martes, agosto 24, 2010

Sarkozy vuelve del revés las clases de historia

Corre el año de Gracia de Vuestro Señor Jesucristo de 1306. Bajo las órdenes de los dignatarios feudales dependientes de los Pares del Reino y de Su Serenisima Majestad Felipe IV, El Hermoso, se ordena que un grupo de personas, que comparten unas costumbres, un credo y una innata tendencia a separarse del resto de los componentes de las sociedades en las que viven, abandone los teritorios que pertenencen a La Corona.
Esas personas, familias enteras, clanes completos, habitan mayoritariamente en los arrabales de las ciudadades, formando barrios cerrados y campamentos en los que reproducen sus costumbres, sus ceremonias y se implican poco o nada en el devenir cotidiano de aquellos turbulentos años en los que El Hermoso era llamado así por no ser llamado el "abofeteador de papas".
Los franceses, los de cuna y útero galos,  les miran con recelo. Les acusan de librarse constantemente de las lebas que sangran a la población en las guerras privadas y públicas de los nobles; les acusan de operar al margen de las leyes financieras y tributarias que Felipe, el rey Felipe, ha impuesto para sanear las cuentas y el tesoro del reino; les acusan de tener negocios turbios, de cubrir a delincuentes y herejes, les acusan de todo.
En la desesperación de la miseria y la falta de futuro, se vuelven hacia ellos y hacer recaer sobre sus hombros todos los males que la guerra y la escasez de cosechas han traido sobre una Francia que perece cada amanecer y cada anochecer entre los retortijones del hambre y los espasmos de las heridas de la guerra.
Los impuestos suben, las guerras continuan y Felipe, sus consejeros y su iglesia, deciden que si el pueblo cree que ese grupo de personas, que a lo largo de los siglos ha ido llegando de forma callada, casi invisible, a la tierra de Francia; que se han asentado sin pedir salvoconductos, si realizar juramentos vasallaticos, son los culpables de los males de Francia, ellos, por la Gracia de Dios -aunque dios no haya dicho nada al respecto-, les darán la razón.
Se les da un plazo exíguo para liquidar sus bienes que, en caso contrario, son confiscados, se les garantiza salvoconductos para atravesar el país y se les ofrece una indemnización de 150 ducados. Ni uno más. En ocasiones muchos menos. Se les permite conservar 100 luises por jornada de viaje -30 más por cada niño-.
Luego se les mete en aviones de la Fuerza Aérea Francesa y se les deporta a un país que ya no es el suyo porque, aunque hayan nacido allí, nunca ha sido su patria.
Y el rey Nicolas - ¿era Felipe o Nicolás? ¡Que más da!- le muestra al pueblo que será duro con aquellos que no cumplen las leyes y que se convierten en una carga para el Estado - o para La Corona-. Los labriegos, los siervos de la gleba, los parados creen que con eso habrá más espacio, más tierras, mas trabajo, más riqueza para ellos, más seguridad para ellos y votan masivamente al rey Felipe o aclaman por las calles al rey Nicolás.
Algunos, los más osados, bajo el mando del siempre tempestuoso Señor de Valois y de su fiel escudero Jean Marie Le Penn, se atreven a perseguir y acosar a aquellos de ese grupo de gente diferente y poco recomendable que se demoran a la hora de abandonar el país. Apedrean sus casas, queman sus caravanas y sus coches, destrozan sus campamentos y los persiguen por los bosques de Francia durante unos cuantos meses, hasta que las tropas del rey y la gendarmeria francesa logran poner un poco de orden en todo ese maremagno.
Y con esto, niños acaba la lección de hoy ¿alguna pregunta?
Francoise: ¿El rey se llamaba Felipe o Nicolás?
Profesora: Da igual, pequeño, lo que importa es el mensaje. Quedaté con la solución política.
Louise: ¿Ya había aviones?
Profesora: Y dale. Lo que cuenta es la idea general.
Ivette: ¿Y funcionó?
Profesora: En los siguientes veinte años Francia sufrió una de sus más grandes hambrunas y el producto interior bruto del país sigue sin subir y la destrucción de puestos de trabajo no cesa.
Jean Claude: Si no le sirvió de nada a Felipe, El Hermoso, expulsar a los judios en 1306, ¿Por qué el presidente Sarkozy hace ahora lo mismo con los gitanos?
Profesora: ¡Ah Jean Claude, el mejor de mis alumnos! Veo que has captado el paralelismo.
Jean Claude (con insistencia): ¿Por qué?
Profesora (con tristeza): Porque, tras pasar por un imperio, dos religiones, varias docenas de escuelas filosóficas, tres revoluciones, medio centenar de ideologías políticas, tres doctrinas económicas, una restauración y cuatro repúblicas no hemos aprendido nada, pequeño Jean Claude, no hemos aprendido nada.

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