lunes, febrero 09, 2009

La nueva mafia calabresa ataca a Ferrovial

Y los furiosos y recalcitrantes chicos de ETA siguen a lo suyo y se dedican a poner una bomba a Ferrovial en el Campo de las Naciones de Madrid
Tras la ilegalización de los partidos que pretendían peresentar los Abertzales a las elecciones vascas -o mejor dicho los portavoces de ETA, porque si sólo hubieran sido Abertzales no les hubieran ilegalizado, espero- ellos retoman el único lenguaje que conocen, el único lenguje en el que no tienen que dar explicaciones, el único lenguaje que les identifica: la bomba.
La bomba parece que es más de lo mismo, pero no lo es. No es que no lo sea por las formas, la colocalición o el momento; no es que se diferencie por el objetivo físico o por el momento temporal.
La bomba de hoy se diferencia de las demás por el objetivo interno que se busca al poner un artefacto en la misma puerta de la sede de Ferrovial.
Cuando se mata a un militar, a un polícia a un ertzaina o se intenta hacer volar la sede de un ministerio o una consejería se esá enviando un mensaje político -en el absurdo supuesto de que los mensajes políticos se puedan enviar con bombas y disparos a quemarropa, que no es de recibo-. Pero cuando se ataca a una empresa por el mero hecho de que participa en la ya famosa Y vasca, cuando un grupo supuestamente terrorista ataca todo lo relacionado con el AVE de Euskadi, el mensaje que se pretende envíar, es muy diferente.
Y digo supuestamente terrorista, no porque dude del hecho de que usen la violencia, la agresión, la muerte y la sangre para conseguir sus objetivos, sino porque no dudo del hecho de que sus objetivos en nada coinciden con los que dicen tener y con los que se le presuponen a un grupo terrorista.
Se mire por donde se mire, la Y ferroviaria de Euskadi no perjudica en nada a esa tierra sino más bien lo contrario -salvo en aquello que siempre encuentran los ecologistas para protestar por las obras públicas-. Nadie que defienda la independencia, el autogobierno o la federación de Euskadi -o Eskalerria, en el caso Abertzale- tendría nada que oponer. "Que lo construyan y luego, cuando seamos independientes, nos lo quedamos". Eso pensaría cualquier independentista o nacionalista con dos dedos de frente.
Pero ETA no. ETA no quiere la Y vasca no porque sea nacionalista, no porque sea independentista, no porque sea terrorista. ETA no quiere la Y vasca porque es mafiosa. Y ese el nuevo mensaje que ya no se preocupa en ocultar.
Esa cohorte de pistoleros quiere mantener a los vascos y las vascas -como diría el Lehendakari, que sí planea quedarse con el AVE de Euskadi- aislados del resto del mundo, limitados a sus enclaves ancestrales en los que aún puede imponer el imperio mafioso del miedo.
Pretende convertir Vizcaya en Sicilia, Guipuzcoa en Palermo y Alava quizás en Calabria -que es más pequeñita y manejable- para que nadie interfiera en su forma de ganarse la lentejas. Aunque se vistan con jersey de lana y no con impolutos trajes y sombreros de ala ancha.
No para que nadie interfiera en su visión política de Euskadi, no para que nada interfiera en su decisión violenta de imponer su teoría independentista por las armas, sino para que nada haga sombra a su negocio, que es lo único de lo que ahora se preocupan.
El AVE les preocupa porque la modernidad genera conocimiento, porque el intercambio produce comercio, porque las infraestructuras porvocan riqueza. Y ETA quiere una Euskadi inculta pobre y aislada para que nadie cuestione que ellos tienen derecho a imponer su visión de como debe funcionar las cosas. Para que nadie esté en condiciones de mudar la situación que hace que un grupo de pistoleros de percutor rápido y detonador fácil pueda seguir deambulando y viviendo a expensas del trabajo de todo un pueblo -sea independiente o no, que eso es otra cuestión-.
Así que la bomba de hoy demuestra que ETA ya no es un grupo terrorista -eso dejó de serlo hace años- y ni siquiera es una banda armada. ETA es simple y llanamente una organización mafiosa que se preocupa más de su status quo económico que del progreso de esa patria a la que dicen defender.
El estallido de hoy nos hace ver a las claras que lo de ilegalizar formaciones Abertzales se ha quedado desfasado -de hecho, estuvo desfasado antes siquiera de que empezara a funcionar- porque ETA ya no quiere estar en las instituciones y como mucho lo único que desea son los ingresos que espera recibir con ello.
Dejemos de tratar a ETA a través de la política -lo que no implica, no nos confundamos, no hablar con ella si quiere realmente abandonar su actividad criminal- y tratémosla simplemente como a las mafias rusas, kosovares o de cualquier otra nacionalidad que hacen del crimen organizado su forma de vida.
Será más fácil y acaberemos antes. Y que los Abertzales sigan pidiendo la independencia de Euskadi y la gran patria vasca. ¡Que están en su derecho!

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