martes, septiembre 26, 2006

El lenguaje de Bush


Me debatía entre escribir sobre la última sandez del egregio líder que no lo fue de la España que iba bien, concluir mis diatribas sobre el hombre que se hace llamar Benedicto XVI o no hacer ninguna de ambas cosas.
Pero entonces consulte el blog de un petardo -eso es lo que se hace llamar él- y descubrí un trabajo de traducción excelso de los exabruptos y las incongruencias que George W. Bush soltó ante las Naciones Unidas.
Gracias a Javi por el trabajo que se ha tomado en iluminar nuestras mentes poco acostumbradas a la lengua de la Pérfida Albión, trabajo que podeís consultar en el enlace que hay en mi blog. Pero, como buen demonio y como buen obseso de la semántica, yo me quedo con el primer párrafo.

"Esta mañana quiero referirme al mundo de esperanza que está a nuestro alcance, un mundo más allá del terror, donde los hombres y mujeres comunes sean libres de determinar su propio destino, donde las voces de la moderación tengan fuerza, y donde los extremistas estén marginados por una mayoría pacífica- Este mundo puede ser el nuestro si lo buscamos y trabajamos juntos.''
Puede parecer que es sólo un preludio bellamente elaborado por aquellos que fabrican los discursos de George Bush cuando George Bush les deja elaborarlos y no se dedica a decir estupideces por su cuenta. Pero no lo es.
Puede parecer que no incluye ninguna clave política errónea, ningún análisis estratégico viciado o ningún dato manipulado. Puede parecer una declaración de intenciones asumible por todos. Pero no es así.
Y no es así por el lenguaje.
Empieza hablando en un plural que le incluye "está a nuestro alcance" pero de repente cambia a uno que no le incluye "los hombres y las mujeres comunes sean..." ¿Es que George Buesh no se considera un hombre común? Obviemente ni él, ni sus hacedores de discursos le consideran un hombre normal. El es el líder del mundo libre y esa condición no está en discusión, no está en tela de juicio. Él no es alguien que hable desde la necesidad que tenemos todos los mortales de saber que nuestro mundo estará en paz, por lo menos mañana. Su sistema le considera, dada su posición, un hombre superior y asume que todo el mundo debe considrarle así. En realidad, en eso no se diferencian mucho del resto del mundo. Nosotros tampoco le consideramos un hombre normal. Aunque por motivos y en una escala diferentes.
Las voces de la moderación tengan fuerza...
No peso, no repercusión, no prioridad. Ninguno de los sustantivos que indicarían disposición a convencer. Sino fuerza. El único sustantivo que implica que, si no se convence, se vence y punto. Estados Unidos puede desear un mundo de moderación, pero esta dispuesto a imponerlo y mantenerlo por la fuerza. Ellos son los que deciden cual es el concepto de moderación y su fuerza es la herramienta para imponerlo. La fuerza de la moderación. Dos conceptos que se repelerían en cualquier discurso salvo en uno que se fundamente en la forma de ver el mundo desde la política de Estados Unidos.
donde los extremistas estén marginados por una mayoría pacífica...
Aunque la intención parece buena y seguramente lo sea -no todo lo que se dice desde la Administación estadounidense es sinónimo de maldad. Aún no soy Hugo Chaves- de nuevo el concepto elegido es determinante a la hora de valorar las intenciones de Bush y su administración.
Convencer o desarmar o dejar sin argumentos sería lo ideal. Eso es lo que hubiera dicho cualquier líder europeo o mundial con un poco de reflexión y de visión política.
Relegar incluso sería aceptable puesto que supone apartar a alguien sin ejercer, por decirlo de algún modo, una efectiva violencia, sino una resistencia no violenta a sus posturas.
Pero Bush elige marginar. Marginar exige violencia. Exige un trabajo sistemático de imposición de unos presupuestos y de identificación y retención de determinados elementos. Se puede marginar en un ghetto, se puede marginar en un campo de prisioneros en Bahía de Guantánamo, Cuba, cosa que no puede hacerse si se trata de relegar, de dejar sin argumentos o de convencer.
No hay nada nuevo bajo el sol. Bush y su administración siguen queriendo imponer por medio de la fuerza su visión del mundo. Por más que lo decoren.
Bush quiere un mundo "mas allá del terror" en su casa no "más allá de la violencia" en la de los demás.

Arquitectos vitalicios


Ayer acabe temprano mis quehaceres y me decidí a ver una película. Por enemsima vez escogí Matrix, pero en esta ocasión elegí Reloaded. Escogí la más floja de la trilogía y redescubrí a El Arquitecto.
Esta mañana, carente de lectura durante mi cotidiano viaje por un olvido imperdonable, atisbé por encima del hombro de una compañera de vagón. Descubrí un libro, uno de autoayuda con toda seguridad, en el cual en cada párrafo había una frase reslatada con un color diferente. El decálogo del que se ayuda a si mismo, supongo. Una de ellas me llamó la atención: Conviértete en arquitecto de tu propia vida.
No conseguí ver el título del libro. Tampoco me ha hecho falta. Soy un demonio y como tal tiendo a la perversión. Así que mi mente ha realizado la pervesión intelectual de juntar Matrix Reloaded y un libro de autoayuda. El resultado ha sido tan perverso como cabía esperar pero, al menos para mi, tristemente cierto: No hace falta un libro para eso. Hoy, hay demasiados Arquitectos de sus vidas.
Hay demasiados que se consideran El Arquitecto de sus vidas y se comportan como el hierático hasta el extremo de la repelencia personaje de los Warchosky. Demasiados han construido su sistema, un sistema impoluto, blanco y constante, que se mueve según los ritmos de una rutina secreta y apenas perceptible, de una programación sin fallo. Un sistema estable. Estable como una máquina. Estable como la muerte.
Demasiados se sientan en el centro de su sala de control y con su mando a distancia -sea un boligrafo óptico o no- se dedican a pasar por cada una de esas rutinas, de esos ritmos inocuos, de esos mecanismos de defensa y correción. Se dedican a tratar de ajustarlas a sus necesidades, a mantenerlas en los parámetros que el sistema les necesita. Se someten a sus propias exigencias pensando que así viven en su sistema. Como El Arquitecto de Matrix creen que están sometiendo la vida a sus paremetros cuando resulta ser que es el parámetro el que les somete la vida.
Se encierran en su estancia cerrada con una llave que nadie - ni el Hacedor de Llaves- posee y que ellos mismos han olvidado en que lugar han escondido y esperan que no llegue la siguiente anomalía sistémica. El cíclico recuerdo de que el sistema no es perfecto.
Saben que llegará pero ponen a todos los agentes de su sistema a buscarla para reconocerla y hacerla desaparecer antes de que llegue. Antes de que vuelva.
Temen que llegará y por ello preparan el sistema para resistir su acometida y poder reconstruirse -una vez asolada de nuevo Sión- circuito por circuito, y baldosa por baldosa, hasta que no quede recuerdo del paso y la vuelta de la anomalía.
Como El Arquitecto, esperan viviendo temerosos que regrese la anomalía sistémica Y no se dan cuenta que esa vida de espera no es la vida. Que las anomalías sistémicas de su perfecta ecuación son en realidad su único contacto con la vida.
Esperan que algo ocurra que haga por siempre perfecto su sistema, pero no salen a buscarlo más allá de su sala. Esperan que acuda a ellos como hace la anomalía de forma reiterada e indeseada. Olvidan que ocultaron al Hacedor de Llaves y que ellos tienen la única copia de la llave que abre suy cúbiculo. A veces la buscan pero olvidan que quisieron olvidar donde la habían escondido. Y cuando salen a buscarla son como El Arquitecto -¿matríco? ¿matríxico?, da igual-.
Incongruentes, pisando la hierba con sus zapatos blancos temiendo mancharse. Ajenos al paisaje, con su impoluta vestimenta, dando su mensaje con agria imperturbabilidad y volviendo cuando antes a la seguridad de su habitación en la cual no corre el viento, no brilla el sol pero todo puede verse a través de las pantallas sin miedo a topar de nuevo con la sucia anomalía sistémica que perturba su cerrado universo.
El Oráculo -glorioso personaje vital de Matrix- dice de Su Arquitecto: ¿El Arquitecto?. Nosotros no podemos ver más allá de nuestras elecciones, pero ¡Por Dios! ¡Ese hombre no puede ver más allá de ninguna elección!.
Lo que no dice El Oráculo es que hoy hay demasiados Arquitectos de sus vidas. El Arquitecto no puede ver más allá de ninguna elección porque no ha hecho ninguna elección. Su sistema no le deja.
Un día, hace poco más de un día, yo fui así. Pero una verdad, una negación y una elusión me arrojaron fuera de mi sistema. Hoy no espero ser El Arquitecto de mi vida. Dejo que la vida sea el arquitecto de mi alma.
Pero yo soy un demonio, no una pila de tres voltios.

lunes, septiembre 25, 2006

Una carta postergada


Al muy Alto y Noble Señor José María Aznar, Senescal Cesante de su Majestad el Rey de España.
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Ala os guarde.
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Me pongo en contacto con vos por medio de esta misiva que espero que mis correos hagan llegar pronto a vuestras manos, para hacer honor al compromiso que me reclamasteis recientemente en una acertada arenga a algunos de vuestros sabios y bachilleres en una universidad de esa tierra de más allá del mar que ni yo ni mi corte llegamos jamás a conocer llamada América.
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Le escribo estas líneas para recordarle que fueron varios reinos visigodos los que solicitaron la ayuda de Tarif y los califas Omeyas para afrontar la presión que sobre ellos realizaba el Rey Don Rodrigo, elegido en Toledo. Me permito escribirle estas líneas para realizar algunas preguntas como ¿No es eso lo que hace su OTAN? ¿No acude militarmente en ayuda de sus aliados, vasallos y feudatarios cuando estos lo reclaman?
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No está en mi intención, Alá lo sabe, rectificarle en nada sus palabras y haré el voto de perdón que usted tan sabiamente ha exigido más adelante. Pero se me antoja algo injusto y, en verdad, carente de la rectitud de juicio que se le supone y que ha hecho de vos un guía respetable y sabio, que haga caer sobre los hombros de aquella gente bereber, que llegara a las costas de Hispania, el peso completo de la contrición y la expiación que se debe imponer justamente por el execrable acto de pisar de forma belicosa las tierras de Hispania ¿No deberían los teutones postrarse también ante los hispanos y pedirles perdón? ¿No deberían los gobiernos de Italia realizar la misma contrición? ¿No deberían los franceses demandar de igual manera el perdón del magnánimo corazón de las gentes de Hispania?
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Al fin y al cabo, como seguramente usted en su gran erudición y sabiduría ya conocerá, Los visigodos, provenientes de las fronteras externas del imperio romano junto al Rín, entraron en las tierras de Hispania como invasores, asolaron y devastaron toda la estructura de gobierno romana y tomaron por la fuerza tierras y gobiernos que no eran suyas ¿no deberían, en buena fe, solicitar perdón por ello?
Al cabo, los romanos invadieron las tierras de Hispania para utilizarlas en su guerra contra los cartagineses, se asentaron en ella, barrieron de la faz de la tierra la resistencia íbera y lusitana, destruyeron los cultos druídicos del norte e impusieron su lengua, su ley y su cultura sobre los pobladores hispanos de estas tierras ¿no deberían entonces los gobiernos italianos sumarse a esa universal contrición y flagelar sus culpables espaldas ante vos y vuestra nación?
Nos y los nuestros no lo vimos pero nos han contado que un emperador de Francia invadió no ha mucho las tierras españolas y les impuso de rey a su hermano ¿no debería el gobierno francés solicitar vuestra gracia y misericordia por esos actos? Es más, ha llegado a nuestro oídos que vuestro actual monarca desciende de aquella dinastía que utilizó un ejército extranjero, -Los cien mil hijos de San Luis, creemos que se hacían llamar.- para imponerse y restaurarse en el trono de España. ¿No debería vuestro rey actual visitar cada hogar, cada pueblo, cada villa en peregrinación penitencial solicitando el perdón divino y humano por tan execrable acto?
No se trata con ello de eludir la reclamación que habéis realizado desde la más justa razón y desde el más profundo temor de vuestro dios. Pero las penas entre muchos se llevan mejor.
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No he de negar aqui responsabilidad alguna en los actos que se nos achacan. Antes bien, los asumo como pecador arrepentido que ha ofendido a tan alto señor por estos hechos pretéritos. Pero pondré en vuestro conocimiento algunos hechos. Cien mil hombres tomaron toda la península en dos años con una sola batalla y en una marcha triunfal. Conquistaron más de treinta ciudades y dejaron guarniciones en todas ellas. Salvo en los campos de Guadalete, en glorioso enfrentamiento de armas, no fue mostrada resistencia en prácticamente ninguna de las ciudades tomadas.
Nuestro líder de entonces, Muza, llegó con un ejercito de doscientos mil hombres desde Damasco y se fue un año después con un ejercito de doscientos mil hombres a la capital del califato de donde nunca volvió.
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Sería para mi arduo explicar como pudimos mantener nuestro dominio en contra de la voluntad de la población hispana con tan exiguo número de invasores. Y más como lo conseguimos durante ocho centurias. Debía ser la ayuda de Alá.
No cabe otra explicación. Salvo que creamos que la población hispana se convirtió al islam como antes se había convertido al arrianismo y antes al cristianismo y antes a los dioses de Roma y antes a los dioses griegos y antes a los celtas. Quizás, si se trata de pedir perdón, las gentes de Hispania deberían arrodillarse y solicitar la misericordia de todos los dioses del panteón universal por lo mudable de su fe.
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Pero, en cualquier caso, solicito perdón humildemente de las tierras y la gente de Hispania por haber llevado la horrible aritmética a sus mentes, por haber impuesto un sistema de pesos y medidas basado en los decimales, por haber impuesto el cero en las matemáticas, por haber construido y remodelado ciudades realizando algo tan absurdo como el alcantarillado, por haber creado vergeles de regadíos en tierras hasta entonces prácticamente baldías.
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Pido humildemente misericordia por haber permitido a judíos y cristianos realizar sus culto. Por haber formado sanadores y galenos en la primera facultad de medicina abierta en el mundo desde la época de los romanos. Solicito que se me perdone y me muestro absolutamente arrepentido por que hombres indeseables como el aristotélico averroes, llegaran a esta tierra de mi mano para recuperar conocimientos perdidos y denostados hasta entonces.
Reconozco mi falta y me arrepiento humildemente.
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Antes de poner fin a esta misiva, quiero también pedir perdón por otro de los actos horribles que llevamos a cabo en esa bella tierra de Hispania. Pido perdón por que cuando Almanzor perdió Granada, el último vestigio de nuestra ominosa e infame invasión, no se llevó consigo a los millones y millones de invasores que poblaban la España que, como vos perfectamente sabeis siempre ha sido católica apostólica y romana,. Solicito disculpas porque el derrotado nazarí Boabdil sólo se llevó consigo a medio millón de invasores. Entraron doscientos mil y se fueron quinientos mil ¿Los demás millones de invasores murieron en la reconquista o se convirtieron de nuevo al dios que les imponían por las armas y por la victoria? Yo no lo sé pero vos en vuestra gran sabiduría y conocimiento de los tiempos pretéritos y presentes seguro que si conocéis la respuesta a esa disyuntiva.
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Espero, con la fuerza de Ala, que estas mis disculpan os hayan sido suficientes y contribuyan en la medida de lo posible a paliar vuestra justa cólera. A las presentadas por mi se unen las de Plubio Cornelio Escipión Emiliano, primer gobernador de la Hispania Romana; las de Eurico, primer rey visigodo arriano de Hispania; las de Felipe V, primer rey Borbón de España y las de Napoleón Bonaparte y su hermanó José, Emperador de Francia y rey de España respectivamente.
Nos, esperamos que estas disculpas sean suficientes para vos y vuestra acertada reclamación de reparaciones formales por haber construido la historia de su país nación sin solicitar previamente su permiso.
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Cumplida esta noble obligación, me veo en la nada agradable tesitura de comunicarle algo que temo será menos de su agrado que lo leido hasta ahora.
En este limbo de líderes olvidados, al que seguramente vos pertenecereis con gloria por derecho propio dentro de poco tiempo, hay algunos antiguos monarcas y próceres que, seguramente sin razón alguna y sin justicia en su reclamaciones, se sienten ofendidos por las actitudes de España y exigen una reparación formal similar a esta por vuestra parte o por la de vuestro visir –o delfín como se dice en tierras cristianas- el siempre ponderado Mariano Rajoy.
Paso, muy a mi pesar, a hacer relato de las personas y los agravios.

Moctezuma Xocoyotzin, Soberano del Imperio Azteca de Méjico, .- Destrucción total de su imperio
Atahualpa, Gran Inca del Perú.- Destrucción total de su reino
Enrique II de Trastámara, rey legítimo de Portugal.- Invasión de Portugal por Isabel de Castilla.
Duque de Nemours, Gobernador de la Italia Francesa.- La invasión de la plazas francesas en Nápoles por las tropas de Gonzalo Fernández de Córdoba.
Justino de Nassau, Gobernador de Breda.- Toma y devastación de Flandes por los tercios.
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La lista es más amplia, pero el resto de los altos señores y potestades se reservan sus cuitas y demandas hasta que las disculpas hayan satisfecho a los nombrados.
Esperamos sinceramente que, al igual que Nos, toméis el ejemplo y asumáis las absurdas peticiones que nos habéis hecho llegar como obligaciones para vos.

Sin más, os dejamos en la Gracia de Alá y en espera de vuestra pronta respuesta.
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Abderraman III, Califa de Córdoba.

PD. Espero os recuperéis pronto del golpe que, ha llegado a mis oídos, habéis recibido en la cabeza recientemente y que parece que en ocasiones os nubla el juicio y os estorba en vuestras reflexiones.

viernes, septiembre 22, 2006

Curso acelerado de manipulación de ácidos

Un día más el misterio teológico de Ratzinger tendrá que esperar. Los demonios tenemos muchas ocupaciones y sólo podemos hacer un post al día -salvo gloriosas excepciones- y el de hoy se lo merece El Mundo.
Este diario demuestra una vez mi teoría de que España no ha crecido, se ha limitado a envejecer. Sigue cometiendo los mismos errores de la prensa política de hace dos siglos -porque ya estamos en el siglo XXI- y antepone su objetivo político a la realidad. Antepone la necesidad de venganza de una sola persona que se encuentra en la sombra y los deseos de poder de otras que se esconden bajo unas siglas a la ética formal y material mas elemental de la prensa.
Las páginas de nacional y las secciones de investigación de este diario -en las cuales trabajé hace ahora casi una década- se han convertido más en las oficinas de Agit-pro del Politburo de un partido, en las secciones de desinformación de la quinta columna de una formación política que una redacción periodistica. Donde hace años se sentaban periodistas hoy se sientan pagadores de cheques y guionistas de suspense y terror que elaboran las más intrincadas historias para luego disfrazarlas de realidad.
Y utilizo los términos Agit-Pro (Agitación y Propaganda) Politburó (Núcleo político en la sombra) y desinformación con todo conocimiento de causa, porque sé que emanan de la teoría comunista más acérrima y que resulta cuando menos chocante que estén puestas al servicio del otro extremo -cada vez más radical- del ideario político.
El PP, los líderes del PP, necesitan un informe que vincule a ETA con el 11-M y El Mundo lo crea. Y no sólo lo crea, sino que acusa al Gobierno de ocultarlo. Es más, le acusa de falsificarlo.
Mi profesor de Teoría de la Comunicación, Miguel Sobrino, me enseñó en la facultad en la que estudiaba cuando El Mundo comenzaba a ver la luz y cuando yo aún era humano que la actividad periodística es el juicio a la actualidad y en ella han de seguirse los mismos pasos.
El primero es, sin duda, la presentación de pruebas:
El Mundo parece tenerlas:
Muestra una copia apenas visible de un documento en apariencia oficial en el que se dice que en la casa de uno de los imputados en el 11-M apareció ácido bórico, lo mismo que en un piso franco de ETA en 2001.
¿Es eso falso? No. El policia ha encontrado la sustancia, el investigador científico la ha reconocido como ácido bórico y alguien ha anotado a pie de página que se encontró la misma sustancia en un piso franco de ETA.
Pero, como eso parece demasiado endeble como prueba, El Mundo abandona la información y empieza con la desinformación. Presenta la sustancia como algo inusual y prácticamente sólo usado por ETA, al parecer el primer grupo internacional conocido de terrorismo científico.
¿Es así? La respuesta, una vez más mal que le pese al Partido Popular, es no.
Existen al menos cinco compañías mineras en España dedicadas exclusivamente a la producción de ácido bórico que producen cerca de 15.000 toneladas al año. Eso no puede considerarse como un producto poco común.
Pese a esta inmensa producción, podría darse el caso de que el dichoso ácido de marras sólo se emplease con fines delctivos o criminales. ¿Es así? Parece que tanpoco. El ácido bórico es el conservante E284 de multitud de productos envasados; es el componente básico de varias medicinas antiinflamación destidas a golpes cuando no hay herida abierta; se utiliza como solución de agua para refrigerar algunos reactores nucleares y se vende en ampollas para una actividad tan peligrosa y criminal como es el cuidado del pelo de los gatos persas. Que yo sepa hasta ahora ser pijo no es un acto terrorista.
Descartado por sentido común, el hecho de que las empresas farmaceúticas, La Junta de Energía Nuclear, La Asociación de Conserveros de España y los propietarios de gatos persas -estó último con ciertos reparos- estén implicados en los atentados del 11-M. Sólo nos quedaría investigar la vinculación del ácido bórico con las actividades delictivas o criminales.
¿Existe una vinculación de esta sustancia con actividades delictivas? La respuesta, para alivio de los desinformadores y su Politburó es que sí.
¿Significa esto que el ácido bórico es imprescindible para la fabricación de determinados ingenios explosivos y que esos ingenios explosivos son del mismo tipo que los que fabrica ETA? ¿Significa que la distribución de la sustancia está tan controlada que los integristas no podían haber accedido a ella sin la colaboración de alguien que conociera los canales criminales por los que hacerse con la sustancia en España, como podría ser ETA? Desgraciadamente para ellos no.
El ácido bórico esta relacionado con la comisión de delitos. De unos delitos muy específicos. No es imprescindible para la elaboración de explosivos, es casi fundamental para el tráfico de drogas. El Mundo expone como una verdad manifiesta que es una sustancia muy extraña usada por ETA y que la aparición en la casa de los imputados en el 11-M sugiere la relación. Y esa es la desinformación.
El seis de julio de este año la Guardia Civil desarticuló en Alzira (Valencia) una red de narcotrafico. Entre otras muchas cosas y sustancias se incautó de tres kilos de ácido bórico. Es de suponer que El Mundo pretenderá que se investigue la vinculación de esta red de traficantes de droga con los atentados del 11-M. Pero curiosamente no lo hace.
El pasado mes de agosto detienen en Salamanca y Navarra a once personas que formaban una red de traficantes de cocaína y ¿qué tienen en su poder? 444 gramos de ácido bórico. Hace quince días desarticulan una red internacional de tráfico de drogas de diseño en Bégica, ¿podeís imaginaros que se halla en uno de los laboratorios descubierto en la ciudad de Gante?. ¡En efecto! Ácido bórico en la desproporcionada cantidad de 25o kilos. La única vinculación entre el delito y el ácido bórico es el tráfico de drogas, puesto que se utiliza para cortar la cocaína y la heroína. Ese es el hecho. Un hecho que conocía el investigador policial y que por supuesto estaba en la obligación de conocer o investigar El Mundo.
La presencia de ácido bórico en un piso franco de ETA y en el apartamento de los imputados del 11-M sólo es indicio de una cosa, algo que, por otra parte es casi conocido por todos: Tanto ETA como muchas organizaciones terroristas internacionales financian las actividades de sus comandos independientes -liberados según la terminología etarra, células según la terminología integrista- a través de la venta de drogas. De eso sí es indicio, pero no de la relación entre ambos.
Pero El Mundo obvia la investigación más elemental. Obvia el trabajo periodístico más básico y se apunta al carro de una anotación a pie de página de uan idea que, en un momento dado, tiene un investigador.
El jefe de ese investigador lee ese borrador y probablemente le explica algo parecido a lo que yo acabo de decir y, obviamente no se incluye en el informe oficial. Y El Mundo -que nadie sabe cómo, tiene acceso a ese borrador- convierte una praxis de investigación acertada en una manipulación; transforma un borrador en un documento oficial y muda una correción en una falsificación. Transforma la realidad para que el juicio de la misma se ajuste a su sentencia ya emitida previamente: Que ETA está implicada en el 11-M y el Gobierno está ocultándolo.
Y toda esta desinformación, que sería cuestionable y eticamente reprochable si estuviera solamente destinada a vender periódicos, se transforma en criminal cuando se descubre que es el paso previo a la Agitación y Propaganda con un único objetivo: Impedir las negociaciones entre ETA y el Gobierno. Negarle a los españoles la posibilidad de una esperanza de paz para que un partido político, incapaz de acceder al poder ofreciendo esperanza, pueda recuperar el control utilizando el terror.
Soy un demonio y por ello no tengo noción de lo políticamente correcto. Así que, para mi, terroristas son los que usan el terror para sus fines. Hoy por hoy, con ETA en dique seco y con los integristas autores del 11-M en la cárcel en espera de juicio, los únicos terroristas que hay en España son el Politburó del PP y El Mundo. Son los únicos que intentan beneficiarse del terror.

jueves, septiembre 21, 2006

El Profeta Conspirativo

En mitad de la Summa Teologica en la que la actualidad ha convertido este demoniaco blog en los últimos dias voy a hacer un alto en el camino. Aunque, en realidad, no sé si se trata de un cambio de asunto. Porque al fin y al cabo la postura del PP con respecto al 11-M es ya casi una cuestión de fé.
Lo que resulta más sorprendente es que un partido político tenga una postura respecto al 11-M ¿Qué postura se puede tener respecto a un atentado terrorista que sego la vida de centenares de personas? Se puede tener una postura de triste resignación, de cabreada indignación, de resentida venganza o de justa cólera, pero me resulta realmente increíble que alguien tenga una postura política. Durante años he practicado la masoquista tortura de leer los programas e idearios políticos de los partidos españoles y nunca he visto un apartado que se enunciara como Postura política del PSOE ante un hipotético atentado masivo o Ideario político del Partido Popular ante un eventual ataque terrorista indiscriminado. No está ni en mi intención más remota hacer chanza de este asunto, pero me temo que el PP está haciendo un rídiculo que llamaría a la risa si no fuera porque mueve a la indignación.
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"Nosotros creemos que se oculta la verdad", dicen los dirigentes del PP y de nuevo su fé se antepone a la realidad.
Zaplana, esa inclita sonrisa torcida de corbata amarilla, exige al Gobierno "por responsabilidad" que presente un informe que nunca existió, un supuesto informe que vincula a ETA con el integrismo terrorista que perpetró la masacre de Atocha. El fiscal dice que no existe, la policía mantiene que no existe, el Gobierno afrima que no existe, los cuerpos internacionales de investigación aseguran que no existe. ¡Por el amor de vuestro dios, si hasta el juez sostiene que no existe!
Pero Zaplana, pero Rajoy, pero el PP se encogen de hombros y se aferran a su fe milenaria con el más que sólido argumento de "nosotros creemos que si".
Y ¿en qué se basa la fe inquebrantable del PP? Pues en lo que suelen basarse todas las creencias: en la palabra revelada de dios a través de los labios de su profeta. Aunque en este caso el enunciado sería algo parecido a No hay mas dios que Aznar y Trashorras es su único profeta.
Como Aznar dice que existen esas vinculaciones pues tienen que existir. Como Trashorras lo confirma ya no existe la más mínima sombra de duda para los leales fieles a este nuevo culto de fe ciega. El egregio líder que aún lo es del PP mantuvo que la goma 2, el titadine, era el vínculo de unión entre ambos elementos terroristas y Trashorras lo confirma ¡Ya tenemos otro dogma de fe que añadir a la lista de los mandamientos del culto conspirativo del 11-M!
Que expertos en explosivos alemanes analizan los restos del escenario de la masacre y confirman que el explosivo no es goma 2, no importa. Que el explosivo encontrado en el coche utilizado por los terroristas no es titadine, no importa. Que los artificieros desmontan una mochila en la que el explosivo no es goma 2, no importa. Que las sustancias que hacen volar por los aires el piso donde se refugiaban los terroristas no tienen nada que ver con las que utiliza ETA, no importa. Que los explosivos que fueron sustraidos por Trashorras de la mina no eran titadine, no importa. El profeta Trashorras identificó goma 2 en un coche a través de la puerta de un maletero que unas veces se abrió y otras no. Eso es suficiente. Como Saulo, cegado por la luz en el camino a Damasco, Trashorras creyó ver titadine, creyó escuchar una voz que le decía esto tiene que ver con ETA. Eso es suficiente para el PP y renueva su fe. La realidad no importa.
Y el nuevo vicario de esta fe, Eduardo Zaplana, se lanza a la palestra parlamentaria para exigir que el Gobierno le facilite estos datos y le acusa de irresponsable porque el PSOE los solicitó en los días posteriores al atentado.
Zaplana olvida un detalle, un pequeño detalle que hace que su justa reclamación se transforme en una pueril pataleta; que su conspiración se disuelva en una burda manipulación. El PSOE, los partidos políticos, los ciudadanos y votantes españoles exigieron las pruebas de la vinculación de ETA con el atentado no porque supieran de su existencia por un acto de fe como le ocurre ahora al PP. Exigieron esas pruebas porque el Presidente de su gobierno, José María Aznar, el ministro de Interior de su gobierno, José Angel Acebes y otros muchos altos cargos del entonces partido en el gobierno, el PP, afirmaron publicamente sin lugar a ninguna duda que el atentado era obra de ETA. Los que exigieron entonces pruebas no las obtuvieron. Nadie presentó un informe sobre la vinculación de Al Qaeda y ETA. El PP estaba en el Gobierno ¿Por qué no lo presentó? Anunque hubiera sido una praxis política despreciable ¿Por qué no hizo una copia para utilizarlo posteriormente?
El actual gobierno del PSOE no presenta el dichoso informe, las dichosas pruebas de la vinculación entre ambos estadios terroristas no para facilitar la negociación con ETA -como insinuan algunas voces desde el PP- sino por idéntico motivo por el que no lo presentaron los dirigentes y el Gobierno del PP en su momento. Porque no existe.
El PP recurre a la fe para apartarse de la realidad de que fue su política, la política de su líder, la que condujo al atentado, para encontrar consuelo del hecho de que su ineptitud internacional les hizo perder las elecciones y fue causa de que una pandilla de locos furiosos segara la vida de centenares de ciudadanos inocentes.
El PP recurre a su fe para demostrar que fue la ineficacia de los altos mandos de los cuerpos de seguridad y no la política de su amado inspirador, José María Aznar, la que permitio el atentado. ¿Y que diferencia habría? Eso sólo demostraría que el PP fracasó en su política exterior y en su política interior porque, al fin y al cabo ¿Quien había designado a esos altos cargos?
Y basa su fe en las profecias y las revelaciones de un delincuente de poca monta transformado en criminal masivo llamado Suarez Trashorras. Desechando investigaciones, informes, memorandos y pruebas aportadas por especialistas y expertos. Claro que esos expertos no son devotos del Credo de la Conspiración del 11-M
Es de suponer que lo único que le servira al PP será una nueva revelación. Esperemos que Osama, otro devoto iluminado, envie un vídeo desmintiendo a Trashorras ¡Eso si debía ser una prueba definitiva para el PP!
Una opinión de autoridad siempre supera a otra.

miércoles, septiembre 20, 2006

Manuel II de Bizancio, El Descontextualizado


«Muéstrame también aquello que Mahoma ha traído de nuevo, y encontrarás solamente cosas malvadas e inhumanas, como su directiva de difundir por medio de la espada la fe que él predicaba»
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La frase ha hecho de nuevo restallar los sonidos de espadas y cimitarras en el mundo religioso que sólo reacciona ante la voz de los que dicen hablar por o para Dios. La frase ha sido dicha por un Papa.
Y la medieval espada del islam integrista comienza a sacudirse en el aire. Y la medieval curia romana, anclada en el miedo que la ha hecho sobrevivir tanto tiempo, envía a sus embajadores a pedir disculpas y asegura que todo es un malentendido. Que la frase ha sido descontextualizada, que en realidad la dijo un docto emperador de antaño y que sólo era un ejemplo.
Y en eso no se equivocan. Ha sido descontextualizada, pero no por los perversos periodistas o por los iracundos ayatollahs. La frase ha sido descontextualizada por el Vicario Ratzinger. Por ese que se hace llamar Benedicto XVI.
Dudo que haya alguien que conozca la historia de Bizanzio mejor que los catedráticos vaticanos y seguro que saben que citar a Manuel II Paleólogo hablando del Islam es como citar Hitler hablando de los judíos, por poner un ejemplo que vaya más allá de los doctos y eruditos paraninfos de las facultades de teología.
Presentar a Manuel II como un ilustrado emperador que debatía con un erudito persa sobre las virtudes de las religiones por mero afán filosófico, por mero amor al "logos" es tan falso como peretender que la Iglesia siempre aceptó que La Tierra es redonda.
Manuel II debatía sobre religión porque la presión otomana estaba desmoronando su imperio y desvaratando su poder.
Manuel II era un arribista que ascendió al trono por encima de su hermano mayor, intensificando los enfrentamientos entre él y su padre, el anterior emperador. Manuel II fue un monarca que, en contra de los sentimientos expresados por su pueblo, viajó en secreto a Roma para jurar lealtad al Papa y al cristianismo -quizás sea por eso por lo que La Iglesia Romana le tiene en alta estima-, pero que, pese a ello, cuando los príncipes serbios perdieron su poder a manos de los otomanos, se aprovecho para tomar Serres y declararla parte de su imperio, en lugar de ayudar a otro reino cristiano como había jurado ante el Papa.
Manuel II, el ilustrado discutidor sobre religiones, cuando la ciudad de Serres firmó un acuerdo con las tropas otomanas que les daba el control de la zona y en el que no se incluía la conversión de ninguno de sus habitantes, que mayoritariamente seguían siendo no cristiano-romanos, se complotó con los nobles papistas -como luego les llamarían los protestantes- y degolló en una noche a la testimonial guarnición otomana y a un millar de musulmanes de la ciudad. Es de suponer, segun el docto Benedicto, que para demostrar lo perverso que es imponer la fe por las armas.
Debe ser que Manuel II no era un fanático religioso sino un equivocado empirista.
Muy orgulloso de su experimento no debía estar puesto que huyó a Tesálonica, la segunda ciudad de su imperio. Obviamente, los otomanos no se quedaron parados y exigieron a la ciudad que le entregara. Por supuesto, Manuel dijo que resisitiría hasta la muerte en palabras textuales "por la grandeza del imperio y por la fé".
Manuel II esperaba la ayuda de los demás reinos cristianos pero, claro, los reinos cristianos recordaban Serres.
Los otomanos reaccionaron entonces como reaccionan ahora los Ayatolas. Se ofendieron por aquello de la fe y amenazaron con una masacre si no se abrían las puertas de la ciudad. Y Manuel, haciendo gala una vez más de su compromiso con el cristianismo, llegó a un acuerdo con los Arcontes de la Ciudad -el propio nombre de los nobles asegura que no se trataba precisamente de cristianos romanos- huyó por la noche y permitió que la segunda ciudad de su imperio, Tesalónica, cayera en manos otomanas. Los que, por ciento, no exigieron conversión alguna a los que allí habitaban.
Así que su conversación con el sabio persa es la conversación de un gobernante inepto cuyo arribismo y cuya mala visión política le hicieron perder parte de su imperio, gran parte de su imperio, a manos del emergente imperio otomano regido por Murad I. El docto emperador de Bizancio culpaba al islam porque no podía culparse a sí mismo.
Pretender que el papa Ratzinger desconoce estos antecedentes es absurdo. Por tanto, el descontextualizador, el manipulador no es el Ayatollah, no es el periodista. Es él mismo.
Si realmente quería poner de manifiesto lo absurdo, lo contrario que es a la razón la imposición de la fe por el peso de las armas porqué no citó frases como:
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"Quienes lucharon antes en guerras privadas entre fieles, que combatan ahora contra los infieles y alcancen la victoria en una guerra que ya debía haber comenzado; que quienes hasta ayer fueron bandidos se hagan soldados; que los que antes combatieron a sus hermanos luchen contra los bárbaros" Urbano II. Concilio de Clermont-Ferrand
.."Comprometeos ya desde ahora; que los guerreros solucionen ya sus asuntos y reúnan todo lo que haga falta para hacer frente a sus gastos; cuando acabe el invierno y llegue la primavera, que se pongan en movimiento, alegremente, para tomar el camino bajo la guía del Señor". "El que quiera venir en pos de mí, niéguese a sí mismo, tome su cruz y sígame" (Mateo 16,24). Urbano II
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"Habiendo entrado peregrinos en la ciudad, persiguieron y degollaron a los sarracenos hasta el Templo de Salomón, donde hubo tal carnicería que los nuestros caminaban con sangre hasta las rodillas. Los cruzados corrían por toda la ciudad arrebatando oro y plata, caballos y mulas, haciendo pillaje en las casas que sobresalían por sus riquezas. Después felices y llorando de alegría, se fueron a adorar el sepulcro de Nuestro Señor Jesucristo, considerando saldada la deuda que tenían con El" Raimundo de Aguilers, cronista presencial.
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"...los francos degollaron a más de setenta mil (?) personas, entre las cuales había una gran cantidad de imanes y de doctores musulmanes, de devotos y de ascetas, que habían salido de su país para venir a vivir, en piadoso retiro, a los lugares santos". Ibn al-Athir
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"Se ordenó sacar fuera de la ciudad todos los cuerpos de los sarracenos muertos, a causa del hedor extremo, ya que toda la ciudad estaba llena de sus cadáveres... hicieron pilas tan altas como casas: nadie había visto una carnicería semejante de gente pagana. Las hogueras estaban dispuestas como mojones y nadie, excepto Dios, sabía su cantidad". Guillermo de Tiro
."La matanza de Jerusalén causó una gran impresión en todo el mundo. Nadie puede decir cuántas víctimas hubo, pero Jerusalén quedó vacía de musulmanes y judíos. Incluso muchos de los cristianos quedaron horrorizados... Esta demostración de sed de sangre del fanatismo cristiano dio origen al renacimiento del fanatismo del islam". Runciman
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En realidad, si el vicario Ratzinger hubiera querido hablar de estos temas y demostrar con una cita antigua lo absurdo de la imposición sangrienta de la fé podría haber usado por ejemplo esta:
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"Si es vuestra fe la que os a traído hasta aquí para atacar a aquellos que ningún mal os desean es que dios no os ha hablado o es que vuestros oídos están sordos" Al-Nāsir Salāh ad-Dīn Yūsuf ibn Ayyūb (Saladino)
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En cualquier caso, creo que el discurso de Ratzinger esconde otra falacia aún mayor que es el verdadero motivo por el cual, de repente, este papa inquisidor se ha lanzado a los ruedos teológicos para desviar la atención hacia el islam. Si no hoy -por tiempo- mañana os hablare de éllo.

martes, septiembre 19, 2006

Inqusición versus Jihad

De nuevo Jacobo tiene algo inteligente que decir
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Quien haya querido escuchar más allá del ruido que ha provocado el discurso del papa entre quienes ni lo han leído, ni lo han querido entender, estarán agradecidos de la altura y la riqueza que ha cobrado el debate intelectual que nos propone este nuevo y sorpendente Papa. Cualquiera que haya leído con atención Los Hermanos Karamazov, sea agnóstico, ateo o creyente, recordará como uno de los momentos más profundos y entrañables del libro, las palabras finales del moribundo Starets Zosimo a Aliosha. Zosimo expone de manera convincente la incapacidad del hombre moderno, para analizar y aprehender el mensaje que subyace en los textos revelados de la religión. El hombre moderno cada vez tiene más incapacidad de trascender las limitaciones del método empírico, método al cual exige que se someta todo aquello que aspire a brillar con la luz de la verdad. El mensaje cristiano queda así reducido al absurdo, diseccionado en un montón de datos anecdóticos, que analizados aisladamente, rebajan el contenido a una colección de mitos y supersticiones. No hay más que ver cómo la opinión pública sólo admite a debate las cuestiones religiosas más prosaicas y ridículas para aquellos de nosotros que no somos religiosos, como lo son el uso de preservativos, las células madre o las bodas gays. Sin embargo, el papa Benedicto, aboga en su conferencia del otro día, por superar ese empobrecimiento de la mirada del hombre moderno, que ha excluido de la razón –del logos– todo aquello que para los antiguos griegos estaba más allá del mundo físico, y formaba parte de lo metafísico y lo inteligible. En definitiva, hemos oído las palabras de un príncipe filósofo (el papel que debería desempeñar un papa), que nos exhortan a recuperar ese espíritu helénico que hizo que el hombre occidental jamás se agotara de preguntarse a sí mismo, sin autocomplacencias y lleno de espíritu crítico, “quiénes y qué somos, a dónde vamos, de dónde venimos.” Esas preguntas han sido la zanahoria que como a burros nos puso en marcha para recorrer el dificilísimo camino que lleva a Isaac Newton, a David Hume, a los enciclopedistas, y en definitiva, a la era digital en la que estamos. La búsqueda de las respuestas a esas preguntas es lo que eventualmente nos ha dotado de instrumentos de percepción tan refinados como los que nos procura la ciencia actual (microscopios, telescopios, aceleradores de partículas, simuladores informáticos, etc…), pero si dejamos de hacernos seriamente esas mismas preguntas, o si las despojamos de su amplitud abstracta para reducirlas a la concreción que exije el método científico, el peregrinaje espiritual del hombre en pos de verdades trascendentes, habrá terminado.Es triste que desde muchas tribunas de opinión y pensamiento, el único debate que haya suscitado este interesantísimo discurso, sea la conveniencia diplomática de someter a una mayor censura aquellos argumentos del Papa que sean susceptibles de ser interpretados como una provocación por sectores hiperreactivos, intransigentes y violentos del mundo musulmán. La Academia, –pues después de todo, este es un mensaje leído en un contexto académico y para lectores con cierto bagaje cultural– ha de ignorar absolutamente la presión de las mases enfervorecidas de extremistas religiosos que no admiten ningún cuestionamiento de sus certezas. Si cedemos a esta presión, sería el fin de la Academia.En Europa viven casi una veintena de musulmanes, el Islam ya forma parte de nuestra sociedad y por tanto, ha de ser sometido a la misma crítica a la que hemos sometido a todos los sistemas ideológicos que influyen en el comportamiento moral de cualquer sector de nuestra sociedad. El no poder hablar libremente sobre el Islam, como lo hacemos de cualquier otra ideología, venga presuntamente revelada por un Mesías o por un Karl Marx, vulnera los principios que han hecho progresar a Europa hacia una sociedad abierta, libre y plural. Es preferible una pataleta incendiaria de borrokas islámicos que no quieren aceptar ningún debate, que silenciar las voces críticas y profundas que mantienen en marcha los motores intelectuales de nuestra civilización. Por eso pienso, que los europeos deberían prestar más atención al contenido del discurso del Papa, y menos, al ruido sordo de los fanáticos energúmenos o a las peticiones de silencio, que visten de propósitos diplomáticos lo que en realidad es cobardía y claudicación. Sería una ironía histórica que hoy en día, frente a la intransigencia religiosa, sea el papa quien diga “eppur si muove”, y los gobiernos e intelectuales europeos quienes ayuden a aquellos que han renunciado al logos, a decir que no se mueve.
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Y de nuevo yo tengo algo que contestarle
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No dudo que haya que buscar más allá del mundo físico, que haya que volver a los principios de la existencia de lo metafísico y de lo que trasciende a nuestros propios sentidos.Lo que pongo en duda es la capacidad que un hombre como Ratzinger, por mucho que ahora haya adoptado el nombre de Benedicto VXI, tiene para hacer aseveraciones de ese tipo.
Puede disfrazarse de lo que quiera pero durante treinta años ha dirigido la Oficina para la Pureza de La Doctrina y de La Fe y, los que somos un poco ilustrados en temas eclesiales, sabemos lo que eso significa.Durante treinta años ha impuesto silencio a religiosos y teólogos (mas de dos centenares), ha creado listas negras de publicaciones, de libros y de ensayos en los que se ascendía o descendía a lo metafísico de forma diferente a la visión que la Iglesia Establecida ha adoptado como la única manera de llegar a la divinidad, de enfrentarse a ella o de explicarla.Durante treinta años ha negado todo el espíritu académico al negar la posibilidad de enfrentarse con argumentos a los que acceden al conocimiento de dios, de su dios, de una manera diferente a la suya.Si el hombre moderno está incapacitado para ir mas allá de lo empírico, de si mismo -algo que yo también defiendo- la iglesia actual está incapacitada para trascender al metodo agustiniano de la prueba negativa: Muestrame una prueba irrefutable de que dios no existe. La Iglesia está incapacitada para ir más allá de su fe.
El mensaje cristiano ha sido reducido a una serie de principios sin sentido, no por aquellos que no creen en él, sino por aquellos que han medrado con él. Ha sido el aparato eclesial de proseletismo el que ha eliminado todo componente revolucionario e igualitarista del mensaje de Joshua Ben Juseff. Ha sido el aparato eclesial el que ha santificado dictaduras, conducido a dictadores bajo palio hasta los templos y hecho hincapié en la mansedumbre y no en aquello de "deja tu riqueza y siguemé", por poner algún ejemplo. Si la condición de Papa ha convertido a un Gran Inquisidor en un Principe Filósofo, ¿Por qué no levanta la prohibición de publicar que pesa sobre los ideólogos de la Teología de La Liberación? ¿Por qué sigue manteniniendo el anatema sobre las ideas de Monseñor Thriellard sobre la naturaleza de la transustanciación? ¿Por qué su primera aportación teológica ha sido enviar a los exorcistas por el mundo recuperando el concepto de posesión demoniaca y de condena infernal?
Realmente, no creo que el Papa sea un Principe Filósofo y quiera recuperar el espíritu de la Academia por más que lo diga, y por más que elija un entorno universitario para decirlo. Entorno que se encuentra muy cerca de otro, La Universidad de Tubinga, donde alguien colgó hace unos siglos unas cuantas tesis para la discusión que nunca fueron discutidas que aún hoy pese a las pruebas históricas siguen sin ser discutidas. Que sólo fueron prohibidas.
El espíritu helénico se basaba en el diálogo, un diálogo erudito si se quiere, pero el diálogo. Ninguno de los que respiraban ese espíritu se presentaban en una discusión asumiendo ninguno de los principios que defendían como dogmas incuestionables que no admiten discusión y la iglesia lo hace constantemente. Y el Papa lo hace constantemente. Lo ha hecho durante treinta años desde la sombra de los despachos vaticanos y lo hace ahora desde el balcón de San Pedro.
La iglesia se apropia de un mensaje que no es suyo como si fuera una aportación única e irrepetible y pretende demostrar con eso la superioridad ética de su credo. Un mensaje que ya era viejo en los tiempos de Zaratustra, un mensaje que pone al amor a la igualdad y a la lucha en el centro del a relación del hombre con su futuro.
El Papa Ratzinger llora y se lamenta porque el hombre moderno no ve más allá del logos, porque el hombre moderno ha perdido el sentido de la trascendecia y de la metafísica ¿Que institución ha colaborado más en ello que la Iglesia?
¿Eran los ritos paganos una forma de comunicarse con lo metafísico? ¿Eran los sentimientos naturalistas celtas una forma de comunicarse con lo metafísico? ¿Eran los sentires animistas africanos y amazónicos una forma de relacionarse con aquello que trascendía a los ojos y los oídos de los que los sentían? Yo creo que si, eran formas primitivas, tan primitivas como el zeus colérico o el Helios deslumbrante de nuestros idolatrados griegos, pero eran formas de reflexión metáfisica. ¿Fueron los enciclopedistas los que acabaron con ellas? Me temo que no. No creo que el Papa pueda reivindicar el academismo mientras su institución no acepte que todo es cuestionable, absolutamente todo, y que sus dogmas de fe son sólo puntos de partida para una discusión metafísica. No verdades incuestionables.
Sobre lo relacionado con la famosa cita sobre los musulmanes, creo que una vez más tomamos el todo por la parte. La máxima autoridad religiosa de Siria no hace mucho que dijo "Hay dos tipos de creyentes el hombre que se levanta y piensa y el hombre que se levanta y reza. Ala, con toda seguridad, prefiere al primero".
Cierto es que el integrismo inmovilista es el que más ruido hace ¿Pero no pasa eso con todas las religiones? No todos los protestantes de América queman fotos de Madonna a la entrada de sus conciertos, No todos los católicos del mundo rezan rrosarios y hacen piquetes ante los cines en los que se proyecta la Ultima Tentación de Cristo o el Código Da Vinci. No todo los hebreos del mundo intentan evitar la proyección de Yentle. Los fanáticos son los que más ruido hacen.
Pero el papa no es quien para hablar de esos asuntos. El Darai Lama quizas, El patriarca de Constantinopla tal vez, pero el papa no.
La Iglesia de Roma inventó la Guerra Santa. Once guerras santas consecutivas cuando el Islam no había puesto en marcha Jihad alguna. La Iglesia de Roma propagó la Guerra Santa a su propia religión con Los Templarios y los hugonotes en La Rochelle, con los calvinistas en toda Europa, con los cátaros en Albi, con los dulcinistas en Italia...
La Iglesia de Roma inventó la Guerra Santa con sus autos de fe y su quema de brujas y herejes. La Iglesia de Roma ha creado y recreado el concepto de guerra santa al decir que los pastorcillos franceses del siglo XI "hacían la obra de dios" cuando se dedicaban a cazar judios en ciudades y bosques, al sancionar como defensores de la cruz a todos los monarcas que expulsaban a moriscos y judíos de sus reinos o al declarar al fascismo italiano como "la última defensa contra el monstruo comunista". No creo que el papa pueda obviar todo eso a la hora de afrontar el concepto de fanatismo religioso y presentar sólo al islam como el responsable del concepto de guerra santa. Por mucho que un emperador bizantino del siglo XIV lo dijera.
La Iglesia de Roma ha aportado al concepto de guerra santa mucho más de lo que Mahoma, Moises o cualquier otro profeta de cualquier religión haya hecho a lo largo de la historia.
Coincido contigo en que deberían ser los gobiernos europeos los que pusieran en su sitio a los fanáticos, pero a los de ambos bandos y pará mi el papa Ratzinger ha demostrado ser uno de ellos. Igual que cualquier Ayatollah.
Sinceramente Jacobo, creo que si el papa dice "eppur si muove" es sólo para imponer que se mueva en su dirección. Es sólo para demostrar superioridad. Nadie tiene que hacerle el juego en eso. Que lo demuestre. Hechos son amores y no buenas razones.

viernes, septiembre 15, 2006

Ateos ex Machina

Ya esta bien de ir por el mundo quejándoos ¿Habeís visto que nosostros, los demonios, nos quejemos? La diferencia entre vosotros y nosostros es que nosotros luchamos aunque sabiámos que ibamos a perder. Y cuando fuimos derrotados seguimos luchando. Vosotros, bueno vosotros, como en todo, eludisteis la responsabilidad de la lucha y os quedastéis en la queja. Sois los ateos ex machina de la Generación Derrotada.
Os conformais con el mal menor del laicismo y con el bien menor del agnosticismo y actuáis como si eso fuera una victoria. Eso es solamente la postergación de la derrota. No es otra cosa. Y mientras, amparados en sus dioses y en sus leyes de libertad de culto, los religiosos, sobre todo los católicos, os han impuesto la mayor de sus victorias. Como hicieran con los celtas paganos en Europa o con los negros y los indios espiritistas. Os han robado vuestra fé.
Si, vuestra fe. Igual que su dios intentó robarnos la nuestra a punta de espada llameante, sus acolitos os han robado la vuestra con un sólo golpe de lenguaje.
En las reuniones sociales, en las charlas en los bares o en las instancias o los documentos oficiales os han robado vuestra fe y vosotros lo aceptáis como una victoria. Sois no creyentes. No sois otra cosa, no sois ateos o antiteistas, sois no creyentes.
¡Es mentira! Vosotros creeís y dejaís que os digan que no. Creeís que no existe dios y creeís que si existiera nos odiaría y tenéis derecho a creer eso. Ese es vuestro credo. Sois tan creyentes como un musulman, un católico o un budista.
La condición de no creyentes os lleva a la pasividad, a la inacción, a la incapacidad de defenderos, a la obligación de aceptar con respeto y hulmidad que los otros festejen, hablen o recen a sus dioses. Al fin y al cabo ellos tienen algo que vosotros no tenéis. Ellos creen.
Pero no es así. Los ateos creéis y por tanto tenéis el mismo derecho a exigir el respeto y la libertad de credo y culto. No tenéis porque no criticar en público a sus dioses o porque ocultaros de ellos para dejarles el camino libre. Tenéis derecho a luchar contra ellos.
Si el ateismo y el antiteismo son credos entonces se desarma el escudo invisible que protege a los creyentes en divinidades y que les permite actuar a su antojo. Entonces ellos también deben respetaros a vosotros. Entonces tenéis derecho a hacer proselitismo de vuestra creencia en la no existencia de dios, tenéis derecho, en caso de conflicto, a que se os respete el derecho a educar a vuestros hijos en un credo tan respetable y tan permitido como cualquiera de los que tienen a un ser superior como garantía de su existencia. Si los musulmanes están obligados a respetar a los católicos; los católicos a los budistas; los budistas a los ortodoxos y a así sucesivamente ¿Por que el credo en la no existencia de un ser superior no merece el mismo respeto?. Es vuestro derecho. Nosotros lo ganamos para vosotros y lo estáis desperdiciando.
El ateo no es el que se encoge de hombros ante dios, ese es el agnóstico -que tiene también todo el derecho del mundo a mantener su neutral encogimiento de hombros- el ateo es el que se encoge de tripas ante dios. Y ese credo no puede ser discriminado por aquellos que dicen ser los unicos en creer. No permitáis que os digan que no creeis, no os definais como no creyentes. Militad en vuestra fe -la más antigua de todas, por cierto-. Militad con respeto, pero militad.
El ateo no sólo no cree en dios, sino que cree que la vinculación del hombre con la divinidad es perniciosa. Tenéis la obligación de respetar a las personas que defienden lo contrario. Pero tenéis la obligación de no respetar la idea en si misma y trabajar, educar y convencer para que desaparezca de la faz de la Tierra. Y si los que se llaman a si mismos creyentes lo consideran una falta de respeto !que se aguanten! La libertad de credo existe para todos. La libertad existe para todos. Y eso no lo consiguieron precisamente "los creyentes"

miércoles, septiembre 13, 2006

La Canción del Verdugo (2)

Pero, ni siquiera en La Tierra de Arland, ni siquiera en los páramos donde el bálsamo del amor no puede cicatrizar las heridas, donde la medicina del cariño no puede evitar que mane la sangre, herir es sinónimo de matar.
Unos dicen que las palabras del rebelde impidieron que el verdugo girara su espada en el tajo del corazón, otros dicen que la traición había endurecido el corazón del rebelde y por eso la espada del verdugo no penetró lo suficientemente hondo.
Las comadres explican a quien quiera escucharlas que de todos es sabido que si un hombre ha amado lo suficiente su vientre es más duro y robusto y se encuentra por debajo del ombligo, algo que no tuvo en cuenta el verdugo. Los místicos defienden que la traición endurece las entrañas y eso permitió que el vientre del rebelde resistiera el impacto del acero del verdugo.
Lo que saben todos es que los más hábiles espadachines están en los salones reales o en los torneos regios. Que los más firmes a la hora de empuñar el acero comandan las huestes del Señor del Espino o entrenan a sus cadetes. Todo el mundo sabe que el verdugo no es el mejor espadachín del reino. Es más fiel quizás, pero no el más hábil. Simplemente es el único que blande su espada sin preguntar porque ni exigir un motivo.
Así que sea como fuere, la estocada del vientre penetró muy alta y la del corazón salió muy baja. Hubo sangre como sabía el verdugo, hubo dolor como sabía el rebelde, pero no hubo muerte. Como esperaban los dos.
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Toda la procesión que había seguido y atendido la ejecución se maldijo a lo largo de sus vidas por ese día. Se maldijo por no permanecer un instante mas comentando el momento de espectáculo y muerte; se maldijo por no haber realizado allí mismo una plegaria por el alma verdugo a los antiguos dioses o por la del rebelde a los nuevos; se maldijo por volver a su vida y sus quehaceres un instante antes de que el verdugo, mientras limpiaba el filo de su espada en sus negros ropajes, escuchara el gemido del rebelde.
Y se maldecirán por haber perdido la ocasión de ver lo inconcebible. Un verdugo salvando la vida de un ajusticiado.
Pero en la tierra de Arland hasta lo inconcebible está escrito en las piedras de las Torres del Espino. El Señor del Espino no puede permitirse dejar nada a la casualidad. No puede arriesgarse a que el viento de lo nuevo, de lo inesperado barra las planicies de sus dominios. Novedad es ilusión; ilusión es imaginación y quien imagina puede esperar. La espera es la puerta de entrada del amor. Y el Señor del Espino no se arriesga al amor. Ya no.
Así pues, el verdugo no ejerció compasión. Alguien que mata por amar no es permeable al amor. El verdugo hizo lo que hizo porque así estaba escrito que lo hiciera en la piedra que ocupaba el sexto lugar entre el suelo y el cielo de Arland: “El verdugo se ocupará del cuerpo del ajusticiado”. No especificaba si tenía que estar vivo o muerto y lo que no existe en la ley no existe en Arland.
De ese modo el verdugo tomó el cuerpo del rebelde y lo condujo al interior de la Torre del Espino. La multitud también se maldijo por no estar presente para poder contar como lo hizo.
Los ojos de rebelde se abrieron al tiempo que su espina dorsal sentía el latigazo del dolor de sus heridas. Abrió los ojos y contempló lo que ya había visto antes. Aquella estancia cuya visión le había llevado al cadalso.
Otro dolor, menor, más sordo le apartó de la contemplación de la habitación y su mobiliario y le hizo volver sus cansados y casi muertos ojos a sus heridas.
El verdugo trabajaba en los cortes con intensidad. Sus dedos largos y fibrosos intentaban mantener unidos los bordes de la herida del vientre para evitar que la sangre siguiera manando. Se afanaba por mantener unida la carne hasta que las flores rojas que crecían sobre ella se hicieran pequeñas y se marchitasen.
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- No voy a morir por esto – la sonrisa del rebelde era dolorosa. Dolorosa como el aliento de un muerto-.
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- Eso me temo – y la voz del verdugo seguía sonando dulce bajo su capucha. Seguía siendo un arrullo cuando debía ser un ladrido.
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- No puedes cerrarlas y lo sabes – y el cuerpo del rebelde se relajó como si ya se hubiera acostumbrado a la cadencia de las contracciones de su dolor y de la huída de su sangre. Como si tuviera razón.
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- No pueden sangrar para siempre. No deben hacerlo –y la capucha se estremeció sobre los hombros del verdugo como si aquel que la portara realmente dudara de sus palabras.
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Pero el verdugo de Arland lo intentó. Fuera de la vista de todos lo intentó. Cualquier habitante de los dominios del Señor del Espino sabe lo que ocurrió durante las siguientes horas, durante las siguientes jornadas, durante las siguientes lunas.
Aunque nadie lo vio todos saben que el verdugo mantuvo cerradas las heridas del rebelde, las selló con cera y con ungüentos. Que uso el fino pelo del más noble alazán de las cuadras y la más delgada aguja del orfebre real para coserlas. Los místicos afirman que pidió una oración de sanación; los nigromantes que exigió a punta de espada un hechizo de curación; los físicos llevaron una medicina de cicatrización a base de ajenjo y malvavisco y la dejaron con temor junto a las piedras de la Torre del Espino. Una inclinación de una negra cabeza encapuchada les dio las gracias.
El verdugo puso toda su atención en curar y cerrar las heridas del rebelde y el rebelde quiso ayudarle. Todos lo saben aunque ninguno lo vio. Nadie ve lo que ocurre dentro de la Torre del Espino.
Pero no se cerraron, siguieron sangrando. Por encima del vientre y por debajo del corazón dos tenues regueros de sangre dibujaban sus aciagos arabescos sobre la piel del rebelde.
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- No puedes hacerlo –y la voz del rebelde sonó como la de un padre que sabe que su hijo no podrá ascender un risco, como la de un rey que sabe que su paladín no podrá vencer al del enemigo, como la de un traidor que no acepta el perdón. La voz del rebelde sonó como la tristeza.
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- Debo hacerlo – y las palabras del verdugo fueron las de un náufrago que nada hacia a tierra en alta mar, fueron como las de un moribundo que se arrastra para terminar una obra inacabada. Fueron frustración.
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Y la mirada del verdugo comprendió a través de las pequeñas rendijas de su capucha y la mirada del rebelde comprendió a través de la tenue niebla de su dolor que el verdugo había comprendido.
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Hay una ley más antigua que las leyes de Arland, más antigua que la Torre del Espino y su Señor. Hay una ley que no está escrita en ninguno de los bloques de piedra negra de los muros externos ni en ninguno de los ladrillos de oro y cristal de las paredes internas de La Torre del Espino.
“Las mismas manos que producen una herida no pueden curarla”
Los labios si, pero los labios son la herramienta del amor y en la tierra de Arland el amor está prohibido.

martes, septiembre 12, 2006

Delito: Soledad

Nunca os sintaís solos.
Pequeños humanos y aquellos otros que fingís serlo, tenéis que tener claro que hay algo que no podéis hacer; que hay una sensación que no está permitida en ese rincón de nuestro infierno que vosotros llamáis mundo; que hay una actitud que no puede abarcar más de un instante en vuestras vidas, en vuestros efímeros caminares de la nada hacia la nada. Nunca, bajo ningún concepto, sobre ninguna circunstancia y en ninguna ocasión os sintáis solos.
.Sentirse solo es un acto de egoismo que se castiga con la soledad. Es la estancia infinita en la que el comienzo es el final y la causa y el efecto se convierten en la misma cosa. Donde crimen y castigo tienen el mismo nombre
Podeís eelegir estar solos. Eso está bien. Os apaludirán, os animarán. Vuestros reflejos en el espejo os darán fuerzas. Los cantos de sirena que anidan desde siempre en vuestros oídos os jalearan en esa elección y os arrastraran entre risas a romper en los arrecifes, a encallar en los bajíos de la playa de esa electa soledad el bajel de vuestras vidas.
¡Elegid la soledad! ¡Hacedlo una y mil veces! Tomad ese camino y un millón de suspiros de alivio saludarán vuestra decisión; un millar de miradas comprensivas resaltaran vuestro valor; un centenar de voces cantarán las baladas de tranquilidad y la relajación que origina en sus vidas vuestra elección. Pero nunca os sintáis solos. No teneis el derecho a recordarles que sus electas soledades os imponen las vuestras. Eso no podéis hacerlo. Es demasiado cruel.
.Podéis gritar que estáis solos. Eso podéis hacerlo. Si lanzais ese grito al aire harapiento que planea por vuestras colmenas, muchas atenciones se erizarán como las orejas de un sabueso en plena caza. Os asistirán, os hablarán, intentarán que vuestro grito no se conviertea en sentimiento. Os acompañarán aquellos que os conocen y aquellos que sólo conocen que hay gente sola que no debe sentirse sola, que no puede sentirse sola, que hay que evitar que se sienta sola.
Gritad vuestra soledad y el duro roble de las barras de los bares se trasformará en dulce y mullido terciopelo. Vocead vuestra soledad y sonarán teléfonos, llegarán cartas, arribarán correos electrónicos que os hablen de otras cosas, que os eviten el sentimiento prohibido y perverso. Pero nunca os sintais solos. El sentimiento es un ataque demasiado frontal contra aquellos que, desde su soledad elegida o desde su compañía encontrada, han hecho de ese sentimiento la locura; han hecho de la muerte la cordura.
Si os sentís solos esperáis algo y esperar es el verdadero pecado, la verdadera maldad. Esperar que los otros se detengan y perciban lo que sentis, la soledad que sentís, es un impulso criminal. Es desear forzar a aquellos que ni siquiera se detietenen en su propio camino a que giren la vista y escruten el vuestro. Es desear que los que huyen de sus propias batallas se detengan un instante a ayudaros en vuestra guerra. Eso no se puede pedir. Eso no se puede desear. Eso no se puede anhelar. Es desear que los otros salgan de ellos mismos, os perciban, os comprendan y os acompañen y además lo hagan porque quieren hacerlo no porque hayan escuchado un grito o leído una nota.
Elegid, gritad o escribid la soledad pero nunca la sintaís. Nunca os sintais solos. Los demás no pueden permnitirse ese lujo. No pueden consentirse abandonar sus elecciones para ayudaros a eludir vuestras carencias. No os sintais solos. No podéis hacerle eso al mundo.
Cuando los demonios nos sentimos solos quemamos almas, pero a nosostros nos sobran. Vosotros sólo tenéis una a mano. Sentirse solo es un mal que no podéis curar con telemedicina, es un mal cuya solución precisa de los otros y eso no puede desearse. Un teléfono, no mira, no abraza, no susurra. Un correo electrónico no anima, no besa en la mejilla. Una carta no acaricia. Así que no os sintáis solos. Siempre podeis encender el televisor.

lunes, septiembre 11, 2006

Mi 11 de Septiembre

El 11 de septiembre un puente fue testigo de una de las más crueles matanzas que su país ha visto a lo largo de la historia. El 11 e septiembre casi cinco mil personas murieron entre gritos y estertores pero, claro, ya nadie lo recuerda. Sólo hay un 11 de septiembre y nadie recuerda como un ejercito de hombres, cansados de abusos e injusticias, derrotaron en el puente de Stirling a la más orgullosa caballería que Albión había conseguido armar hasta entonces. Nadie recuerda como esos guerrilleros, mandados por un mítico y no precisamente australiano, William Wallace, derrotaron a las huestes de Eduardo I y marcharon sobre la desprotegida ciudad de York.
Nadie puede recordar como, en la campaña de castigo posterior, fueron arrasadas más de 100 aldeas, 15 villas, dos ciudades y murieron más de 300.000 personas en un país que apenas contaba con once millones de habitantes. Nadie recuerda el 11 de septiembre de 1297, el día en que la guerra llegó a Escocia.
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El 11 de septiembre la población de una ciudad se quedó muda y atónita ante la magnitud de la atrocidad cometida por sus enemigos. Y no quedó sin voz porque no tuviera nada que decir o porque el miedo o la rabia les impidiesen articular palabra, se quedó muda porque, tras observar como casi dos mil personas morían junto a los símbolos de su grandeza que se derrumbaban a su alrededor, la población de la ciudad de Drogheda sufrió la persecución de las tropas de Oliver Cronwell que, tras matar a sus defensores, entraron por sus bamboleantes murallas y los masacraron. Pero nadie puede recordar el 11 de septiembre cuando 6.000 personas fueron quemadas, ahorcadas o fusiladas en aras de un puritanismo que excedía todos límites. Nadie recuerda el 11 de septiembre de 1642, el día en que la guerra llegó a Irlanda.
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El 11 de septiembre la gente se paseaba entre los restos buscando objetos, restos. Algo que recordara a sus camaradas, a las personas que habían muerto cuando hacían el trabajo para el que habían sido contratados. Algo que tener o que vender como recuerdo de lo que había ocurrido allí ese día. Buscaban un recuerdo de los 4.000 cadáveres vestidos de rojo, azul y blanco que yacían entre los restos de un paisaje de pesadilla. Pero nadie puede recordarlo. Nadie puede recordar los once días que tardaron en retirarse los cadáveres del campo de batalla. Nadie recuerda los cerca de trescientos ajusticiados por rapiña colgando de las horcas. Nadie puede recordar lo que ocurrió en Campomayor, el lugar en el que las potencias pugnaban por la sucesión de un trono que a nadie pertenecía. Nadie recuerda el 11 de septiembre de 1709, cuando el Duque de Malborough pasó a cuchillo y bayoneta a a seis mal almas, el día en que la guerra llegó a España.
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El 11 de septiembre miles de personas cerraron sus bocas y contemplaron atónitos como el símbolo de la grandeza del poder de su país caía ante un ataque planificado, organizado y llevado a cabo por aquellos que más aborrecían su forma de vida. Y cerraron sus bocas para evitar que se llenarán de agua o de metralla mientras veían como la armada franco inglesa destruía y arrasaba hasta los cimientos Sebastopol, la joya de los puertos de su madre patria. Callaron porque fueron pasados por la quilla o se hundieron con sus barcos y sus defensas portuarias. En una ciudad habitada por 10.000 personas fueron devueltos 700 supervivientes. Nadie recuerda el 11 de septiembre de 1855, el día en que la Guerra de Crimea llegó a Rusia.
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El 11 de septiembre millones de personas se agolparon ante los televisores para contemplar como se desvanecía su esperanza de vivir en un mundo mejor, más justo y más ecuánime. Como un grupo de fanáticos sin ningún derecho a hacerlo envolvía en llamas y derribaba uno de los únicos sitios donde en su país anidaba la esperanza de mejora y de progreso. Vieron como comenzaba un reinado de terror que asesinó a 600.000 personas e hizo desaparecer a más de dos millones. Contemplaron arder la Casa de La Moneda mientras era bombardeada por aviones prestados por el gobierno estadounidense a los militares que no aceptaban el gobierno salido de las urnas. Pero nadie recuerda el 11 de septiembre de 1973, el día en que la guerra llegó a Chile.
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Pero hoy todo el mundo recuerda el 11 de septiembre. Como si sólo hubiera un 11 de septiembre. Como si nunca antes hubiera habido un 11 de septiembre. El once de septiembre de hace cinco años no es diferente de cualquier otro 11 de septiembre de la historia de Occidente, de cualquier otro día en el calendario histórico del mundo. 
Por desgracia, cada día hay un 11 de septiembre en la historia de la humanidad.
No merece más recuerdo o más horror que los otros 11 de septiembre en Escocia, Irlanda, España o Chile. Es la misma historia: el día en el que unos miles de inocentes pagaron los errores de un gobierno culpable. El día en que la guerra llegó a América.
Sólo eso.

miércoles, septiembre 06, 2006

La Canción del Verdugo (1)


El rebelde caminaba tranquilo. La procesión que le seguía era lenta, como un meandro de almas, lenta como sólo lo es el camino hacia la muerte. Pegajosa como un ungüento en mal estado, untuosa como suele serlo la lengua de la mentira.
Los susurros y las voces se agolpaban en el borde del camino sin prestar oídos a los otros susurros y las otras voces que sonaban con ellos. Todos tenían algo que decir, más ninguno tenía nada que escuchar.
Pero el rebelde caminaba tranquilo. Ni miedoso ni desafiante; ni erguido, ni encogido; ni orgulloso, ni avergonzado. Simplemente tranquilo, como tranquilo era el desabrido caer de los otoñales despojos en torno a él, en torno a todos. Como tranquilas eran las caricias que en sus hombros, sus brazos y su rostro depositaban los marchitos harapos, que en un antaño cercano fueran verdes hojas, al caer de los mudos árboles que saludaban su paso. Las caricias de las hojas son los únicos mimos que el rebelde recibía en su tranquilo caminar. Son los únicos afectos que están permitidos en la tierra de Arland.
En Arland, el amor está prohibido.
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El amor no gana batallas ni siega las mieses en verano o arroja las semillas en otoño. El amor no llena las despensas ni asusta a los enemigos. No refuerza las murallas ni engrandece los castillos. El amor no tiene utilidad en las vastas llanuras y los recónditos montes de la tierra de Arland, así que está prohibido. Ha sido negado para siempre y eso todos lo saben.
Y ahora, mientras se detiene frente al muro de la Torre del Espino, mientras sonríe a la negra piedra, de espaldas a una multitud que ha cejado en su intento de hacerse oír y contiene la respiración, el rebelde también lo sabe.
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La Torre del Espino es el centro de Arland. Su piedra es negra y antigua, su altura es casi infinita. Dicen que ni los cuervos habitan en ella, dicen que ningún ser humano o animal se atreve a posarse en ella demasiado tiempo, dicen que hasta los dioses se niegan a llorar o reír sobre ella.
Pueden decir lo que quieran. Nadie ha traspasado el umbral de la Torre del Espino. Nadie lo ha intentado jamás. Nadie salvo el rebelde. Y el rebelde sonríe mientras se detiene un instante en su camino hacia el patíbulo.
La Torre es el centro de Arland porque es el lugar en el que se encuentran sus leyes. Unas leyes tan antiguas como la tierra que rigen, unas reglamentaciones tan inmutables como la piedra en la que están cinceladas. Un encima de otra, en una oscura superposición de principios sin finales, de órdenes sin respuestas, de obligaciones sin recompensa.
Pero nadie ha subido tan alto como para leerlas todas, como para fijar su mirada en las palabras grabadas en la piedra angular del arco más alto, en el bloque que remata la almena más elevada. Dicen que sólo un halcón, que vuela incansable en círculos sobre el baluarte, ha leído la primera de las reglamentaciones, aquella que prohíbe amar. El halcón y el rebelde.
Todos saben que el rebelde intentó entrar en la torre y todos saben que la torre no tiene puertas ni ventanas, tragaluces ni sumideros. La torre está cerrada y siempre lo estará. El Señor de Arland no permite que sea de otro modo.
Pero todos saben que el Rebelde intentó entrar en ella. Imaginan que escaló la dura y fría piedra con sus propias manos. La torre tampoco tiene asideros para cuerdas o cadenas. Imaginan que ascendió con los dedos sangrando y las rodillas desolladas del roce contra los oscuros muros.
E imaginan que llegó a lo alto, leyó La Primera Orden, y entró. Por eso callan cuando sonríe, por eso contienen el aliento cuando el rebelde aparta las caricias de las hojas otoñales y se gira para enfrentar sus miradas ansiosas de muerte y espectáculo. Ávidas de patíbulo.
Creen que el rebelde sabe y por eso sonríe. Y el rebelde sonríe porque sabe que ellos creen que sabe y él sabe que no sabe. Ascendió sangrando y riendo hasta lo más alto del muro y se sentó a horcajadas sobre La Piedra de la Primera Orden, pero no la leyó. No le importaba. Él quería entrar.
Cuando se vuelve hacia la multitud, él sabe que nunca penetró en los secretos de La Torre del Espino. Intentarlo le ha costado la vida. Lograrlo le hubiera costado el alma.
La sierpe humana que acompaña al espectáculo de la muerte se detiene y suspira cuando el rebelde se gira, dando la espalda al muro, a la piedra que, en la base de la torre, contiene La Última Ley grabada con un cincel y un martillo de oro. La Última Ley. Aquella que todo condenado debe leer.
Creen que será rebelde hasta el final y se negará a hacerlo. Pero de nuevo se equivocan. El Rebelde habla con una voz tan tranquila como lo ha sido su sonrisa; con un tono tan reposado como lo ha sido su caminar entre las caricias de las muertas hijas del otoño.
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“Toda sentencia a muerte la ejecutará el verdugo, al pie de la Torre del Espino, atravesando en el pecho y el vientre al sentenciado, causándole la herida en el cuerpo y el alma que le arranque la vida”
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Y el rebelde calla. Y la multitud comprende. Comprende porqué no tiene que leer cómo se ejecutará su sentencia. Comprende que siempre supo que ese sería su castigo. Comprende que siempre supo que su rebelión estaba llamada a la derrota.
Y el murmullo se transforma en alarido cuando descubren que esa comprensión les lleva a una incomprensión aún mayor. Les lleva a desconocer los motivos del rebelde. En una tierra que no ama, los motivos del amor son siempre un acertijo indescifrable.
Pero el alarido se congela en los rostros, como el amor se congeló hace eones en las tierras de Arland. Se detiene y muere cuando aparece el verdugo.
Surge de entre las sombras, de donde no debería haber nadie, de donde no debería surgir nadie. Algunos dicen que habita en la torre y entra y sale de ella por antiguos arcanos olvidados hace tiempo. Tan olvidados que hasta el más viejo terrón de la tierra de Arland ha olvidado que los ha olvidado. Otros dicen que es el halcón que revolotea siempre sobre la torre sin posarse. El Rebelde conoce la verdad, él si la conoce, por eso ha de morir. Por eso sonríe.
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- No dolerá, será rápido – la encapuchada voz del verdugo es dulce. Como debería ser la voz de una amante. Como debería ser la voz de un esposo. Como debería ser la voz del amor-.
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- ¿Cómo lo sabes? – la voz del rebelde es triste. Como debería ser la voz de una viuda, como debería ser la voz de un pretendiente rechazado. Como debería ser la voz del dolor-.
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- He matado a otros y no ha habido dolor
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- Pues yo he muerto antes y siempre lo ha habido.
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- No conmigo. Yo mato sin dolor.
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- Eso está bien –y la voz se transforma en sonrisa- ¿Moriste con aquellos a los que mataste?
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La espada del verdugo se clava dos veces en la tierra de Arland, el reino donde el amor está prohibido.

viernes, septiembre 01, 2006

LA ESTABILIDAD EN LA MISERIA

El mundo es maravilloso. España es maravillosa. Ya hay 800.000 personas más en nuestro país que disfrutan de las maravillosas posibilidades que da tener un contrato fijo.
Lo cual está muy bien. Casi un millón de españoles más están en las estadísticas de los que viven tranquilos, sin precriedad en el trabajo y pudiendo mirar al futuro con los amplios horizontes de esperanza que les da el hecho de saber que tienen asegurado de por vida un mágnifico sueldo que oscila entre los 600 y los 1.000 euros mensuales.
¿Pero a quien pretendemos engañar?. La estabilidad laboral es un bien relativo no un valor absoluto. No se puede vivir con los sueldos que se pagan en nuestro país. Con la mayoría de los sueldos, rectifico. Personas con dos idiomas, un titulo universitario superior y cinco años de experiencia ganan 1.000 euros al mes. Pero ahora tienen que estar contentos: son estádisticas fijas en la lista de la remuneración miserable.
Ahora podrán pedir a los bancos su prestamo para comprar su vivienda de un puñado de metros cuadrados por 60 millones y los bancos se lo darán porque tienen un contrato fijo. Los precios de los pisos no bajarán, los tipos de interés seguiran subiendo y el IPC continuará su imparable camino hacia la variable infinita del crecimiento. Pero hay que alegrarse, cuando acaben de pagar su casa, a los sesenta años, durante cinco años hasta su jubilación tendrán 1.000 euros para dedicarlos a lo que quieran. Si es que han conseguido sobrevivir sin comida y sin ocio hasta entonces.
Y tampoco las tienen todas consigo. Los 800.000 nuevos hijos de la Santa Hermandad de la Fijeza aún deben esperar para relajarse. Si un jefe o una jefa se cansa de darse cuenta de que su ayudante sabe más que él; de que su asistente entiende mucho mejor lo que le dicen sus clientes alemanes o de que su secretaria no le lleve café y se encargue de sus citas personales -o incluso de que se convierta en una de esas citas- siempre puede despedirle. ¡No podemos quitarle a los empresarios el derecho a despedir por motivos improcedentes!
Y lo harán por la relevante cantidad de 33 días de sueldo por año trabajado. O sea que si se cansan dentro de doce meses de todos esos insoportables desplantes de sus subordinados o si encuentran algún amigo o familiar que les resulte más grato o si alguien que hable tres idiomas y tenga dos carreras para ocupar ese puesto, tendrán que soltar de sus abultados bolsillos de ganancias la estimable cantidad de 1.100 euros en el caso de un profesional cualificado y 660 si es un trabajador sin cualificación. ¡Ahora se lo pensarán dos veces!
Así que todos tenemos que estar tranquilos. Y lo pero es que todos lo estamos. Nadie protesta, nadie se mueve. Nadie quiere salir en la foto.
¿Quieren una reforma laboral?
Modifiquen la ley y obliguen a que el despido improcedente lleve aparejada la readmisión de forma obligatoria y sea el trabajador el que elija entre ella y una indemnización realmente draconiana. ¿una persona puede pedir millones por los daños psicológicos que le ha producido que una institución pública haya rechazado sus reclamaciones por el ruido durante años y los jueces se los otorgan y las empresas pueden dejar a alguien sin vida, sin futuro y sin esperanza por 33 euros por año trabajado?
Cambien la ley y obliguen a que, en caso de quiebra, los trabajadores sean los principales acreedores de la empresa y no sus clientes. Limiten los expedientes de regulación de empleo a las situaciones de quiebra financiera de las empresas. Congelen las cuentas de beneficios de las empresas en situación de regulación de empleo y eviten que los empresarios desaparezcan dejando deudas en las nóminas.
¿Quieren ser originales? Impidan a los empresarios que han hundido una empresa a abrir otra a la semana siguiente. Limiten los beneficios de los accionistas en favor de las pagas de beneficios de los trabajadores que, por si alguien no se ha dado cuenta, son los que generan esos beneficios. y establezcan tablas de salarios reales por las cuales no se pueda contratar a un profesional determinado por debajo de un salario determinado ni por encima de una retribución determinada. Hagánlo y revisen los contratos uno por uno negando los que no lo cumplan.
Conozco una empresa en la que hay una diferencia de 1.000 euros entre la remuneración de dos personas que hacen el mismo trabajo -y los dos son hombres, no utilicemos lo del sexo- y en la que una secretaria cobra 700 euros menos que otra y hace siete veces más trabajo -Soy un demonio y no se me ocurren muchas cosas no relacionadas con algún que otro pecado capital para justificar esa diferencia-. (Seguro que algunos de vosotros también conoceis esa empresa, ¿verdad?). Salvar vidas diariamente en un quirófano puede justificar ganar 8.000 euros al mes, pero intentar sin éxito vender programas basura a las cadenas de televisión no. No lo justifica bajo ningún concepto.
La estabilidad en el trabajo no nos sirve de nada. Los contratos fijos no sirven de nada cuando los sueldos tienen esa misma tendencia a la estabilidad y no suben nunca. Necesitamos saber que vamos a tener futuro, eso cierto y a eso contribuyen los contratos fijos, eso no se puede negar. Pero necesitamos saber que esa estabilidad no es puro determinismo que nos va a llevar a estar en la misma situación de miseria salarial durante el resto de nuestra vida laboral.
Rompan el imperio de los 1.000 euros y dejaremos de ser cifras estables en la injusticia y la miseria.
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Y ¿nosotros decimos algo? ¡Por supuesto que no! Pero eso es otro asunto

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