paladín del rescate. De frente y con la cabeza gacha, como para embestir, como los toros patrios, como todos nuestros gobiernos.
- Muchas gracias, ha sido usted de gran ayuda – afirma el paladín al alejarse. De repente se para y se vuelve hacia el labriego que ya volvía a inclinarse para sembrar otro antiespañol que se queja por la corrupción judicial en el bancal-. Pero ¿qué hago con los 100.000 millones de doblones que llevo en mis cofres?
- ¡Métalos en los bancos, paladín, métalos en los bancos -grita el labriego al paladín que se aleja-, dicen que es una inversión segura! Dentro de un año se habrán multiplicado y tendrán un agujero de 200.000 millones. Siempre pasa –susurra el hombre volviendo a sus quehaceres- ¡O si no invierta en Deuda Soberana!

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