martes, agosto 22, 2006

CSI Galdar (Gran Canaria)

Mata a su mujer y se suicida tirándose desde un puente en Gran Canaria
AGENCIAS. 02.08.2006 - 14:33h


Un nuevo caso de Violencia de Género, de la mal llamada Violencia de Género, sacude una vez más los titulares de la prensa. Y digo bien los títulares, porque el caso numero 49 de mujeres muertas a manos de sus parejas o de sus ex parejas se queda en eso en un titular. Tan falso como sólo puede serlo un titular.
No es que aquí abajo, en el infierno, hayamos recibido al suicida y nos haya contado una versión que desmienta a la de la Guardia Civil del municipio canario de Galdar, donde ocurrieron los hechos, es que los chicos de los tricornios se desmienten a si mismos.
Según puede leerse en el cuerpo de la noticia que difundió la Agencia EFE -Sí. Los cuerpos de las noticias están también para ser leídos, no para rellenar el espacio entre el tiutlar y la publicidad-, Un hombre de 40 años se quitó ayer la vida tirándose desde un puente tras acabar, presuntamente, con la de su mujer, cuyo cadáver fue encontrado en el domicilio familiar por agentes de la Guardia Civil con señales externas de violencia en el cuello.
El presunto agresor ha sido identificado como Antonio Javier R.T., de 40 años, y la víctima como María del Rosario D.P.S., de 34, informó hoy el instituto armado en un comunicado. Sobre las 20.15 horas de ayer, Antonio Javier se arrojó al vacío desde un puente situado en el barranco del Juncal, en el municipio grancanario de Gáldar.
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Hasta aquí todo parece coherente, incluso para un comunicado de la Guardia Civil, que todo periodista sabe que tiene una tendencia casi compulsiva a la incoherencia en la redacción. El agresor, que lo es por ser hombre, mata a su mujer sin motivo aparente, sólo por el hecho de ser mujer y luego, con la cobardía propia de todo hombre maltratador, se arroja por un puente para evitar que el peso de la ley caiga sobre él. Pero seguimos leyendo -sé que es un esfuerzo inhumano pero, al fin y al cabo, yo soy un demonio y estoy en el mundo para torturar a los humanos-.
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Cuando llegaron al domicilio en el que vivía el matrimonio, los agentes encontraron a un menor de 8 años, el único hijo de la pareja, quien les contó que sus padres habían discutido esa tarde y que, posteriormente, él había salido de la casa para jugar con sus amigos en la calle. El niño aseguró que momentos después de la discusión conyugal su padre salió, cogió el coche y se marchó, mientras que su madre permaneció en la vivienda, aunque no contestó a la puerta las veces en que el niño, desde la calle, tocó para entrar.

Resulta ciertamente increible que un niño de ocho años salga a la calle como si tal cosa a jugar después de que sus padres entablen una discusión que acarrea el estrangulamiento de uno de ellos. De hecho, si hemos de aternernos al relato, el niño cogió la puerta y se marchó a jugar mientras su padre estrangulaba a su madre y se quedó tan tranquilo. Cualquiera que sepa algo de violencia doméstica sabe que los niños se paralizan ante ese tipo de situaciones y se refugian en la parte más oscura de sus casas y sus mentes para librarse de esa visión. No cogen su bocadillo de nocilla y se van a jugar como si tal cosa.
A lo mejor es que el niño, que no olvidemos es varón, ya ha sido asiestrado por su padre maltratador en despreciar el sufrimiento de las mujeres o a lo mejor es que la discusión no era nada del otro mundo, no era el preludio de un rapto machista de violencia gratuita contra las mujeres. Pero hagamos un esfuerzo más y sigamos leyendo
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Ante la sospecha de que a la mujer pudiera pasarle algo, los agentes accedieron al interior del inmueble por una ventana y comprobaron, una vez dentro, que la puerta del baño estaba cerrada con pestillo. Al constatar que nadie respondía a sus llamadas, los agentes forzaron la puerta del baño y hallaron el cadáver de la mujer, a la que encontraron tendida en el suelo con marcas externas de violencia en el cuello. Los primeros indicios apuntan a que María del Rosario D.P.S. murió por asfixia.
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Aquí llega lo rocambolesco del asunto. Lo que convierte el titular en algo mucho peor que un error. En una manipulación voluntaria y gratuita en busca de un objetivo. No es que por estos lares se estile mucho el modo CSI de investigación, pero no hay que ser Grisom para darse cuenta que los muertos no cierran los pestillos del cuarto de baño y que si el cadáver está encerrado solo en una estancia cerrada por dentro y ha sido asesinado, su asesino debería permanecer junto a él.
Constatada la incapacidad de un cadáver para cerrar pestillos , ha de suponerse que la puerta se aseguró antes de que la mujer muriera, con lo que su asesino no habría podido salir o no habría podido entrar en la estancia. En el primero de los casos no habría podido de ninguna manera tirarse por un puente, en el segundo supuesto no habría podido estrangular a su esposa. En cualquiera de los dos casos no hay asesino machista sanguinario.
Entonces ¿A que viene el titular?. La Guardia civil no es famosa por sus dotes deductivas y de investigación -aunque ciertamente las tiene en algunos campos específicos- y se entiende el error de apreciación del comunicado. Pero un periodista lo es por algo, debe serlo por algo y ninguno que se precie puede pasar por alto el dato del pestillo ¿Por qué entonces no cuestionar la versión de la Guardia Civil?
No puede decirse que la prensa española trate con especial reverencia los comunicados de las fuerzas del orden. Se escrutan con lupa y se encuentran cientos de contradicciones cunado algún detenido muere misteriosamente en una comisaria; cuando algún inmigrante es retenido o golpeado ilegalmente; cuando a alguna unidad de intervención -los siempre impresionantes antidisturbios- se le va la mano en sus cargas contra okupas o huelguistas.
Pero en un error tan claro, tan flagrante, todo el mundo lo ignora. Yo sólo tengo una respuesta. A todo el mundo le da igual la verdad en este tipo de casos. Buscan que ocurra lo que quieren que ocurra. Que los hombres sean perversos y las mujeres víctimas.
Para la Guardia Civil la culpabilidad del marido es una ventaja. Evita una investigación y además su error no trae consecuencias funestas. Al fin y al cabo el responsable ya está muerto.
Para la prensa en cuestión es un titular sencillo que vende y que ahonda en una realidad trágica y existente, pero engrandicida por los mismos medios de comunicación para conseguir mayores tiradas y mayor número de lectores y espectadores.
Para las asociaciones feministas de defensa de la mujer es un motivo más para justificar su existencia y sus asignaciones y subvenciones millonarias públicas y privadas.
Cuando la tranquilidad, el esfuerzo, y el dinero están en juego, la verdad pasa siempre a un segundo plano. ¿A quien puede importarle que un niño de ocho años sepa la verdad de porqué y cómo murieron sus padres? ¿A quién le importa que crezca creyendo que su padre era un maltratador y un aseisno?. Obviamente a nadie. Dinero manda.
Tres días después se practica la autopsia de la mujer. No hay constancia periodística de ella. Se supone que, pese al suicidio, la fiscalía de la audiencia provincial correspondiente tiene que abrir una investigación y llegar a unas conclusiones. No hay constancia periodística de ellas. La Benemérita tiene que elevar un informe escrito al juez. No hay constancia periodística de él. Pero la víctima número 49 en 2006 de La Violencia de Género ondea ya en las banderas de aquellas que han hecho del trágico sufrimiento de unas pocas su forma de vida y que magnifican el problema sólo para medrar.
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Ya puestos a sufrir terminemos de leer la noticia.
La mujer nunca lo había denunciado por malos tratos ni constaba sobre el hombre orden de alejamiento alguna. Sus vecinos nunca escucharon discusiones entre ambos y se mostraron hoy consternados por el suceso, ya que para ellos la pareja era "estupenda y muy normal".
¿No cabe la posibilidad de que no hubiera denuncias porque no había malos tratos? ¿No cabe la posibilidad de que las gentes que les conocían acierten y, como pareja, no tuvieran problemas? ¿No cabe la posibilidad de que su muerte tenga otra explicación?
La respuesta a todas esas preguntas es, indefectiblemente, "no". Si fuera sí daría demasiado trabajo a unos y quitaría demasiado trabajo a otras y ninguna de las dos cosas pueden consentirse.
¿No hay bastante con lo que hay como para querer inventar más?

1 comentario:

Anónimo dijo...

Un hombre maltrata a una mujer, y puede parecer normal... Una mujer maltrata a un hombre, y seguro que le tachan de calzonazos...

Gracias, por abrirnos los ojos, aunque no siempre se desarrollen así los hechos.

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