jueves, diciembre 23, 2010

La redundancia como arma de la SGAE

Este post va a ser corto, muy corto, ínfimo si se compara con cualquiera de los castigos que os he hecho sufrir en estas endemoniadas páginas.
En 2004 se vendieron en España 206 millones de cds vírgenes -no tengo cifras más recientes porque, como otras muchas han dejado de publicarse ¿por qué será?-. Si, como referencia, multiplicamos esa cifra por la media arítmetica del canon digital pagado por los cds -0,17 para los normales y 0,22 para los regabables. O sea que la media sería 0,20-, nos da un total de 41.200.000 de euros.
En 2008 se vendieron en España 138 millones de soportes de DVD vírgenes - esta es más fiable porque es más cercana y viene de ASIMELEC, la patronal de la electrónica en España. Si repetimos la operación con los 0,50 euros que se paga de media de canon en estos soportes -0,40 en los normales y 0,60 en los regrabables-, nos da la cifra de 69.000.000  euros.
Eso nos da la suma de 41.200.000 + 69.000.000. O sea 110.200.000 euros.
Esta es la cifra aproximada, 110 millones de euros que la SGAE recibe sólo por el canon sobre los soportes vírgenes. Sin tener en cuenta lo que recibe por las memorias USB, las copiadoras, las grabadoras, los discos externos, las fotocopiadoras y las impresoras. Que, según estimaciones de ASIMELEC, hace subir la cifra a casi 125.000.000 euros anuales -aunque ellos solamente reconocen 90 millones-.
A esto hay que sumar la recaudación real -no figurada como es el canon- por derechos de autor y demas conceptos. Total 320 millones de euros en 2009.
Y ahora mi pregunta es la siguiente ¿no son suficientes esos 320 millones de euros para pagar los rendimientos de autor a aquellos que tienen derecho a ello? ¿es necesaria además la lay antidescargas?
Y la respuesta es sencilla. Puede que la ley antidescargas sea justa. Puede que tengan razón y haya que cerrar esas páginas, pero, mientras exista el canon digital, no creo que sea correcto hacer las dos cosas. sería una redundancia. Y la ley no puede ser redundante. Es un principio universal.
Veamos, yo reconozco que la mafia rusa tiene controlada digamos mallorca -es un decir- y, como sé que no les puedo desalojar de allí, establezco un canon en todo lo que se vende a través de las empresas legales de esas mafias, que luego reparto entre sus habitantes para compensarles de los perjuicios que esa mafia y mi inutilidad como gobernante les provoca.
Pero repentinamente, en una operación relámpago de la Interpol, la mafia rusa es desalojada de su idílico asueto en la isla. ¿Debería seguir recaudando y pagando el canon en compensación por su presencia?
Si el canon compensa a los autores de los beneficios que pierden por la copia privada  -o sea las descargas- luego no se pueden cerrar esas páginas para que los autores no pierdan los derechos de esas copias privadas. Los autores ya han sido compensados por ello con el canon.
 Los autores no pierden por la existencia de esas páginas porque la publicidad que ellas reciben no la recibirían los autores si esas páginas no existieran. O se les compensa por sus pérdidas o se impiden sus pérdidas. No se pueden hacer las dos cosas.
Si se establece la política de cerrar páginas y de impedir la descarga privada, considerándola un delito, como pide a gritos -como siempre hace él- el ínclito Sabater, habrá que eliminar el canon, porque se supone que el Estado no puede asumir la compensación previa por un delito que habría impedido con la nueva Ley de Descargas. Sería redundante y por tanto incoherente. Los autores recibirián dos veces el mismo beneficio.
Es cierto que la Ley de Descargas la ha tumbado el desgaste político de un gobierno que, una vez más no ve la realidad. pero en un estado ideal la hubiera tombado la lógica formal más elemental. O una cosa o la otra. Que los autores elijan.
¿Hace dos días un ministro clama contra los privilegios inasumibles de un colectivo y ahora una ministra pretende que se establezca el privilegio de que los autores reciban dos veces pago por el mismo concepto? O una cosa o la otra. Que los ministros elijan.
Y yo también soy autor y me lo considero. Aunque no músico, eso sí.

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