miércoles, junio 06, 2012

Barnier intenta hacer al dinero mayor de edad

Mientras la dura y sedosa Lagarde se dedica a hacer demagogia con los impuestos de otros mientras ella no paga ni los suyos, hay otras gentes en esto de Europa que se han decidio por fin a aplicar algo de cordura y a hacer la gran pregunta.
Se llama Michelle Barnier y antes de hablar se hasentado en su despacho y ha hecho lo que muchos, abrir una interrogación.
¿Por qué no pueden quebrar los bancos?, ¿por qué tienen mayor protección estatal e internacional que cualquier otra empresa del mundo si su objetivo es ganar dinero como el de todas las demás?
Es una pregunta que aunque todos nos hemos hecho alguna vez ahora no hacemos otra cosa que repetirnos. Ahora que la incapacidad o la avaricia de los gestores de las entidades financieras nos drenan los recursos que deberían utilizarse para otras muchas cosas nos la repetimos y no encontramos una respuesta plausible.
No la encontramos porque no la hay.
No hay motivo alguno para que las quiebras bancarias deban ser evitadas, pagadas y solucionadas por los gobiernos, se ha dicho Barnier. Y es difícil quitarle la razón.
La excusa de los ahorradores es tan absurda como antigua pero no explica porque los gestores bancarios pueden abrir sumideros por los que se escapa el dinero de todos.
O al menos no lo sería si no se fuera tan displicentemente flexible con las entidades bancarias y se permitiera que no tengan siempre en provisión de fondos el dinero que es de sus clientes y no suyo y que solamente muevan, comercien y arriesguen aquel que generan sus servicios financieros.
No lo sería si los gobiernos no hubieran permitido que los bancos se lanzaran a una suerte de carrera suicida por el mercado hipotecario, si controlaran los productos hipotecarios que ofrecen y se aseguraran de que se mantenían dentro de unos niveles de viabilidad financiera que no originaran posteriormente niveles excesivos de morosidad o riesgos elevadísimos de impago.
Los ahorradores no servirían de excusa para que se consintiera a la banca tomara del dinero público lo que había dilapidado en sus negocios privados si existieran auténticos controles de solvencia financiera, si se auditaran periódicamente sus cuentas y sus negocios, si se les impidiera arriesgar de forma ilimitada y descontrolada más dinero del que tienen o del que generan sus servicios.
Así que a la pregunta de ¿por qué hay que evitar que la banca quiebre? sólo se me antoja una respuesta.
Porque los Estados, aquejados de esa suerte de virus desregulador perenne en todos los gobiernos económicamente liberales, no han hecho lo que tenían que hacer.
Hay que cubrir la irresponsabilidad de la banca y de los sistemas financieros convertidos en pozos negros porque son el reflejo de la irresponsabilidad de los gobiernos sucesivos de distinto signo y condición.
Y los ahorradores son la excusa perfecta para ello. Para que los gobiernos puedan devolver favores de créditos electorales, de financiaciones de obras y proyectos mal planteados y que solamente responden a los intereses  particulares o sectarios de una u otra formación política.
Pero dentro de toda esta cadena de irresponsabilidades hay una que resulta mucho más acuciante, mucho más incomprensible, mucho más absurda.
Desde A Coruña hasta Madrid, desde Valencia hasta Barcelona, se ha puesto de moda, algo que  clama contra más pura de las lógicas y contra la más sencilla de las coherencias.
Los accionistas preferenciales de Bankia, de las cajas gallegas, de la CAm se manifiestan, se indignan, se organizan ni más ni menos que para pedire, no, rectifico, para exigirle al Gobierno que cubra las pérdidas de esas entidades financieras.
Para que ellos, pobres accionistas, no sufran el varapalo económico de la mala gestión de esas entidades.
Podría decir que resulta sorprendente, pero en realidad mentiría. Solamente resulta indignante.
Son ellos los que han tirado al sumidero económico todas esas entidades. Eran su responsabilidad, eran sus inversiones. SI no han sabido hacerlas no tienen ningún derecho a que sea el Estado el que les evite perder dinero.
Y da igual que sea un abuelito jubilado que un bróker del parqué madrileño. Es su inversión, es su dinero, es su responsabilidad.
Son ellos los que han tirado el precio de las acciones de Bankia intentándolas vender a cualquier precio para minimizar pérdidas, son ellos los que han consentido el despilfarro, la mala gestión.
Si las cosas hubieran ido viento en popa no hubieran aceptado que el gobierno tomara su dinero para cubrir sus errores de gestión ¿verdad?. La reciprocidad es la base de la justicia, así que si sus dividendos son suyos y exclusivamente suyos, sus pérdadas tambien han de serlo. Es tan antiguo como la lógica, tan viejo como la madurez.
Si no querían que eso ocurriera que hubieran prestado atención en las Juntas de Accionistas, que hubieran exigido un desglose de las cuentas, que hubieran controlado las acciones de aquellos que eran incuestionables e incuestionados mientras los dividendos fluían a sus cuentas corrientes -estuvieran estas en España o en el extranjero, por cierto-.
Son ellos los que estabas a las maduras y son ellos los que tienen que estar a las duras.
Ni los demás, ni el gobierno tiene porque tratarles como ahorradores cuando solamente eran especuladores. Aficionados, muchos de ellos, pero especuladores.
Y además se indignan cuando el comisario europeo de finanzas Barnier anuncia -en un arranque de lógica que llega varios siglos tarde, pero que llega por lo menos- que a partir de ahora serán los accionistas los que afronten y se responsabilicen de la quiebra de las entidades financieras.
Porque la lógica es tan aplastante, tan sencilla, que resulta absurdamente lógico que a nadie se le haya ocurrido hasta ahora.
Si los accionistas tienen el derecho de recibir los beneficios de una actividad -bancaria, empresarial o la que sea- en la que no participan con nada salvo su capital, tienen también la responsabilidad de cubrir las pérdidas de esa actividad aunque no participen nada más que con su capital.
Mientras los accionistas se empeñan en comportarse como niños enrabietados porque no les han salido bien las cuentas y un niño mayor les ha pedido el dinero para una fiesta y luego se lo ha gastado en otras cosas, Barnier les dice lo que toda madre pedagógica les diría: "así aprenderás a no darle tu dinero a cualquiera. Eso era para el bocadillo. No para fiestas, así que haber comprado el bocadillo".
Los accionistas de ninguna de esas entidades tienen derecho a reclamar .ni mucho menos a exigir- ayuda alguna del Gobierno. Tienen derecho a ir a los tribunales y exigir a la entidad responsabilidades por lo ocurrido. 
A exigir que se embarguen los bienes de los ejecutivos para cubrir sus desmanes -si procede judicialmente-, a solicitar que se saquen los bienes de las entidades a concurso de acreedores o a cualquier otra acción judicial contra ellos, pero a no a exigir a los gobiernos que cubran sus errores en la inversión. No a hacer lo mismo que han hecho los gestores de sus entidades hasta ahora.
Por lo menos, tras una eterna adolescencia de desregulación e irresponsabilidad, alguien parece dispuesto a recordarle al dinero que es adulto. Que todo derecho lleva aparejada una responsabilidad. Que tiene que crecer.
Que también en lo financiero, la mayoría de edad ha llegado y que o se está a las duras y a las maduras o es mejor no estar desde el principio.

1 comentario:

Tu economista de cabecera dijo...

Toda la razón en que los abueletes son especuladores como el que más, aficionados pero especualadores, ¿o se creían que el 7% se lo daban porque si, mientras que en la cuenta de ahorro (entonces) te daban el 2%?

Si, siempre habrá algún caso de quien no se enteró por su ignorancia o estulticia, pero mezclados van muchos especualadorcillos que como los de la burbuja inmobiliaria, los sellos de Forum Filatelico, los pagarés de Ruiz Mateos, y otros mas.

Y efectivamente, los accionistas han de asumir la responsabilidad de su empresa con todo su capital. Y luego hablamos de si hace falta más dinero o no y si se pone o no se pone o quien lo pone y a cambio de que.

Pero me parece que has mezclado los dos casos, el abuelete especulador que se metió en preferentes, muchas veces esperando no llegar a ser accionista, y las quejas y gañidos de los accionistas puros, que estos si que han sido accionistas por su elección al 100% y no tienen nada de qué quejarse. los anteriores, de poco, que conste.

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