miércoles, abril 20, 2011

Cuando el terror se escuda en el terrorismo

Leer la prensa en un aeropuerto es algo diferente. Cuando lees las páginas nacionales, esas que deberían hablar de que Europa comienza a deshacerse, de que el paro empieza a enquistarse, de que las elecciones están como quien dice al caer, te da la sensación como de que escapas, como de que huyes, como de que dejas atrás algo a lo que estás acostumbrado no por lógico, sino por normal, no por racional sino por cotidiano.
Y me embarco en Barajas con un atragantamiento de descontrol judicial de unas proporciones tales que se me antoja que el lugar al que voy va estar más organizado: Y eso que voy a Marrakech.
Para empezar, La Audiencia Nacional reboca la puesta en libertad  y pone en búsqueda y captura a Troitiño
¿Nos acordamos de Troitiño? Sí, hombre, ese etarra cuya excarcelación está sirviendo para que los partidos nacionales y nacionalistas -nacionalistas españoles, se explica- estén ocultando su total ausencia de política municipal y autonómica en Euskadi; ese asesino mafioso confeso, convicto y penado, que parece que es necesario encarcelar seis años más para que la política autonómica y municipal de este país funcione como es debido.
En sí misma, la rebocación de la puesta en libertad no es algo caótico -los altos tribunales españoles llevan desdiciendose unos a otros desde el comienzo de los tiempos, los tiempos democráticos, se entiende-.
Lo que resulta caótico es como se produce. No se convoca al pleno del Tribunal Supremo porque están de vacaciones, se realiza una vista de urgencia ante el riesgo de fuga del tal Troitiño por los mismos que le pusierno en libertad, la sala Tercera, en lugar de la que estaba prevista para el próximo día 25 por la Sala de lo penal, que es la que tenía que haber decidido. Un galimatías que al final conduce a una conclusión ya sabida, ya anticipada, ya decidida: Troitiño vuelve a prisión.
Bueno en realidad no. Porque el asesino es sanguinario, irredimible y no se arrepiente, pero no es idiota. 
Los periodicos dicen que se ha fugado eludiendo centenares de años de prisión, pero mienten. Mienten al mismo nivel que mienten los tribunales afirmando que han decidido rebocar la excarcelación legal de Troitiño, mienten al mismo nivel que mienten los políticos utilizando este asunto para tirarse los trastos a la cabeza, intentando minarse los unos a los otros cara a las elecciones autonómicas y municipales.
Mienten porque todo esto nada tiene que ver con la justicia, nada tiene que ver con el terrorismo, nada tiene que ver con ETA. Solamente tiene que ver con los intereses electorales de unos y de otros.
Los diarios mienten porque Troitiño no está condenado a centenares de años de cárcel. Esta condenado a treinta. A multitud de condenas que se cumplen simultaneamente y que pueden sumar como máximo treinta años. Ellos lo saben, pero lo ocultan.
Mienten los rotativos porque no se ha fugado. Fue puesto en libertad y como hombre libre que era tras cumplir su condena puede ir a donde le plazca, les guste o no a aquellos que no pueden soportar la visión de su libertad -o que simplemente fingen que no pueden soportarla-. Los tribunales mienten porque no ha habido debate, no ha habido nada que se pareciera a una decisión judicial. Sencillamente han aplicado ex machina una sentencia del Supremo del pasado martes que negaba el famoso computo doble a otros dos etarras. Cuarenta y ocho horas para crear jurisprudencia. Todo un récord. 
Mienten porque ya habían decidido meterle de nuevo en prisión, tan sólo estaban esperando una excusa. No es que el tal Troitiño no se lo merezca, es que asusta realmente que la aplicación de la justicia funcione así. 
Aunque sea en el terrorismo, aunque sea para hacer pagar la sangre y el terror a un asesino, cuando la justicia se hace maquiavélica deberían erizársenos los pelos del cogote.
Y mienten los políticos porque los seis años de más de Troitiño en la cárcel no son relevantes, no son importantes por más empaque y trascendencia que quieran darles. Porque ese lustro largo de prisión no servirá para nada a Euskadi ni a los municipios vascos ni a ninguna otra comunidad autonoma o corporación municipal.
http://wiki.nolesvotes.org/w/index.php?title=Corrupt%C3%B3dromo&oldid=1651
Mienten porque no les preocupa en lo más mínimo que se haga justicia y que los delincuentes y criminales no puedan presentarse en una lista electoral o cumplan integramente sus condenas.
Si así fuera hubieran convocado una sesión extraordinaria del Congreso para ampliar la Ley de Partidos e incluir en los motivos de ilegalización o de anulación de listas electorales los delitos en el ejercicio de un cargo político como la prevaricación, el cohecho o cualquier forma de corrupción. Pero no lo han hecho.
Porque si eso les importara se hubieran sacado una Ley de Inhabilitación Preventiva -discriminación positiva al canto- por la cual se prohibiera a los imputados de corrupción por un tribunal formar parte de una lista política y se les revocara la inmunidad parlamentaria para que pudieran ser investigados por los tribunales ordinarios -no politizados-. Pero no lo han hecho.
Mienten porque ahora utilizaran la falsa fuga de Troitiño para seguir ocultando sus vergüenzas, para seguir demorando sus programas, para seguir haciendo campaña con algo que para Euskadi, para España y para todos es ya absolutamente irrelevante.
Pero, mientras espero a embarcar me doy cuenta de que todo sigue, de que no se para, de que seguirán encontrando cortinas de humo. El Gobierno ya estudia impugnar las candidaturas de Bildu. Sigue arrojando rastrojos verdes a la hoguera de las elecciones autonómicas y municipales en la esperanza de que las columnas de humo que levanten nos impidan ver que no saben que hacer y que ni siquiera se han puesto a pensar en ello.
Y el PP le sigue la corriente porque espera que esas inmensas fumarolas de vapor y humo inofensivos tampoco nos dejen ver que en todo el tiempo que han tenido para pensar algo que hacer con el gobierno cuando lo tuvieran no han sido capaces de hacer otra cosa que centrarse en el modo de lograrlo, sin ir más allá como lo haría cualquier partido político responsable. 
Como lo haría cualquiera que no considerara el poder como un bien que se agota en sí mismo.
Y volverán a convertir las audiencias, tribunales y salas judiciales en un circo mediático en el que se dirimirá si los partidos legales pueden presentar a tal o tal otro candidato a concejal o a diputado autonómico en Donosti, en Amorebieta o en Galdakao.
Pero ningun fiscal del Estado, ningun letrado de la Abogacía del Estado presentará ante el Tribunal Supremo una demanda solicitando que se anulen las listas del PP en Valencia, de Izquierda Unida en Sevilla o del PSOE en Madrid, aunque todas ellas incluyen imputados por delitos de corrupción y condenados por ellos en muchos casos.
Porque, si eso ocurriera, tendrían, para salvar el trasero a los suyos y sus negocios,   que hablar de la presunción de inocencia -obviando el contraindicio ignorado que les ha permitido ilegalizar a Sortu presuponiendo su culpabilidad-.
Tendrían que hablar de penas cumplidas, de antecendentes borrados y  de actitudes modificadas, teniendo que tragarse la doctrina actual, tremolada en discursos y declaraciones públicas, de que los abertzales nunca se van alejar de la violencia. Porque sino tendrían que admitir que si un violento no se aleja de la cviolencia, un corrupto tampoco se aleja de la corrupción o un estafador tampoco se aleja de la estafa. y eso a muchos les dajaría sin componentes en sus listas electorales.
Y dirán que no es lo mismo. Se atreverán a decir que no es lo mismo.
El terrorismo genera terror. Ese su objetivo. Esa es la parte esencial de su definición.
Y su politica del pelotazo, de la burbuja inmobiliaria, de la privatización de servicios, de la imposición linguística, de la mediocridad educativa, de la ideologización de la educación hacia lo laico, lo católico lo catlán o lo vasco -que cada palo aguante su vela, que hay cirios para todos- lo único que ha generado en España ha sido eso: el más profundo y arquetípico terror.
Terror de cinco millones de personas a no encontrar trabajo, de otros cuantas decenas de millones a perderlo; terror a que su educación no sirva para nada; terror a perder su familia y su libertad en aras de una protección baldía.
Terror a que su esfuerzo no se remunere adecuadamente y tener que aguantarlo, terror a que la supervivencia se haga imposible, terror a que el desconocimiento de una lengua les impide acceder a un trabajo seguro, terror a no poder vivir donde siempre han vivido porque alguien ha cambiado las reglas.
Terror a perder su casa, a perder su trabajo, a perder su futuro o a no ganarlo nunca.  
Y aún así dirán que no es lo mismo. Que todos esos miedos, que ese terror y desesperanza  ellos y sus formas de hacer política han generado, no pueden equipararse a pegar un tiro en la cabeza o poner una bomba. Pero mientras se condena, ilegaliza o anula a Troitiño, a Sortu o a Bilbu, nadie conceda, ilegaliza o anula eso.  Ese terror que ellos han generado.
Dirán que no es lo mismo. Y tendrán razón. Es mucho peor.

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