lunes, julio 31, 2006

Sílice, mente y prioridad de ejecución

Se nos acumula el trabajo.
Nuestras mentes y nuestras almas se encuentran abocadas a un ejercicio de saturación, como lo han estado siempre. Tenemos demasiadas cosas en las que pensar, demasiadas cosas sobre las que reflexionar y decidir.
Y en la ilógica lógica que impone el mundo actual, que imponen los ritmos y los sistemas de vida occidentales, hemos llegado a la solución, a la conclusión final, de que la única posibilidad de convivir con esa saturación de obloigaciones mentales es la eliminación. Hemos convertido nuestras mentes y nuestras vidas en microprocesadores informáticos.
Según parece, según nos movemos y nos comportamos, todo es una cuestión de prioridades. Debemos centrarnos en lo importante, en lo que realmente resulta esencial para nuestras vidas. Esa es una herencia, otra más, del pensamiento humanista, del sentimiento ilustrado, que atravesó occidente hace unos cuantos siglos como un fresco viento del norte. Otra herencia dilapidada; otro mayorazgo pervertido y convertido en parcelas ínfimas que se subastan al mejor postor.
Nuestra mente prioriza, nuestra vida prioriza, nuestros comportamientos y nuestras actitudes priorizan, pero, como hacen las mentes de sílice de los ordenadores, no somos capaces de modificar ese orden de prioridades una vez que ha sido establecido. Repetimos nuestra prioridad una vez y otra, dejando colgadas, en suspenso y sin memoria suficiente para ser ejecutadas al resto de las labores a las que deberíamos destinar nuestras fuerzas y nuestros cerebros. Somos incapaces de elevarnos por encima del mito de la multifunción de los ordenadores.
.Y el vicio, la verdadera perversión de ese sistema de prioridades, no está en el sistema en sí, no está ni siquiera en la incapacidad manifiesta de todos nosotros de dedicar nuestra mente a dos actividades intlectuales al mismo tiempo. El auténtico error está en la unidad de medida que hemos colocado en primer lugar de esas prioridades: Hemos reinstaurado el imperio del yo solitario.
Lo que es válido, respetable y efectivo para la vida personal; aquella necesidad de nosotros mismos que es, en muchos momentos, imprescindible para recordarnos como personas, ha sido elevada al rango de ley absoluta en todas las facetas de nuestros procesos mentales, en todos los trabajos que nuestro ordenador personal biológico debe procesar.
La sociedad occidental vive encadenada a la necesidad de la independencia del yo, a la imposibilidad de concevirse como parte de algo; a la pérdida de la humanidad como sentimiento colectivo.
Y es, curiosamente, esa imposibilidad de procesar al colectivo como algo prioritario lo que nos hace formar "colectivos" en los que integrarnos, lo que nos obliga a crear el mayor número posible de entidades comunes para poder formar partes de ellas.
Activistas y mujeres comprometidas se desgañitan gritando en favor del colectivo de mujeres. Pero en realidad tal colectivo no existe. Es imposible encontrar un punto en comun entre Ivanna Trump, Jessica Alba, Carmen Laforet y Ana Botella. Pero el colectivo femenino tiene que existir porque así todas las mujeres formarán parte de algo per se, sin necesidad de compromiso alguno, sin necesidad de variar el orden de prioridades de sus microprocesadores neuronales y llevarlo de sus personas individuales a un ser verdademente colectivo y social.
Es sólo un ejemplo. Las asociaciones de inmigrantes, los colectivos okupas, las asociaciones de víctimas, las confederaciones de padres, los colectivos gais, las asociaciones de minusválidos... No son homogeneos, no tienen los mismos problemas, no plantean las mismas soluciones, pero siguen clamando tras sus banderas - sean blancas, verdes, arcoiris o rosas- para no tener necesidad de abandonar su prioridad personal.
La reclamación no es una reclamación colectiva, es una reclamación personal disfrazada de colectiva: "Formo parte de ese colectivo porque mi naturaleza o mi decisión me ha llevado a formar parte de ello. No reclamo, no reivindico, no exijo para otros. Lo hago exclusivamente para mi". 
 El mensaje de error de nuestros microprocesadores repite esta letanía una y otra vez y nosostros nos limitamos a cerrar la ventana de aviso que abre y seguir adelante con nuestras labores.
Quinientas personas mueren en una semana en Libano víctimas de los bombardeos de los locos hacedores de Sión, pero ninguna de esas asociaciones, colectivos y confederaciones que, en teoría tienen en su esencia fundadora el deseo de libertad y de justicia, levanta su voz. Es muy posible que les parezca injusto, insoportable y cruel, pero su microprocesador no permite que esa tarea se anteponga a lo que han priorizado: a la defensa de ellos mismos.
Pero eso sí. Israel prohibe a un transexual participar en Eurovisión y se organizan protestas y manifestaciones; la ONU publica en un informe que el 60 por ciento de las mujeres musulmanas continuan llevando chador y se organizan mesas redondas, jornadas y protestas. Lo mismo pasaría si el gobierno Israeli o palestino afirmara que no tiene dinero para atender a los minusválidos o amenazara con acabar para siempre con los zorros del desierto o los caballos alazanes.
Occidente raya en el absurdo absoluto de reclamar lo superficial como si fuera esencial y sustituir lo esencial por el silencio. Hemos cambiado lo importante por lo prioritario.
Y mientras, la actividad política languidece; Los partidos políticos se suman al carro de los colectivos y algunos hasta recuperan el concepto colectivo más absurdos de los que ha generado el pensamiento humano para que todos podamos sentirnos parte de algo sin necesidad de dejar de ser esclavos de nuestra pioridad del yo: La nación no exige un cambio. Soy lo que soy por el lugar en el que he nacido. Mi prioridad de mi mismo no se siente atacada ni demorada por defender la nación -una, grande y libre, por supuesto-.
.La actividad sindical yace rodeada de las bonitas flores de los discursos del primero de Mayo y falsas huelgas generales en defensa del empleo. Pero los trabajadores no protestan porque ya tienen trabjo; los parados no reclaman porque eso no les garantiza un puesto. Nadie que toiene trabajo lo pone en peligro por los demás. Nadie exije justicia para los otros.
Todo lo que se ideo y se desarrollo como formas de lucha y compromiso con los otros, con la humanidad, se encuentra aparcado, crugiendo y crepitando en el segundo plano de nuestros cerebros sin recibir demesiada atención. Como un programa minimizado en la placa base de un viejo 486.
Y lo más grave es que la mayoría de nosotros lo pensamos, pero nuestro sistema de prioridades hace que seamos incapaces de proyectarnos más allá de nosotros mismos en beneficio de los demás, exclusivamente de los demás.
Y lo que es peor, no queremos que los otros lo hagan. Las asociaciones de mujeres no aceptan hombres; las asociaciones de homosexuales no integran heterosexuales; los colectivos de minusválidos no quieren a no minusválidos entre sus filas.
Si permitimos que nos ayuden quizás nos exijan reciprocidad y eso nos haría tener que volver a programar nuestro disco duro cambiando el orden de prioridades: Colocando a los demás al mismo a nivel que a nosostros mismos.
Encadenados a la maleta de nuestras propias prioridades y siendo reos de nuestro propio yo, inventamos la solidaridad para evitar el compromiso político y social. Nos vinvulamos a aquellos a los que ayudamos porque eso hace que sean nuestros, que formen parte de nuestro yo. Apadrinamos niños porque eso los vincula a nosotros, acogemos sahaguis porque eso los acerca a nosotros. Somos incapaces de arriesgarnos por el simple hecho de que alguien completamente extraño, completamente desconocido, completamente distante necesite en justicia esa ayuda, aunque nosotros no ganemos nada con ello, ni afectiva ni objetivamente. Mucho menos vamos a aceptar la necesidad de nuestra participación en reivindicaciones o luchas que nos van a hacer renunciar a algo.
Occidente se ha encerrado en la prioridad. Y el ordenador de sus acciones la mantiene siempre en primer plano. Se venden quince veces más libros de autoayuda que de sociología y la explicación es sólo una: La única prioridad del hombre y la mujer occidental es el mismo, sin ambajes, sin restricciones, sin posibilidad de replica.
No queremos ser grandes sintiendonos parte de algo grande -salvo en los arranques más viscerales del nacionalismo y deportivismo-. Sólo queremos ser grandes por nosotros mismos, en nuestro único orbe individual y personal. Y eso hace que sólo encontremos dos maneras de hacerlo: con el dinero y con la fama. La televisión, las revistas y las radios se nos pueblan de seres pseudopensantes que ansían la fama per se como forma de engrandecerse a si mismos y la vida se nos llena de personas que esperan el éxito, la estabilidad y el progreso económico para empezar a vivir. Si nuestra prioridad es el yo sólo desde el yo podemos ser grandes. Nunca nos sentiremos grandes por parar la guerra de otros o por evitar la miseria de otros. La auténtica grandeza de la humanidad es hoy en dia un abrigo de caridad o solidaridad que nos ponemos un par de veces por año.
Hemos conseguido el refugio seguro para evitar que nuestros procesos mentales, cognifivos y reflexivos nos obliguen a arriesgarnos sin ganar nada. Nuestra mente tiene el cortafuegos perfecto que evita que el virus del compromiso ético con los demás la invada y la obligue a realizar procesos diferentes a la potenciación, defensa y engrendecimiento de nuestro propio yo.
Nuestra vidas son un titular del Cosmopolitan en lugar de un capítulo de Germinal.

miércoles, julio 26, 2006

Adonay encadenado

En los últimos días circula por la red una de esas cadenas virtuales que se suponen que no deben romperse. Y ¿cual es el tema y propósito de la misma? Pues ni más ni menos que proteger al pueblo de Israel en estos días de tribulación.
Los que han ideado esta cadena parecen ignorar que la tribulación la han iniciado ellos y que ellos son los responsables de todo lo que está sucediendo en estos días y en los días anteriores que antecedieron a esta, por una vez inominada, operación militar sobre El Libano.
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Recurren ni más ni menos que al salmo 121 que dice literalmente:
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Elevare los ojos a las montanas de donde vendrá mi ayuda.
Mi ayuda proviene de Ado-nay, hacedor del cielo y la tierra.
No dejara resbalar tu pie, ni se adormecerá el que te guarda.
He aquí que no se adormecerá y no se dormirá el guardián de Israel.
Ado-nay es tu guardián. Adon-nay es tu sombra sobre tu diestra.
De día el sol no te herirá ni la luna de noche.
Ado-nay te cuidara de todo mal; cuidara de tu alma.
Adon-nay cuidara tu salida y tu entrada desde ahora hasta la eternidad.
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No sé como alguien puede atreverse a iniciar una cadena que solicita protección para aquellos que perpetran un continuado e indiscriminado terrorismo militar. Y lo que menos entendiendo es que se atrevan a mandarlo a gente que no forma parte de su comunidad de sionismo y teocracia, que justifica cualquier acción del Estado de Israel en aras de la voluntad de su dios.
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No quiero insultar a los que entonan el salmo 121 en sus rezos judios o cristianos, pero a aquellos que han iniciado esta cadena les recomendaria que, cuando eleven los ojos a las montañas, lo hagan en dirección a Los Altos del Golán, ilegalmente invadidos desde hace casi medio siglo. Cuando piensen en el creador del cielo y tierra descubran que el cielo no se creó para que volaran sus misiles, ni la tierra para que estallaran en ella. Cuando sientan resbalar su pie piensen que sea quizás en un charco de sangre de algún inocente o de alguien que pelea por su independencia.
Cuando sientan que sus guardianes no se adormecen, recuerden que fueron los torturadores del Mossad los que invertaron la tortura del sueño y cuando reciten que no se duerme el Guardían de Israel piensen que no lo hace porque escucha los llantos del los niños y los gritos de los moribundos y porque su conciencia le recuerda constamente que los gobernantes de su pueblo son un hatajo de asesinos.
Si Adonay, su señor, evita todo mal, los días de Israel están contados. Piensen en lo que están haciendo, lo que han hecho a lo largo de la historia y lo que planean a hacer y se darán cuenta del motivo por el cual su dios les abandonó hace tiempo.
La cadena está rota. Recurrir a Adonay no hará que su causa sea justa. No evitará los rugientes Gehennas de sus conciencias.

lunes, julio 24, 2006

La Liberación de Amila

Amila tenía un apellido pero nunca lo supe.
Nunca lo supe porque la conocí en mitad de una guerra. Una guerra que los suyos estaban condenados a perder pero en la que seguían luchando.
Amila tenía una boca y una nariz pero apenas vislumbré atisbos de ellas porque, cuando no estaban tapadas con el Kaffir de combate, estaban cubiertas por un vaporoso velo negro.
Amila tenía una banda coránica que rodeaba su cabeza, como la tenían todos sus compañeros de Hezbollah y en la suya podía leerse: Allah creo a la mujer para ordenar el mundo.
Amila era capaz de montar un AK-46 en menos de 45 segundos. Era capaz de besar a un hombre en el cuello -por fortuna a mi- en mitad de la calle Hamra sin que se diera cuenta de que se había acercado. Amila mandaba un grupo de cincuenta hombres con el mando más férreo que se había conocido desde los tiempos del Califa. Todos la obedecían. Su nombre de combate había sido inventado para ella. Amila era jalīfahia (la califa).
Pero Amila hablaba siempre a través de la seda negra de su velo; reía siempre a través de la seda negra de su velo y gritaba sus órdenes a través del paño duro de su pañuelo de combate. Amila luchaba por la libertad de su pueblo y la libertad de su creencia. Luchaba por el futuro. Amila era una mujer palestina en medio de una guerra, haciéndo lo que todo palestino se ve obligado hacer en medio de esa guerra: sobrevivir y pelear.
Amila nunca se enfadaba con nosotros, a los que ella llamaba sus al-liŷâmdi (caballeros) de occidente, pero un día nos gritó. Se enfadó cuando le preguntamos por qué no se quitaba el velo, que por qué ella, que era una guerrera, que hacía por Palestina mucho más que muchos hombres, seguía conservando esas construmbres arcaicas.
Señaló a la línea de ruinas y escombros que dividia el Beirut cristiano, bajo control druso y supervisión Israelí, del Beirut musulman, bajo supervisión Siria y control de Hezbollah y habló en el inglés más duro que mis oídos recuerdan. Luego pasó al árabe y su lugarteniente nos tradujo: "Ahí he enterrado a dos esposos. Los dos los buscaron mis padres para mi. A los dos los quise. Mi padre me llama Shiarya (pequeña luz) ¿Creeis que habría cerrado esas bodas si yo no quisiera a esos hombres?. Teneís que aprender como funcionan las cosas". Amila tenía 27 años.
"Nuestras tradiciones son nuestras y las llevamos con orgullo. No podéis venir aquí a quitárnoslas porque cuatro mujeres de vuestro país digan que son malas. Igual que Israel no puede quitarnos nuestra tierra. Somos libres, llevamos lo que queremos y estamos orgullosas de hacerlo".
Nunca he vuelto a preguntar a una mujer árabe porqué lleva velo. He aprendido que son fuertes, mucho más fuertes que cualquier otra mujer del mundo. El día en que cualquiera de ellas quiera quitarselo se lo quitará. Y su hombre ni siquiera pensará en impedirselo.
Vi a Amila durante ocho meses más. Vi sus ojos y escuche su voz através del negro sedoso de su chador y del ensordecedor estruendo de las armas.
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El 25 de julio de 1993 las bombas de la operación "Ajuste de Cuentas" cayeron sobre el valle de La Becá. Cerraron los ojos de Amila y enmudecieron sus labios bajo su pañuelo de combate.
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Afortunademente, uno de sus "caballeros" tenía un arma infalible contra el tiempo y pudo retratar la velada belleza de Amila en su aspecto más guerrero. Hoy en día, hay un periódico que todavía reproduce esa foto cuando habla de la mujer en Palestina.
Nadie más que Amila luchó por la libertad de la mujer en Palestina, porque nadie más que Amila luchó por la libertad de Palestina con velo incluido. Vivir es comprender.
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Amila vuelve a mi cada 25 de Julio. No te hubiera querido más, Shiarya, si hubiera contemplado tus labios. No te hubiera admirado más, jalīfahia, si hubiera visto tu naríz. Tu fuerza y tu libertad nada tienen que ver con tu chador. Allah Yahfasla (Allah te guarde)

viernes, julio 21, 2006

Sem no nació en Sion

Ya ha empezado.
Un empresario judío acusa a Zapatero de ser antisemita. ¿Por que? Por criticar que Israel está bombardeando inmisericordemente Libano y mantando a civiles a diestro y siniestro.
Ya vuelve a identificarse el sionismo con el judaismo racial y religioso y por tanto el antisionismo con el antisemitismo.
Todo esto exige matizaciones, muchas matizaciones, infinidad de matizaciones: De hecho exige una negación frontal
Como buen demonio se algo de historia bibicla así que contemos un cuento:
Despúes de ser expulsados del paraiso Adan y Eva se dedicaron a aquello que les había ordenado Dios o sea a multiplicarse. Como pese a ser los primeros, o quizás por ello, tenían más juicio que sus descendientes religiosos -o quizás porque utilizaran algún metodo anticonceptivo desconocido que ningún ángel del cielo les prohibió- sólo tuvieron un hijo Sem.
De lo que se deduce que: todos los gentiles descendemos del malo Cain que se cargó a Abel antes de que pudiera depositar semilla alguna en el mundo. Y los judíos, el pueblo elegido, desciende de Sem -que tampoco se tiene muy claro sobre quien deposito su semilla dada la escacez de población femenina del momento-. Generaciones después el pueblo de Sem se escinde y por un lado van los descendientes de Abraham (los judios) y por otro los de Ismael (los árabes).
Y esto es lo gracioso. Si vas al diccionario de la Real Academia de la Lengua se puede leer:
Semita: Según la tradición bíblica, descendiente de Sem. 2.
adj. Se dice de los árabes, hebreos y otros pueblos. 3. adj. Perteneciente o relativo a estos pueblos.
De lo que se deduce que tanto los descendientes de Abraham, como los de Ismael son semitas. Por tanto Arabes y Judíos son semitas. Por consiguiente no se puede ser antisemita por apoyar a árabes o a israelíes cuando se enfrentan entre ellos porque ambos son pueblos semitas.
Pero claro, la naturaleza excluyente del "Pueblo elegido de Dios" olvida las palabras de su propio libro sagrado cuando le conviene.
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Para saber por que el antisemitismo y el antisionismo no son lo mismo habrá que saber qué es el sionismo. El sionismo no tiene nada que ver con la condición racial de los judíos. Es simple y llanamente una aspiración política.
El diccionario de la lengua española lo explica claramente una vez más.
Sionismo: 1.Aspiración de los judíos a recobrar Palestina como patria.
2. m. Movimiento internacional de los judíos para lograr esta aspiración.
Asi que ¿se puede ser antisionsita, es lícito, democrático y todo eso? la respuesta es si: Se puede pensar que los judíos no tienen derecho a reclamar toda Palestina como su patria sin por ello caer en odiar a los judíos por su condición racial. Es mas, siendo estrictos, puesto que árabes y judíos son semitas, lo menos antisemita sería defender que se dividieran Palestina entre ambos (tierra en la que también se supone que moraron Ismael y sus descendientes desde el principio de los tiempos). Y como muestra de que esas ideas son posibles baste el botón que supone esta foto (por si no se nota, el que porta la pancarta es un rabino judío, con dos dedos de frente, eso si, pero un rabino judío).
Condenar el antisionismo como un sentimiento racista y xenófobo, equiparándolo al antisemitismo, es tan absurdo como que Gran Bretaña pretendiera que España es antianglosajona y xenófoba por negarle el derecho a mantener el control de Gibraltar o que se afirmara que la Comunidad Internacional es racista con los negros porque impida que el gobierno etíope se anexione Eritrea. El sionismo es una teoría política y por tanto es perfectamente lícito estar en contra de ella.
Todos aquellos, incluidos embajadores israelíes, politicos del PP y empresarios judíos que acusen a cualquiera de ser antisemita por oponerse a la teoría sionista del Estado de Israel, no sólo no tienen ni idea de español, sino que además son unos manipuladores y unos mentirosos malintencionados.

jueves, julio 20, 2006

El ciclo de Sion (2)


Supongo que los bolgs están para hablar de la insoportable levedad del ser y todas esas cosas profundas de las que no nos atrevemos a charlar con los amigos ante una cerveza con o sin alcohol.

Para para mi, nada es tan leve como escasa cordura que se destila en las mentes y los actos de los dirigentes del Estado de Israel y nada es sin duda tan insoportable como la miserable condescendencia que con ellos mantiene un mundo occidental que mira hacia otro lado mientros ellos repiten el juego mortal de cambiar tierra y riqueza por misiles y sangre, de seguir los belicosos dictados de sus líderes y de su dios. Así que, a despecho de mi yo interno, de mi popularidad bolgsistica (si es que existe el término) y de mi insoportable levedad. Aquí va otra de política y sinrazón.

Israel se ha instalado en la locura teocrática y anexionista. Ha iniciado su propia cruzada amparándose en el concepto estadounidense de guerra al terrorismo. Su dios les llama a las armas y, ya que parece bastante reticente a derribar de nuevo para ellos las murallas de Jericó, deciden recurrir a los misiles y las bombas, modernas trompetas de oro en las manos de los josues de nuestro tiempo.

Y ya no reconoce amigo o enemigo. Bombardea los barrios de los cristianos drusos de Beirut causando medio centenar de muertos. Los mismos cristianos drusos a los que armó hasta los dientes hace tres decadas para que pudieran plantear una guerra civil en minoria a la mayoría árabe y musulmana del país. Bombardea a los mismos cristianos drusos libaneses a los que entrenó y utilizó como milicias, bajo el mando del entonces ministro de defensa Ariel Sharon, para perpetrar uno de los genocidios más terribles que se recuerdan: las matanzas de civiles, de niños y mujeres en los campos de refugiados de Sabra y Shatilla.

Pero ahora los barre de la faz de Beirut con sus bombas y sus misiles ¿Por qué? La respuesta es sencilla Porque no los necesita, porque cuanto menos gente quede en Libano más territorio tendrá que repoblar con sus colonos.

Mientras tanto, occidente mira a otro lado. Protesta levemente, se queja amargamente, pero mira a otro lado. Israel no sobreviviría ni diez días a un bloqueo económico. No resistiría un mes a un bloqueo diplomático o militar, pero occidente no lo hace ¿Por qué? Muy simple por complejo, por miedo.

Durante décadas el Estado de Israel y la comunidad judía internacional han conseguido que los occidentales sintamos vergüenza de alzar la voz contra un judío y mucho más contra su Estado. Han conseguido que le fantasma del holocausto nazi se convierta en un velo que cubre todas sus acciones. Estar en contra de Israel supone ser antisionista, lo cual es sinónimo de ser antisemita y por tanto nazi. Ya está. Así de sencillo. Y los occidentales hemos caído en esa trampa.

Quizás ya va siendo hora de que alguien diga lo contrario. El estado de Israel es un estado fascista, racista y teocrático. Basado en unos principios religiosos fascistas y excluyentes y que realiza auna política que, ideológicamente, este mucho más a la derecha que Hitler. Y eso no tiene nada que ver con la raza judia. Para los que no lo saben. Soy negro, de origen africano, antiteista y de izquierdas. Ni siquieran sueñen con poder acusarme de nazi antisemita.

En la segunda guerra mundial murieron cuatro millones de gitanos y toda Europa los ha seguido criticando desde entonces. Perecieron 20 millones de rusos y occidente les ha criticado, enfrentado y hasta hecho la guerra varias veces desde entonces. Tres millones de comunistas, dos millones de católicos, medio millon de negros, ocho millones de chinos (sesicientos mil sólo en una semana en Nanking)...

Todos esos pueblos sufrieron y perdieron vidas, fueron sometidos a exterminios y progromos por los mismos autores del que se presenta como único holocausto nazi. ¿Que hace diferentes a los seis millones de judíos de los cuatro millones de gitanos o de los 20 millones de soviéticos? Que a mi se me ocurra, salvo el hecho de que los demás lucharon y la mayoría de los judíos no, nada les hace diferentes.

Pero occidente sigue sintiendose culpable de los pecados de sus abuelos -aunque la moyoría ni siquiera fueran sus abuelos- Cada vez que alguien critica una actuación judía o la misma esencia del Estado de Israel alguien, apoyado en el Muro de las Lamentaciones, grita ¡Holocausto! ¡Antisemitismo! Y Occidente enrojece de vergüenza.

Según la teoría sionista, el mundo debería permitir a los rusos masacrar chechenos, ucranianos, azerbayanos y cualquiera que estuviera en su en torno porque, al fin y al cabo, perdieron 20 millones de personas en la segunda guerra mundial. El mundo debería permitir que China se anexionara cualquier país como Mongolia o Corea, porque los japoneses crearon campos de violación y masacraron a sesicientas mil personas en Nanking y a otros ocho millones y medio a lo largo de los años previos a la Segunda Guerra Mundial. Los gitanos deberían tener un estado independiente que abarcara Rumanía, parte de la antigua Yugoslavia y parte de Bulgaria porque perdieron cuatro millones de personas en los bosques y los campos de concentración nazi. Y además podrían robar, y conducir sin carné en todos los países del mundo.

Todo ello es absurdo como absurdo es el Estado de Israel, desde su origen hasta sus actos actuales.

En 1948, la vegüenza y el sentimiento de culpa de las potencias europeas junto con el poderío económico de lobby judío estadounidense son los factores determinantes para que, por supuesto sin contar con los habitantes de esas tierras, se cree el Estado de Israel. Los límites de Israel son incuestionables ¡Aparecen en la Biblia!. Menos mal que recurrieron al Libro de los Reyes y a no a la frase del génesis de ¡Poblad la Tierra!.

Desde entonces, la OLP se opone a que Palestina forme parte del Estado de Israel. Y el sionismo internacional lo considera una agresión. No hay un sólo criterio histórico que justifique el actual Estado de Israel. El reino de David y de Salomón en sus mejores momentos no era ni una décima parte de lo que comprende ahora el Estado Judio. 200 años después de cristo Tito acabó con el último gobierno judio de Jerusalem. Jerusalem ha sido mucho más tiempo musulmana y políticamente dependiente del califato de Damasco, que gobernada por judíos.

Pero los gobernantes israelies, como todo gobierno que carece de razón pero no de fuerza, impone sus criterios, se dedica a reescribir la historia basándose en sus libros sagrados, afrima que invadir Los Altos del Golan o el Libano son acciones defensivas, masacra civiles, reubica poblaciones a punta de balloneta, coloniza territorios que no son propios, impone formas educativas y de vida a poblaciones de otras culturas, crea ghettos y campos de refugiados, realiza acciones de castigo contra poblaciones civiles, incumple las resoluciones de las Naciones Unidas...

Cuando algo actua, piensa y se mueve así, puede tener todas las estrellas de David que quiera bordadas en su bandera, pero sólo tiene un nombre... FASCISMO

miércoles, julio 19, 2006

El infinito ciclo de Sion

Lo han vuelto a hacer. Lo harán siempre que puedan y serán incapaces de dejar de hacerlo.
Para Israel, para los gobernantes del Sion Terrenal, la invasión y la guerra es una droga y como buenos drogadictos medran en ella hasta el punto de que son incapaces de vivir en el mundo sin su dosis peíódica de lujuria bélica.
Ahora le ha vuelto a tocar el turno a Libano. 200 muertos en seis días sólo porque Israel dice que quiere debilitar a Hezbollah, la milicia chiita que tiene sus bases en el país vecino al reino de Sión.
Pero Israel, uno de los países con los Servicios de Inteligencia más poderosos y crueles del mundo, el Mosad, parece ignorar que los dirigentes de esta organización residen en Damasco, en Amman y hasta en El Cairo ¿si lo se yo, un pobre peridodista ignorante, como es que lo ignoran ellos? La respuesta es sencilla: No lo ignoran. Lo saben positivamente pero no les importa.
Ataques aéreos, incursiones de artillería e infanteria no pueden debilitar a Hezbollah porque Hezbollah ha crecido, se ha hecho fuerte, en el secreto. El casi millón de guerrileros armados y militantes de distinto grado con los que cuenta sólo tienen que quitarse su uniforme negro del cuerpo, su cinta coránica de la cabeza y su turbante con máscara para poder pasar a pie a Gaza o a Cisjordania sin que el ejercitó israelí los conozca. O refugiarse en la cercana Siria sin que los panzers israelíes puedan hacer nada para evitarlo.
Si es así ¿por qué el ejercito invasor de Sión destruye el aeropuerto de Beirut, bloquea los puertos libaneses y manda a sus hombres a las calles de la antigua fenicia? La respuesta es tan simple y aterradora que se antoja imposible: Por que está escrito, porque su dios lo manda.
Amparado en la memoria colectiva de una grandeza pasada e inexistente, el gobierno de Sion ignora a Hezbollah, ignora todo lo que dice defender y todos los objetivos que pregona perseguir y tan sólo ansía dos nombres propios que persigue desde siempre: Tiro y Sidón.
La historia es la memoria.
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Unos cientos de años antes de que naciera Joshua Ben Juseff en Belén, el rey judío firmó un acuerdo con las dos potencias de la zona y de la época: Saba y Babilonia. Por ese acuerdo Israel se asentaba como un reino. Pero en sólo dos siglos había iniciado guerras contra los Filisteos, los Ammobitas, los canneneos e incluso amenazaba a los Nabateos. Consiguió la victoria en todas sus guerras gracias a la transigencia babilónica. Y entonces la emprendió con Tiro y Sidón, por entonces ciudades independientes fenicias. Sus textos decían que había que "reducir esas ciudades idólatras para gloria de Dios".
Pero a Babilonia le importaba un bledo lo que dijera el dios de los judios y no permitió que la riqueza y el comercio que gestionaban esas dos ciudades cayera en manos de los judios. resultado: Babilonia reduce a la esclavitud al pueblo judio, los envía la destierro y arrasa el templo de Jerusalem. Primera diaspora.
Unas decenas de años despues del nacimiento de la misma persona el rey herodes, uno de tantos herodes, está a punto de lograr llevan al reino judio a su máximo explendor bajo la atenta mirada del imperio romano. Herodes ha sido educado en Roma y decide firmar un acuerdo con las ciudades de Tiro y Sidon para incorporarlas a su reino. Pero el acuerdo no se firma porque el Sanedrín -los más recalcitrantes de los recalcitrantes, es decir el equivalente al integrismo- pretenden obligar a los fenicios a que renuncien a sus dioses. Herodes se niega y es asesinado y sus sucesores pretenden invadir las dos ciudades. Roma reaccaiona por idéntico motivo que lo hiciera Babilonia. Resultado: Tito entra con sus legiones, arrasa el reino, quema por segunda vez el templo de Jerusalem. Segunda Diáspora.
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Y ahora vuelven a las andadas, vuelven a querer controlar el Libano por los mismos motivos. No tienen tierra, no tienen donde generar riqueza y vuelven la vista hacia las ciudades libanesas y las imaginan judaizadas, habitadas por la población que a ellos les sobra y que se ven obligados a sacar de la franja de Gaza. Por eso esperan a que Siria se retire de Libano, por eso atacan a Hezbollah y no a los Martires de Al Aqsa o a Hammas que ahora están en sus horas más bajas, por eso bombardean puertos y aeropuertos en lugar de utilizar sus tristemente famosos ataques selectivos. Israel quiere Tiro y Sidon como Estados Unidos quiere los campos petrolíferos de Irak. Su dios lo dice.
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El último estado teocrático de la tierra, basado en las leyes que un inexistente dios dio a un macilento pueblo incapaz de convivir en paz con sus vecinos, ha iniciado de nuevo su reconstrucción del Reino de Sión. ¡Sieg Heil!, ¡Sieg Heil!

lunes, julio 10, 2006

Vivir acaba en AR

Vuelvo a hablar.
Vuelvo a volcar en palabras la energía que, en buena ley, debería destinar a convertir en vida las palabras.
Vuelvo al abjetivo de los textos para lograr mantener el impas que se abre cuando el verbo de la vida se vuelve intransitivo. Hablo y escribo para hacer soportable una espera, que quizás se transforme en infinita, que tal vez se convierta en desespero.
Pero escribo y espero.
Espero, mientras vivo, que el verbo de la vida, el único verbo de la vida, se decida de nuevo a utilizarme de sujeto para componer sus frases y susurros.
Escribo mientras ansío que la acción del mundo, la única acción que merece la pena en el mundo, me utilize de objeto directo en su juego y su arte.
Repito de memoria un verbo que en la falsa gramática que me impone la espera se conjuga como el verbo vivir.
En contra de la historia, en contra de la vida, en contra de la muerte. Vivir es un verbo que se conjunga falso.
No es verbo transitivo, no es verbo activo, no es verbo reflexivo.
Vivir, al menos para mi, el demonio que ama, se artícula en la espera.
Vivir se conjuga en primera, igual que el verbo amar.

Lo pensado y lo escrito

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