miércoles, enero 21, 2009

Esperanza Aguirre, la espía que me cotilleó

Mientras el mundo se agita entra la esperanza de Obama y la desesperación de Gaza, los asuntos domésticos siguen siendo en España, pues eso, domésticos.
Porque no hay nada más doméstico que atisbar por la mirilla para comprobar a qué hora -y en que estado o compañía, si se tercia- llega la vecina a casa; porque no hay nada más doméstico que prácticar el noble arte de agujerear la pared del vestuario de las chicas -o de los chicos si es chica y tus hormonas te lo exigen- para captar un leve y fugaz vislumbre de su semidesnudez; porque no hay nada más doméstico que esconderse tras puertas y recodos para percibir en la lejanía los susurros de conversaciones ajenas, con el fin de poder, posteriormente, saltar frente al escuchado gritando en tono de niño de San Ildefonso: "fulanito tiene novia, fulanito tiene novia" y lanzar besitos al aire con los ojos cerrados hasta que recibes una colleja. Porque no hay nada más doméstico -y pueril, si se mira bien- que el cotilleo.
Y a eso es a lo que ahora descubrimos que se dedicaba nuestra, nunca suficientemente ponderada, Esperanza Aguirre -presidenta de la comunidad capitalina y autoproclama líder del liberalismo patrio-. A eso y a privatizar hospitales, colegios y todo servicio público que se le ponga por delante -Eso es muy liberal y ella es liberal como la que más-.
Pero hay que reconocer que lo de contratar guardias civiles -ex guardias civiles, que no quiero líos con el benemérito instituto- y ex policías para el espionaje tiene un tufillo de lo más liberal. De Gaulle era liberal y lo hacía; Pieter Botha era liberal y lo hacía y, sobre todo, Nixon era el más liberal de todos y lo hacía mucho más que cualquier otro -con miembros de la CIA, eso si, que viste más-.
Los egregios espías políticos lo hacían para salvaguardar La República -y su poder-, para que blanco siguiera siendo bueno y negro malo o para mantenerse en las más altas instancias del poder en el país más poderoso del Orbe. Es decir, lo hacían con mal gusto e ilegalidad, pero lo hacían con clase y a lo grande: espiaban a sus rivales.
Espe, nuestra doméstica Espe, lo reduce al rango de cotilleo y se dedica a intentar descubrir vergüenzas de sus propios compañeros de partido -no correligionarios, que la única liberal es ella- y espía al segundo de Ruiz Gallardón y a todo aquel que trabaje u opine en su contra -lo que para muchos sería a favor del PP y del país en general- para descubrir sus miserias y, es de suponer, que echárselas en cara.
Y no lo hace en virtud de su engordado pecunio o, si se da el caso, de el de su esposo, tan ergordado como el suyo y con visos de haber crecido a costa de las mismas arcas. Lo hace a expensas del herario público, con coches públicos y con personal -el que dirige, no el que espia o cotillea- de su gobierno.
¡Si es que hay que ahorrar! Que la multifución de los bienes públicos es la salida de la crisis -a lo mejor le da por privatizar la Policía. ¡Oye, que idea!-.
Y cuando se la pilla, ¿hace lo que De Gaulle, lo niega y saca una ley para impedirlo?, ¿hace lo que Botha, lo admite, lo somete a juicio y libera a los encarcelados de esa manera?, ¿hace lo que Nixon, lo niega, lo admite, acepta que ha mentido y dimite?
Pues no. Hace lo que sólo el PP sabe hacer tan bien como el PP. Le echa la culpa a los socialistas. Porque, como los socialistas son corruptos -por naturaleza ineherente al socialismo, se entiende-, tiene que asegurarse de que los alcaldes socialistas de su comunidad no lo sean y para eso les espía. Ella no quiere corrupción en su comunidad autónoma, por lo menos del PSOE -que la tolere en su casa ya es otra cosa, no va a poner a ex civiles a vigilar a su marido-.
No pasa por su mente que hay una Fiscalía Anticorrupción encargada de eso ante la que se pueden presentar denuncias; no recuerda que la Comunidad o el Tribunal de Cuentas pueden someter a auditoria y escrutio cualquier negocio o cuenta pública. Ella manda a sus agentes. Que una presidenta como dios manda tiene que utilizar a sus agentes.
En fin, que talantes y excusas aparte, Espe -ínclita y efímera líder del liberalismo resurgente- ha rebajado el espionaje político hasta el punto de centrarse en aquellos que acaban de perder junto con ella unas elecciones.
Por dos motivos: porque quiere mandar en un partido aunque ese partido no mande en un Estado y porque el que es espía puede dejar de serlo. Pero el cotilla nace con ello y se regocija en su naturaleza. Aunque no le sirva para nada.

No hay comentarios:

Lo pensado y lo escrito

Real Time Analytics